El periodista Alejandro Itkin analiza las condiciones económico políticas a nivel global que ponen en jaque a la paz mundial
Por Alejandro Itkin*
Alguna vez oímos decir que no sabemos cómo será la Tercera Guerra Mundial ni cuándo, pero la Cuarta será con palos y piedras. Bueno, ya la Cuarta ocurrió tal como lo lee, aunque no fue mundial. Hace pocos días, China e India se enfrentaron en un conflicto limítrofe en el Tíbet con palos y piedras (sí, no es broma).
Ambos países habían acordado «desarmarse» para no elevar el nivel de conflictividad entre sus ejércitos. Entonces, la batalla donde fallecieron oficialmente 20 soldados indios y «extraoficialmente» 40 soldados chinos, fue dada a las trompadas, con palos y piedras. Obviamente, todavía el gobierno chino debe la respuesta de cuántos fueron oficialmente sus muertos y dudo de que alguna vez lo sepamos ciertamente.
¿Se acerca una guerra mundial en septiembre? Veamos: Hong Kong es un país independiente pero que, de alguna manera, depende del gobierno chino. El Congreso chino aprobó una ley que le permite extraditar a la propia China continental a aquellos hongkoneses que cometan actos de sedición y terrorismo. El problema es que, hasta ahora, H.K. tenía libertad de expresión. A partir de septiembre, cualquier crítica al gobierno, ya sea en la prensa o en alguna red social, puede ser interpretada como un acto de sedición o terrorismo y dicha persona o periodista será arrestada y llevada a prisión en China continental.
Inglaterra, que educó y gobernó a los hongkoneses hasta 1997, negoció con China la entrega de HK, siempre y cuando puede mantenerse «independiente» del Partido Comunista Chino por 50 años, o sea, hasta 2047. Por lo tanto, Inglaterra todavía siente a HK como uno de sus hijos remotos y Boris Johnson ya anunció la entrega de 3 millones de visas de residentes a hongkoneses que quieran emigrar a una Inglaterra que ya no pertenece a la Unión Europea.
Pronto veremos en todos los portales las batallas campales entre jóvenes hongkoneses y la Policía china en las que seguramente se derramará sangre en nombre de la paz y democracia. Recordemos que Hong Kong es un centro financiero importantísimo a nivel mundial, con mucha influencia en los mercados americanos y europeos y una absorción por parte del Partido Comunista Chino es pólvora esperando la chispa.
Mientras China apresa y hasta elimina a todo aquel que haya alzado la voz sobre el coronavirus, varios países del mundo la acusan del mal manejo de la información ofrecida.
Australia se dignó a protestar formalmente por dicho mal manejo y China no solo prohibió la importación de cebada y carne australiana a su territorio, sino que además le «hackeó» sus sistemas informáticos por 24 horas.
Otros países ya han alzado la voz, como ser Francia, Holanda, Estados Unidos e Inglaterra, pero otros tantos tienen miedo a represalias.
A todo esto, el 1° de julio Vladimir Putin presenta un referéndum para extender su mandato por hasta 16 años más. O sea, Putin eterno… Calladito calladito, después del 1° de julio, Putin comienza a pegar fuerte.
Para completar los ingredientes explosivos del menú, el 3 de noviembre hay elecciones en Estados Unidos, donde Donald Trump está 14% por debajo de Joe Biden en las encuestas. Su ego narcisista debe remontar demasiado terreno y es capaz de cualquier cosa con tal de revertir el resultado. Su ego no soportaría una derrota y en caso de ocurrir sería, para él, fraude o culpa de las «fake news».
Trump ya elaboró una lista de compañías dependientes del aparato militar chino, basadas en Estados Unidos, como por ejemplo China Mobile y por supuesto Huawei. Esta última tiene a la hija de su CEO detenida en Canadá esperando extradición a Estados Unidos acusada de fraude, lavado de dinero, violar las sanciones a Irán y robar secretos de Estado. No sorprendería una medida en contra de alguna de estas compañías.
La guerra Trump-China comenzó con las tarifas impositivas hace algunos años. Aunque esta versión de Guerra Fría no le conviene a ninguno de los dos, es extremadamente probable que dicho enfrentamiento se acentúe a medida que se acercan las elecciones en el país del norte.
Finalmente, un blanco fácil para Trump podría ser Venezuela. Invadirla sería relativamente sencillo y podría convertirse en un triunfo necesario para su imagen pública. Tal como Galtieri inventó la guerra de las Malvinas en 1982 para enaltecer el poder de la dictadura militar argentina, Trump es capaz de inventar una guerra con tal de enaltecer su imagen y que su pueblo republicano lo apoye en pos de volver a hacer un Estados Unidos Grande Nuevamente (MAGA, por sus siglas en inglés), tal el lema que lo llevó al poder en el 2016.
El cañón está listo. Sólo resta ver cuándo y hacia dónde, el narcisismo de Trump aprieta el botón rojo. Las apuestas tienen como favorito a septiembre.
(*) – Alejandro Itkin es periodista y conduce «Estudio Abierto» los sábados de 13:00 a 15:00 por radio Rivadavia. TW: @aditkin.