Análisis

Poniendo la casa en orden


Por Diego Añaños

Por Diego Añaños

“Haciendo lo que hay que hacer”. Ese fue uno de los eslóganes más utilizados por el gobierno de Mauricio Macri a la hora de dar publicidad a sus actos. Sin embargo, parece que la tarea quedó inconclusa, y le toca a Alberto Fernández ordenar el desquicio en el que quedó sumida la Argentina luego de cuatro años de gestión de Cambiemos. Es así, mientras el ex presidente culpa del fracaso a los concejos de su equipo y a la falta de colaboración de la UCR, el nuevo equipo de gobierno está concentrado en resolver los problemas heredados.

La agenda económica de la semana comenzó con la visita de Martín Guzmán a los Estados Unidos. El ministro tuvo su primera reunión en Nueva York con un auditorio a pleno, que juntó a un nutrido grupo de banqueros, inversionistas y empresarios, dispuestos a iniciar contacto con la nueva conducción económica de la Argentina. Ante la requisitoria periodística, Guzmán sostuvo que le había ido muy bien.

Hubo dos interrogantes abiertos. El primero tiene que ver fundamentalmente con dar a conocer el diseño de la senda que conducirá al gobierno argentino a cerrar un acuerdo de reestructuración antes del 31 de marzo, que es la fecha límite que se ha autoimpuesto. El segundo se relaciona con los potenciales impactos del default del B21, el bono de la provincia de Buenos Aires, cuya situación es hasta el momento incierta.

Los medios dicen que el ministro no definió claramente su programa económico, pero como venimos diciendo, hasta que no se reestructure la deuda, no hay plan integral posible. Hay una puja evidente entre el equipo económico y los acreedores, que aflora públicamente de modo muy sutil. Guzmán exige tener claro cuál es el esquema de endeudamiento que tendrá que enfrentar, porque lo considera (y con razón) una insumo básico para el diseño de un programa económico. Los bonistas, por su parte, desean conocer los lineamientos de la política macroeconómica para decidir si se avienen a una renegociación voluntaria.

Luego fue el turno del Fondo Monetario Internacional. “Muy productiva”, así calificó el vocero principal del FMI, Gerry Rice, a la reunión que mantuvieron los funcionarios de la entidad con Guzmán en Nueva York. El encuentro de tres horas tuvo lugar en el Consulado Argentino. Además del ministro estuvieron presentes: el representante del Cono Sur ante el board del Fondo, Sergio Chodos, Julie Kozack, Directora Adjunta del Departamento del Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, Jefe de Misión del organismo para la Argentina. El vocero del Fondo, también confirmó la visita de una misión del organismo a nuestro país para el mes de febrero.

Sin embargo, antes de la visita de la misión, Guzmán y la directora gerente del FMI se reunirán en el Vaticano, en el marco del seminario “Nuevas formas de fraternidad solidaria de inclusión, integración e innovación”, que organiza la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, y del que podría participar el Papa Francisco. Será la segunda vez que Guzmán y Georgieva se encuentren, luego de la cita de noviembre, cuando aún la designación del ministro no se había oficializado.

Alberto Fernández, por su parte, partió rumbo a Roma, donde mantuvo una audiencia oficial privada con el Papa Francisco para dialogar sobre diversas cuestiones de la agenda nacional. El hambre, la pobreza y la marginalidad fueron el eje central de la charla. Pero sin dudas la renegociación de la deuda estuvo presente. Incluso se especula con que se haya hablado de una posible visita del Sumo Pontífice al país.

El Vaticano fue primera escala de la gira presidencial. Las reuniones con Giuseppe Conte, Sergio Mattarella, las segundas. En la agenda presidencial hay previstos encuentros bilaterales con Ángela Merkel, Emmanuel Macron y Pedro Sánchez. La Argentina necesita del acompañamiento de los mandatarios europeos, que representan el 15% de los votos del FMI, para conseguir una reestructuración que no implique la imposición de un mayor ajuste, ni la toma de endeudamiento nuevo. El apoyo en principio estaría asegurado, pero se impone el viaje del presidente para explicar personalmente la hoja de ruta diseñada para salir de la crisis.

Paralelamente, y antes de subirse al avión que partía rumbo a Roma, el presidente se llevó en su equipaje la media sanción en Diputados del proyecto de “Restauración de la sostenibilidad de la deuda pública emitida bajo ley extranjera”. En base a un acuerdo tejido entre el presidente de la Cámara Baja, Sergio Massa, por el oficialismo, y los principales referentes de Cambiemos (el presidente del bloque de la UCR, Mario Negri; los tres gobernadores de la UCR, Gerardo Morales, Rodolfo Suárez y Gustavo Valdés, y el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta). Los números de la votación son concluyentes: 224 votos a favor (los bloques Frente de Todos, Juntos por el Cambio, Interbloque Federal y Unidad Federal por el Desarrollo), sólo dos en contra (Frente de Izquierda), y la abstención del socialista Enrique Estévez. Se espera que el proyecto sea avalado por el Senado la semana próxima.

La señal que emite el sistema político argentino hacia el mundo es muy potente: existe unanimidad entre el oficialismo y la oposición para el tratamiento de la renegociación de la deuda, sin dudas el desafío más grande para la gestión de Alberto Fernández en 2020, cuando tendrá que hacer frente a vencimientos de deuda heredados de la gestión anterior por más de U$S64.000 millones.