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Periodismo, cultura y música: Horacio Verbitsky habló de todo antes de la reedición de su obra


En una extensa entrevista con la agencia de noticias Télam, Verbitsky contó los detalles de Las Cuarenta, se refirió al proyecto El Cohete a la Luna y analizó el momento del país

La editorial Las Cuarenta comenzó a reeditar la obra de Horacio Verbitsky y, además de «La música del Perro», presenta también por estos días «El vuelo» y «La mano izquierda de Dios» -último tomo de «Historia política de la Iglesia Católica»-, sobre los que el autor habló con la agencia de noticias Télam en una charla que combinó la pasión por Bach con el periodismo y la cultura argentina.

-T: ¿Cómo fue la decisión de reeditar tu obra con Las Cuarenta?

-HV: Tuve un conflicto muy largo con la editorial Sudamericana porque los libros de la «Historia política de la Iglesia Católica» estaban agotados en las librerías, la gente los pedía y les decían que no había ejemplares. Dudaba, hice una investigación y detecté que los tenían en un deposito, entonces rompí el contrato. Lo había firmado cuando la directora editorial era Gloria López Llovet de Rodrigué, con quien siempre tuve un trato excelente. Después le vendieron a una editorial alemana, ella se quedó unos años y se fue. Explicó que no podía tolerar una política editorial por la cual la vida útil de un libro se agotara en tres meses y después lo mandaran a saldo. Tuve ofrecimientos de editoriales como Planeta pero la lógica del mercado no me parece lo más conveniente porque vendés muchos ejemplares los primeros meses y después el libro desaparece y lo que quiero, sobre todo a esta altura de mi vida, es tener seguridad de que los libros van a estar disponibles en las librerías aunque sea en cantidades modestas. Es un drama cultural de nuestro país la discontinuidad.

-T: Justamente en el libro citás la idea de Walsh de la discontinuidad de la Argentina en materia cultural.

-HV: En la revista El Periodista, en el año 85, 86, escribí una nota sobre (Rodolfo) Walsh en un momento en el que las jóvenes generaciones no sabían quién era. Estaba olvidado. Hoy parece increíble pero en ese momento estaba fuera de todos los circuitos y eso pasa con muchos escritores muy valiosos cuya obra no se reedita y es un daño para la cultura colectiva. Entonces decidí buscar una editorial que tuviera otra lógica, la de defender los libros, mantenerlos, reeditarlos. Diego Sztulwark me propuso Las Cuarenta y ellos propusieron reeditar toda mi obra en una colección que se llama «Obra reunida». También propusieron empezar con «El vuelo» y el último tomo de la «Historia política…», yo sumé «La música del Perro». Me interesaba hacer la prueba de un libro con código QR. A «La mano izquierda de Dios» le agregué una introducción que se llama «Los fantasmas del papa Francisco» porque cuando terminé de publicar esta historia en el año 2010 Bergoglio era cardenal arzobispo de Buenos Aires y no había sido elegido papa todavía. Ese agregado tiene buena parte del material que había retirado de Página/12 porque no quería que, una vez elegido como pontífice, vinieran los interesados en un fast book a chupar información fácilmente. Estaba en las hemerotecas pero había que tomarse un trabajo.

-T: Hacés referencia al momento de publicación de esa información porque te importaba que no coincidiera con las miradas conservadoras sobre el Papa.

-HV: Por supuesto, porque muchas de las posiciones políticas del papa Francisco las comparto. El rol que ha tenido en apoyar al gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner por la renegociación de la deuda externa ha sido muy positivo. Algunas cosas que plantea en su encíclica ambientalista me parecen correctas y no me simpatiza coincidir con los sectores conservadores que lo detestan por otras razones. Ahora ya va a cumplir ocho años como pontífice y me parece tiempo suficiente. Además, los conservadores ya han dicho todo lo que tenían para decir de él y mi enfoque es distinto. No tenemos la eternidad por delante ni Bergoglio ni yo, y en algún momento había que publicarlo, me pareció que este era el adecuado. A su vez, esto estaba parando la reedición de toda la obra que creo que es la más importante que he hecho en mi vida. Son cuatro tomos, más de 2.000 páginas y cerca de 8.000 fuentes documentales, bibliográficas, entrevistas. Creo que es una obra que merece estar disponible para las nuevas generaciones.

