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Por qué necesitamos bosques saludables para personas saludables


Pasar tiempo en áreas verdes reduce la ansiedad, la presión arterial y el estrés, pero cada año se pierden 10 millones de hectáreas a causa de la deforestación

Más de la mitad de la población mundial vive actualmente en zonas urbanas. Se prevé que para 2050 esta proporción aumentará a casi el 70%. Incluso las personas que viven en las ciudades han comenzado a darse cuenta de lo vital que es el acceso a los bosques, parques urbanos y espacios verdes para nuestra salud mental y nuestro bienestar.

Hay evidencias claras que demuestran que cuando pasamos tiempo en los bosques se reduce el estrés y disminuye la presión arterial y el riesgo de sufrir ataques cardíacos. El mes pasado, un nuevo estudio efectuado en universidades italianas sugirió que el simple hecho de respirar el aire de un bosque puede reducir la ansiedad debido a los compuestos volátiles que liberan los árboles. En Japón, donde más de nueve de cada diez personas viven en ciudades, el ‘baño forestal’ forma parte de la estrategia de salud pública. Los programas de ‘prescripción verde’, un enfoque integral de la salud y la atención, también están tomando impulso en muchos países.

Los bosques también actúan como una barrera natural para la propagación de enfermedades de los animales a los seres humanos

Al conmemorarse el Día Internacional de los Bosques en este 21 de marzo, se ponen de relieve las muchas razones por las que valorarlos. Nos aportan salud a todos, incluso si nunca ponemos un pie en ellos. Ayudan a combatir la mayor amenaza a la que nos enfrentamos hoy en día: el cambio climático. Son enormes sumideros de carbono, pues contienen 662 mil millones de toneladas de carbono, lo que es más de la mitad de la reserva de carbono en los suelos y la vegetación de todo el mundo. También nos protegen del aumento de la temperatura y de los fenómenos meteorológicos extremos. Además, regulan las precipitaciones y nos protegen de los deslizamientos de tierra e inundaciones.

Los bosques también actúan como una barrera natural para la propagación de enfermedades de los animales a los seres humanos. A medida que la deforestación continúa, esa barrera se va desmoronando. Más del 30% de las nuevas enfermedades reportadas desde 1960 se han relacionado con cambios en el uso de la tierra, lo que incluye la deforestación.

Nuestros bosques son también farmacias naturales. Alrededor de 50.000 especies de plantas, muchas de las cuales crecen en los bosques, tienen valor medicinal y son utilizadas por las comunidades locales para tratar afecciones que van desde la mordedura de serpiente y la diarrea hasta el reumatismo y la diabetes. Pero también hay muchos medicamentos farmacéuticos comunes que se obtienen de plantas que crecen en los bosques, como, por ejemplo, los medicamentos para tratar el cáncer que se obtienen de la vinca de Madagascar.

El regalo del mundo a la humanidad

Sin embargo, los bosques y los árboles están en riesgo en todo el mundo. Cada año se pierden 10 millones de hectáreas a causa de la deforestación, y el 90% de esa pérdida es el resultado de la expansión agrícola para alimentar a una población mundial en crecimiento.

Los bosques están amenazados por los incendios forestales, las plagas y las condiciones climáticas extremas. Solo en 2015, los incendios afectaron a aproximadamente 98 millones de hectáreas de bosques. Alrededor de un tercio de las especies de árboles del mundo está en riesgo de extinguirse para siempre.

Entonces, ¿qué podemos hacer para mantener la salud de nuestros bosques, y nuestra propia salud?

Debemos adoptar un enfoque más pragmático para gestionar los bosques de forma sostenible. Debemos detener la deforestación, pero también debemos plantar arboledas nuevas utilizando especies y técnicas que maximicen su resiliencia. Necesitamos implementar políticas para asegurarnos de que podamos alimentar a la población mundial, sin que ello implique destruirlos, e impulsar la productividad agrícola en vez de ampliar la superficie de tierra necesaria. Y debemos comprender mejor los beneficios financieros de la gestión sostenible de los bosques.

El simple hecho de respirar el aire de un bosque puede reducir la ansiedad debido a los compuestos volátiles que liberan los árboles

Adicionalmente, debemos hacer monitoreo de los bosques naturales y desarrollar sistemas de detección precoz y respuesta rápida para erradicar las enfermedades con mayor celeridad. Debemos evitar el riesgo de que se produzcan incendios forestales mucho antes de que se encienda la primera chispa.

Y debemos apoyar a las comunidades que viven dentro y cerca de los bosques para que se reconozcan sus derechos sobre la tierra y los recursos forestales. Estas comunidades, que a menudo se encuentran entre las más pobres del mundo, están en mejores condiciones para gestionarlos bien.

Cuanto más urbanizada se vuelve la sociedad, más debemos trabajar juntos para recordar que somos parte de la naturaleza y que nuestra salud y bienestar dependen de ella. Debemos actuar ahora para salvaguardar los bosques y asegurarnos de que permanezcan en pie por nuestra propia salud, la de nuestros hijos y la de las generaciones futuras.