Por Hugo "Cachorro" Godoy*
El dato del crecimiento de la pobreza y la indigencia estimado por el Observatorio Social de la UCA es muy contundente en varios sentidos.
La crisis económica y social, agudizada por la pandemia, que se vuelca sobre los argentinos producto de políticas neoliberales aplicadas durante años muestra que es imprescindible ponerle un freno a estos índices.
El 44,2% de pobreza y el 10,1% de indigencia muestran que hay 20 millones de argentinos pobres y 4 millones que viven arañando, porque las medidas paliativas del gobierno nacional fueron posibles porque Mauricio Macri fue derrotado en las urnas y se abrió la perspectiva de un gobierno con políticas públicas diferentes.
Los 4 millones de argentinos padeciendo hambre, la mayoría de ellos niños y niñas, demuestra que si no se encuentran soluciones de fondo de manera inmediata el futuro para las próximas generaciones será sumamente difícil de sobrellevar.
Es evidente que si hubiera estado Macri la situación hubiera sido más grave. Nuestro pueblo ha sido capaz de ponerle límites, pero las respuestas que ha dado el gobierno de Alberto Fernández no han resuelto los problemas de fondo, es más, uno de los datos principales de esos paliativos han sido el IFE y las ATP, aunque ambos programas fueron recortados al extremo y no están previstos en el presupuesto para el año próximo.
Para los sectores del campo popular es imprescindible que se avance más aceleradamente en la constitución de espacios de diálogos y de búsqueda de soluciones para reactivar el mercado interno y una más justa redistribución de la riqueza.
La idea de que aumentando las exportaciones se resuelve la economía del país es una falacia. Primero, porque las exportaciones están en manos de empresas transnacionales y por lo tanto benefician la capacidad de exportación de esas empresas y la fuga de capitales, y por otro lado, son generadoras de escasa mano de obra y por sí no redistribuye el ingreso.
Desde la CTA Autónoma entendemos que es imperioso establecer un salario universal que ponga un piso de dignidad al ingreso de los argentinos, que haya una más activa participación de las convenciones colectivas de trabajo, tanto del sector privado y público, pero particularmente de este último, ya que quedamos atrasados con el miserable aumento del 7%.
Por eso estamos reclamando que se establezca un bono antes que se termine este año para mejorar la capacidad adquisitiva de los salarios.
Valoramos actitudes de escucha por parte del gobierno por ejemplo con el proyecto de movilidad jubilatorio, porque evidentemente la fórmula que se planteó en el proyecto original iba a implicar mayor deterioro en el ingreso de las y los jubilados.
Pongo este ejemplo porque si hay una continuidad del gobierno de habilitar los mecanismos de participación y de escucha a los planteos de los sectores populares y no solamente de los sectores más concentrados de la economía, evidentemente se abre la posibilidad de que las y los trabajadores, la pequeña y la mediana empresa, el movimiento cooperativo y de la economía popular, pueda generar más espacios de fortalecimiento del mercado interno y de una más justa redistribución de la riqueza.
Y, al mismo tiempo, hay que fortalecer los mecanismos de soberanía del estado nacional para que sea el actor principal de nuevas formas de intervención económica y social para un desarrollo más soberano en el trabajo, la producción y la justicia en nuestro país.
(*) – Secretario general de ATE y secretario adjunto de la CTA Autónoma.