El Cohete a la Luna

Autor de libros célebres para el periodismo de investigación como «Robo para la corona», «Hacer la Corte: La construcción de un poder absoluto sin justicia ni control» o «Ezeiza», Horacio Verbitsky creó El Cohete a la Luna, el medio que hoy dirige y en el que no solo escribe sus columnas políticas sino también su vínculo con la música.

A días de la publicación de los primeros libros que decidió reeditar en una colección, a cargo del sello Las Cuarenta, llamada «Obra reunida», el periodista reflexiona sobre el proyecto que impulsó desde cero y hoy está cerca de cumplir tres años.

-T: Le dedicás los libros a Macri y a Víctor Santa María porque te «impulsaron» a crear El Cohete a la Luna. ¿Cómo definirías este proyecto hoy?

-HV: Cumple tres años el mes que viene, empezamos en diciembre de 2017, en pleno gobierno de (Mauricio) Macri. Es más: había ganado las elecciones de medio término, estaba en la culminación de su poder y lo amenazó al accionista principal de Página/12: si yo seguía escribiendo lo que venía escribiendo, lo metían preso a él porque a mí no tenían elementos para meterme preso, a él aparentemente sí. No sé si eran varios o no, nunca lo investigué. De alguna manera está claro que Macri no necesitaba elementos reales para meter preso a alguien. Este hombre arrugó y decidió censurarme. Le dije que no llegué a esta altura de la vida para permitir que me censuren así que, si no iba a poder escribir lo que quería, teníamos que hablar sobre mi salida del diario. Hicimos una negociación y me pagó lo que correspondía estatutariamente. Eran 30 años de antigüedad y con esa guita puse El Cohete a la Luna. Por un lado, fue una gran frustración: 30 años como columnista principal del diario que estaba tan identificado conmigo que mucha gente creía que era el director, pero por otro lado me dio la posibilidad de empezar una cosa nueva, distinta donde puedo hacer lo que quiero, no solo en lo que escribo sino en el diseño del medio, puedo ejercer mi libertad de una manera integral y me resulta muy placentero. Por supuesto tiene su costado pesado porque trabajo más ahora que a los 30 años pero por otro lado, es un privilegio poder hacerlo y que sea un medio con la repercusión que tiene, muy superior a la que hubiera imaginado. De modo que se me ocurrió dedicárselo a Macri y a Santa María. Un colega me dijo si no me parecía excesivo compararlos pero yo no los comparo de ninguna manera. Les agradezco a los dos porque se conjugaron de alguna manera para que yo dejara aquello y empezara esto. Nada más. Me refiero a lo que significaron para mí: Macri como apretador y Santa María como apretado. Hay gente que cree que es una joda y no lo es. Yo les estoy agradecido porque para mí ha sido muy bueno esto, ha sido muy positivo. Empezar una cosa nueva a esta altura de la vida me hizo bien aunque la intención de ellos no haya sido esa.

-T: En las columnas hablás de la música como un sosiego en tiempos turbulentos. El macrismo está como telón de fondo. ¿Qué música venís escuchando en este último tiempo?

-HV: Va cambiando semana a semana, no hay reglas. La semana anterior estuve con Louis Armstrong como homenaje al pueblo de Estados Unidos que está en la difícil tarea de tener que elegir entre el partido de los multimillonarios y el de los multimillonarios fascistas. El último domingo seguí con eso y con Jack Teagarden y para la próxima semana encadenando con esto voy con Hoagy Carmichael que es el autor de «Georgia on My Mind». Ahora, después de tres semanas de jazz, es probable que vuelva a Bach o al tango.

