Las políticas económicas que llevó adelante el gobierno de Mauricio Macri han tenido un gran impacto negativo en la sociedad. Sin embargo, en el último año, tras el préstamo del Fondo Monetario Internacional, la crisis se fue agravando cada vez más, y parece, hasta el momento, no tener techo.
Los constantes cierres de empresas, desocupados, las altas tarifas y el gran ajuste llevado adelante por el gobierno de Cambiemos, provocaron que una gran cantidad de ciudadanos caigan bajo la línea de la pobreza, a pesar de que una de sus principales slogans de campaña haya sido la «Pobreza Cero».
Según indicó el Indec, la pobreza llegó, en el primer semestre del año, al 35,4%, el índice más alto de toda la era Macri y el más alto después de la crisis de 2001 y la indigencia aumentó al 7,7%. Según el último censo, cerca de 45 millones personas habitan la Argentina, por lo que 15,9 millones los argentinos son pobres, mientras que la indigencia alcanza a 3,4 millones de personas.
Sin embargo, para el director del Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), Agustín Salvia, alertó que este porcentaje seguirá creciendo hasta alcanzar un 38 o 39 por ciento hacia fin de este año, y consideró que, a diferencia de la crisis del 2001, “no hay un horizonte de crecimiento”.
“El índice anunciado por la UCA no sorprende, lamentablemente. Venimos de esa tendencia y la reciente devaluación y estancamiento va a generar un nuevo aumento de la pobreza, que estará cerca de 37 o 38% en este momento y alcanzará hasta el 39 a fin de año”, dijo Salvia en declaraciones a radio La Red.
“Estamos atrapados en el estancamiento. Los hogares no le pueden responder a la inflación con más trabajo que le permitan compensar el efecto inflacionario”, evaluó Salvia hoy, tras conocerse las cifras oficiales.
Para el especialista, “todos nos empobrecimos pero los sectores vulnerables aún más” y “las clases medias bajas que no habían conocido la pobreza desde 2001/2002, que habían logrado salir de esa situación, han vuelto a caer en una situación de pobreza”.
En ese marco, al comparar la situación actual con la del 2001, explicó que entonces “había un horizonte de crecimiento y de salida de esa situación de emergencia económica”, en contraposición con el momento actual, donde “no estamos viendo certidumbre de la salida”.
“Estamos lejos de esa situación de 2001 pero la diferencia está en el piso que deja cada una: el 2001 dejó condiciones de reactivación muy rápidas y las condiciones internacionales eran muy favorables, ese viento de cola. Todos nos empobrecimos pero había un campo muy amplio de crecimiento, un horizonte importante de crecimiento que aprovechó el gobierno kirchnerista”, indicó Salvia.
En cambio “en este contexto no está ocurriendo, no tenemos un horizonte de crecimiento, oxígeno; ahora no hay muchos recursos, hay muy pocas chances de generar incentivo para reactivar rápidamente”, evaluó.
Los cifras duelen mucho más si segregamos por población, con lo que podemos observar que esta situación impacta directamente en la infancia: la mitad de los niños argentinos son pobres.
Según los datos brindados por el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci), un 43,34% de la población entre 0 y 19 años del sector más bajo la población, que asisten a merenderos, comedores o que sus padres son titulares de programas sociales, se encuentra en alta vulnerabilidad de nutrición.
La UCA indicó que más de 8 millones de infantes sufren algún tipo de vulnerabilidad en sus derechos. De ese total, más de 5 millones pasan hambre o no acceden a los nutrientes necesarios para desarrollarse, mientras que el 20% de los chicos que habitan suelo nacional sufren desnutrición crónica.
En los últimos 18 meses, la asistencia a comedores escolares y comunitarios se acrecentó en casi un 400%, producto de la economía del propio gobierno.
Esta triste situación que vive el país puede explicarse si empezamos a repasar los diferentes índices sociales y/o económicos. Que cada vez haya más argentinos tratando de llegar a fin de mes, es la consecuencia de los números en rojo de los salarios, el desempleo y la alta inflación, entre otros.
Entre los derechos vulnerados de la ciudadanía argentina, claramente se encuentra la salud, ya que hay más de 22 millones de personas que no tienen cobertura médica.
Por otro lado, según datos del Indec, este año, el desempleo superó, por primera vez desde 2006, los dos dígitos. En el segundo trimestre alcanzó el 10,6% y se calcula que en el tercero seguirá aumentando. Mientras que el 18,3% de las personas ocupadas está buscando un segundo empleo porque no le alcanza para vivir.
Esta situación es más preocupante si hablamos de las mujeres y la juventud. Las mujeres jóvenes sufren una alta tasa de desocupación: en el promedio supera el 20% mientras que en Rosario alcanza el 40.
En el último año, la inflación tuvo una suba interanual del 54,5% aunque la de los alimentos supera el 58%. Sin embargo, la mitad de la población en la Argentina tiene ingresos mensuales inferiores a los $10.000 y el 66% de la población gana menos que la Canasta Básica.
Pero lo más preocupante es el cierre de posibles puestos de trabajo. Entre junio de 2015 y junio de 2019, 19.131 firmas cerraron sus puertas.
En el último año, la Argentina se endeudó a un ritmo récord, con una cifra récord: el préstamo otorgado el año pasado, por el Fondo Monetario Internacional, de 57 mil millones de dólares fue el más grande que realizó el organismo. De esta manera, el país pasó a ser el primer deudor a nivel mundial.
Entre 2022 y 2023, el Estado enfrentará vencimientos cercanos a un décimo del PBI, entre la deuda privada y la deuda al FMI. Sin embargo, las ganancias de los sectores más concentrados de la economía han sido muy elevadas.
Tras los resultados de las Paso, el gobierno nacional no hizo nada para enfrentar la crisis que vive el país. Al contrario, Macri dejó disparar el dólar, sumó medidas paliativas y electoralistas en la emergencia. Pero la situación no se arregla con medidas sueltas como sacar el IVA en 12 productos o un bono de cinco mil pesos en cuotas.
Está claro que el gobierno nacional está en retirada: perdió el blindaje mediático, el sistema financiero, el sector empresario, el sector judicial y el sistema político le soltaron la mano. Sin embargo, no puede dejar de gobernar como parece que sucede en este momento.
Nos quedan días hasta el resultado de las elecciones generales y dos meses y días hasta la asunción del nuevo gobierno. Es indispensable que se trate de frenar esta crítico momento y se busque una salida inmediata para que los sectores más vulnerables, como los niños, sufran lo menos posible.