Las declaraciones de Lisandro Martínez cuestionando la política de apuesta a juveniles en el Parque generaron revuelo en el hincha leproso. El juvenil defensor, figura en Defensa y Justicia, expuso que no hubo una banca para que tanto él como otros tuvieran chances o continuidad en primera.
Martínez tiene razón, a medias. Es cierto que si su carrera mantiene esta línea de crecimiento, aquellos que no lo tuvieron en cuenta por ser «bajito» para zaguero estarán más que errados. Y el millón y medio de dólares por el 50 por ciento del pase será un regalo, o mejor dicho, un mal negocio.
Pero también hay otra realidad. Bernardi lo promovió a primera muy joven, pero ni Osella, ni Llop lo tuvieron en cuenta. Y ahí está la falla. Uno en la necesidad de sumar por los promedios y otro en la desidia perjudicaron a Newell’s. Tal vez, con Bidoglio Martínez hubiera jugado, y seguramente rendido como lo hace en Defensa.
Y en su defensa de otros compañeros, Martínez iguala y pone a la par otros juveniles que no son su mismo caso. Jalil Elías cumple en Godoy pero no la rompe. Y Tissera, Rotondi y Treppo deambulan por el ascenso sin lucirse. Y ahí no hubo falla en la política de manejo de juveniles, más bien hubo jugadores que no rindieron o no estaban a la altura de Newell’s.
Con Bidoglio el tema es distinto. Al DT no le tiembla el pulso a la hora de poner a un pibe. Callegari, Nadalin, Cacciabue, Rivero, Alexis, Fydriszewski, Freytes y Moreno son ejemplos claros de esta decisión del entrenador. Y así, no sólo potencia lo deportivo, sino algo más importante, valoriza el patrimonio del club. Y el círculo vicioso pasa a ser un círculo virtuoso. En buena hora.