El responsable Vaticano para Latinoamérica manifestó que si no existe ese compromiso "es muy difícil que la región se levante" de la crisis originada por la pandemia
El nuevo jefe de Oficina de la Pontificia Comisión para América Latina designado por el papa Francisco, el boliviano Julio César Caballero, pidió un «compromiso extraordinario de los que más tienen» para ayudar a levantar a la región tras la pandemia.
«Nos enfrentamos a cifras que espantan por las víctimas de la pandemia en América Latina, pero también nos tiene que espantar que esa es la punta de un iceberg por la que mucha gente venía muriendo ya de hambre y marginalidad», planteó Cabalero en una entrevista con la agencia de noticias Télam en el Vaticano.
«Y eso lo siente el Papa cuando nos habla de la misma barca, que no nos vamos a salvar solos, que es una convocatoria para aquellos que se sienten más privilegiados», profundizó, retomando los conceptos que expresó Jorge Bergoglio en su rezo del 27 de marzo en Plaza San Pedro.
«Tienen que agarrar el remo y seguir adelante conscientes de que los rodean los necesitados, la gente pobre», exhortó Caballero.
«Latinoamérica venía viviendo con esas desigualdades durante muchos años antes de esta situación, que fue devastadora, y que termina mostrando nuestros harapos, y nos lleva a pensar dónde están los Estados. Estados que no solamente debieran estar presentes en políticas coherentes, sino que quienes manejan estos aparatos debieran ser ultrasensibles», reflexionó el ex embajador de Bolivia ante la Santa Sede.
«Sin un compromiso extraordinario de los que más tienen es muy difícil que la región se levante», propuso el abogado de 51 años.
«Ellos deben entender que también les aplica lo que ha dicho el Santo Padre de que nadie se salva solo. El tema es planetario ahora. Nuestros países de América Latina han vivido la realidad de asimetrías y desigualdades desde que el mundo es mundo, y ahora ha habido una exacerbación de eso», avanzó.
De cara a la pospandemia, Caballero sostuvo que «el desafío es que la nueva normalidad sea muy distinta a la normalidad que veníamos teniendo».
«El ecosistema social que hemos vivido, tóxico, tiene que cambiar, con mayores oportunidades para nuestra gente. Hay un falso dilema cuando se contrapone vida y economía, o vida y democracia. Obviamente la vida está primero», sentenció.