El periodista Horacio Verbitsky advierte que no es «un musicólogo, ni un especialista», se define «apenas» como «un oyente, un aficionado» que siempre acepta sugerencias y, desde ese rol, cuenta que se propuso hacer «una extensión de un placer privado» y crear el espacio semanal de columnas que ahora reunió en el libro «La música del Perro».

En el prólogo de la obra, la médica y escritora Mónica Müller lo presenta como «un omnívoro musical» con quien compartió un largometraje personal que comenzó en 1993 y en el que el periodista se dispuso a invitarla a un camino de formación musical que hoy, cuando las bandas de sonido de sus vidas «tomaron trayectorias divergentes», sigue disfrutando.

Su excompañera escribe el prólogo y en las páginas que siguen la faceta musical de Verbitsky continúa acercando al lector a su mundo más personal: su familia y sus amigos aparecen a lo largo de estas columnas que se animó a escribir en El Cohete a la Luna, el medio que armó en los últimos años y reconoce como un espacio en el que ejerce su libertad de manera integral.

Editado por Las Cuarenta, el libro funciona como un artefacto que establece un vínculo directo con ese universo que recomienda su autor, ya que en cada columna hay un código QR que convoca a musicalizar esas palabras con Tony Bennett, Joan Baez o el Cuchi Leguizamón, entre muchos otros intérpretes que inspiran a uno de los periodistas más importantes de la Argentina.

-Télam: ¿Cómo fue la decisión de seleccionar las columnas?

-Horacio Verbitsky: No hubo un plan maestro muy estricto. El orden cronológico no tenía sentido porque se fueron publicando a medida que iban ocurriendo los hechos y me sugerían la música que escuchaba. Por ejemplo, la última columna fue «Georgia on My Mind», en un momento en el que el control del Senado de Estados Unidos está pendiente de la elección de dos senadores en el estado de Georgia pero eso tiene sentido en el momento que se publica. En un libro que se publica mucho tiempo después esas diferencias cronológicas carecen de sentido. Así que preferí que fuera una agrupación por géneros: jazz, tango, música clásica. Está ordenado de ese modo. Como dice el hermoso prólogo de Mónica Müller, soy un omnívoro musical, devoro todo. Ése es el criterio.

-T: ¿Cómo fue cambiando tu forma de escuchar música y ese ritual al momento de escribir?

-HV: Cuando empecé a trabajar en periodismo se escribía en una máquina con cinta, de ahí se mandaba a un taller. Cuando empecé a escuchar música eran discos de pasta, no existían los larga duración de 33 RPM, eso fue evolucionando y yo junto con esos cambios tecnológicos. Empiezo a seleccionar la música antes de escribir, la escucho durante la semana y la sigo escuchando mientras escribo la nota. Si comparás las primeras entregas con las actuales, éstas son mucho más elaboradas. El Cohete ha ido evolucionando, mucha de la música que escucho ahora es vía streaming y muchos de los datos son aportados por el ‘Dr. Google’. Hoy podemos escuchar prácticamente todo lo que se grabó desde que existen los métodos de registro del sonido como si se hubiera grabado ayer. En otra época había que recorrer disquerías y conocer lugares secretos donde hubiera cosas que salieran de la lógica inmediata del mercado. Por ejemplo, las suites para cello solo de Bach fueron grabadas por Pedro Casals en 1935, conozco la mayoría de las versiones posteriores y la suya es insuperable. Hoy está disponible en dos clicks. Cuando las escuché por primera vez fue una odisea conseguirla. Tengo la clarísima sensación de vivir una era privilegiada, la gozo y trato de que la gocen mis lectores. Trato de compartir este júbilo y esta alegría. Esta época tiene bastante calamidades, me parece apropiado gozar también de sus prodigios y este es uno de ellos.

-T: ¿Cómo es el intercambio con los lectores?

-HV: Me impresiona mucho porque esto fue una diversión, una extensión de un placer privado que pensé que iba a llegar a un núcleo muy reducido y, para mi sorpresa, son miles los que la siguen. La nota de la música siempre está entre las 10 más leídas y es una sorpresa muy grata, incluso me han planteado la posibilidad de hacer una publicación expresamente musical. No me da el tiempo pero no me parece una mala idea.

