Opinión

Políticas equivocadas y sobrevivencia a los saltos


 

Por Alberto Botto
Secretario General del Sindicato de Luz y Fuerza
y del Movimiento Sindical Rosarino

No hay vueltas que darle, la inflación solo baja en la propaganda y en los discursos del oficialismo, pero la realidad es otra. La realidad es esa que el propio ministro Dujovne acaba de describir con estas palabras: «El ritmo no es el que queríamos hace dos años, pero va bajando”. No solo que el ritmo no es el que se quería, sino que lisa y llanamente no es, no hay ritmo que baje la inflación. El mercado interno está paralizado, hay despidos, los sueldos están pisados, los impuestos y servicios suben y se quiere poner freno a la inflación con recetas que ya se sabe nunca dieron resultado. La historia lo muestra, porque recortar la inversión correspondiente a salarios (porque el salario debe ser tenido como una inversión y no como un gasto como entiende el neo liberalismo) es un suicidio económico y social.
Pero además de esto, las tan mentadas inversiones jamás llegaron. Y no lo hicieron porque nadie va a invertir en un país jurídicamente inestable, en donde la persecución política de diversas formas y el cambio de paradigmas están a la orden del día.
No es extraño entonces que el humor social, como lo señala una encuesta realizada por el diario especializado El Cronista que reproduce Con La Gente, se muestre en buena medida contrario a la política del gobierno. Más de la mitad del mandato y los cambios prometidos para bien no se han cumplido, al contrario.
Y no se trata de expresar lo precedente desde una oposición caprichosa, oposición por oposición misma que tanto daño le ha hecho a la Nación, sino de mostrar la realidad teniendo en cuenta la angustia de miles de familias que de la noche a la mañana se han quedado en la calle, sin trabajo, sin sustento. Es una escena visible por todos, que solo puede ser tapada por el odio a anteriores gobiernos. Pero el odio lejos de construir destruye. Y con el tiempo destruye a todos.
El gobierno nacional, y puntualmente el presidente Macri, aún tiene tiempo de reflexionar y de convocar a los mejores de todos los sectores políticos para realizar un gran pacto nacional en torno a coincidencias que tengan en cuenta el bienestar de todos los argentinos sin distinción de clase social, raza, género, edad, creencia o condición personal. Esto es lo que un gran estadista haría en una situación de crisis como la que se vive aquí.
Pero otra vez los poderes internacionales marcan la cancha, establecen y exigen políticas perjudiciales para la clase media sobre todo, impelen al endeudamiento alocado y con otras artimañas nos sumergen en el neo colonialismo que pisa no a sangre y fuego como antes, sino a políticas y hambre. De lo que se trata, en definitiva, y lo logran, es llevarse las ganancias mientras aquí queda la pobreza y la sobrevida.
En este contexto los argentinos debemos ser solidarios, solidarios no únicamente en el sentido de ayudar a otro con una moneda, una zapatilla, o alimentos, sino solidarios en actitudes que lleven a esta sociedad a un estado de situación en donde la vida de placer y gusto vivirla y no como sucede hace tanto, en donde lo único cierto aquí es la sobrevivencia a los saltos.