-T: ¿Qué lugar ocupaba la música en tu infancia?

-HV: Mi padre era muy melómano, la colección de discos era suya y muy curiosa para una casa de clase media baja en la provincia de Buenos Aires en la década de 1940. Incluía desde los conciertos de Bach para violín a óperas de Mozart, la obra sinfónica de Schubert y mucho tango. Mi madre tocaba tangos en el piano. Así se formó mi oído y mi gusto por la música. Cuando me dieron el billete de 10 pesos para pagar la luz, me detuve en una casa de discos frente a la estación de tren y me compré uno de Salgán. Después nos cortaron la luz. Para que me durmiera me ponían el quinteto de Schubert y, cuando ya estaba dormido o me semi despertaba, sonaban los tangos de Troilo, Demare y un fuera de serie como Pantaleón. Mi primera nota fue una entrevista a él para una revista del colegio cuando tenía 15 años. Una de las notas del libro dice que la felicidad es Bach y es porque tenía tíos con los que solía pasar los fines de semana y de día íbamos a la plaza, jugábamos y después del baño, me acostaban y empezaban a sonar los conciertos de Bach para violín. Ese es mi primer recuerdo de la felicidad.

-T: En el libro hay distintas estrategias para acercar gustos musicales: Müller reconoce tu perseverancia y en cambio con uno de tus hijos, que escuchaba casi exclusivamente a Luca Prodan, te propusiste no insistir y resultó un amante del tango.

-HV: Ella dice con mucho humor que me propuse educar a una Galatea sorda. Es muy conmovedor su prólogo. Es una escritora descomunal. Por otro lado, creo que si a un hijo le decís lo que tiene que escuchar, es muy probable que te mande a la mierda o te haga sentir que sos un viejo choto. Además, si tiene otro gusto, que lo tenga. En cuestión de música, de arte, lo único que importa es que te dé placer, no hay escuelas, no hay teorías. Si te gusta eso, gozalo. Fue notable cómo, a medida que pasaron los años, empezó a escuchar tango y hoy es fanático.

-T: Hay una cantante argentina que citás varias veces: Lidia Borda.

-HV: Es una cantante maravillosa y una persona exquisita. Hizo un tema de Hoagy Carmichael que se llama «La paso muy bien sin vos», que es la historia de una pareja que se separó y él dice «estoy fenómeno sin vos, salvo cuando…» y detalla momentos en los que recuerda y le da tristeza y melancolía. Me caí de culo escuchándola; entonces, esa semana hice una selección de versiones de ese tema. La del propio Carmichael, la de Nina Simone, la de Sinatra, la de Tony Bennet y la de Lidia Borda. Me atreví a sugerirle que hiciera un disco de jazz y a Daniel Godfrid, su compañero musical y sentimental, que hiciera un disco de piano solo con el nombre «Demare toca el piano» porque somos admiradores de Lucio Demare. Tuve el privilegio de conocerlo porque era amigo del hermano, Lucas, el director de cine, ya que empecé en periodismo como crítico de cine. Es el autor de Malena. La letra dice «Malena canta el tango», entonces Demare toca el piano. Como verás, se trata de pasarla bien; para sufrir hay otras cosas.

-T: Liliana Herrero está no solo como intérprete sino que también aparece recomendándote música.

-HV: Es una gran cantante y una gran persona, le pedí que me hiciera sugerencias. No soy un musicólogo, ni un especialista; soy apenas un oyente, un aficionado, de modo que siempre acepto sugerencias. Hay gente que me hace sugerencias y después se ofende porque no las uso pero es cuestión de gustos. Otras veces las tomo y desarrollo. No soy un crítico que dice lo que es bueno o malo; soy apenas un aficionado. Trato de no escribir sobre lo que no me gusta. A veces, se cuela alguna cosa.