El docente de escuela rural de 51 años asume este miércoles la presidencia del país incaico. Conocé un poco más de su historia
Por Gonzalo Ruiz Tovar, desde Lima – Télam
«A mi hijito lo hemos criado bien criado. La Keiko (Fujimori) le está convocando sus plagas. Mi hijito no es ladrón como ella. Sus papás están aquí, no están presos», fue la defensa con la que Mávila Terrones, al lado de su esposo Ireño Castillo, pidió en una entrevista televisiva detener los ataques permanentes durante la campaña electoral contra su hijo, Pedro Castillo, el profesor rural y de familia humilde que asumirá mañana la Presidencia de Perú.
«Mi hijito no es de ninguna condición que la gente le esté sacando tantas novedades (acusaciones)», insistió la anciana, que vivió gran parte de su vida como analfabeta y se expresa en la forma característica en que lo hacen los quechuahablantes cuando se ven forzados a comunicarse en español.
Los Castillo Terrones viven en Puña, un olvidado caserío del distrito de Tacabamba, provincia de Chota, en el departamento andino de Cajamarca, 880 kilómetros al norte de Lima. Allí, en medio de la pobreza y de paisajes melancólicos, nació el nuevo presidente, el 19 de octubre de 1969.
Desde pequeño soñó con ser maestro y lo logró. Licenciado en Educación Primaria por la universidad César Vallejo, de Trujillo, y luego magíster en Psicología Educativa por la misma institución, le dedicó gran parte de su vida a dar clases en la escuela de Puña. Cientos de niños del lugar pasaron por sus aulas y lo recuerdan como un entusiasta que ejecutaba muy bien las danzas típicas.
En Tacabamba también nació la idea de los ronderos, cuando los campesinos se agruparon en autodefensas para hacer rondas y, con armas precarias, espantar a los ladrones de ganado. Tuvieron tanto éxito que el modelo fue copiado en muchos lugares de los Andes y se convirtió en una fórmula controvertida de «justicia popular».
De hecho, a esos grupos le atribuyen los expertos que Sendero Luminoso no pudiera imponerse en vastos sectores, sobre todo en Cajamarca, uno de los departamentos que mejor lo contuvo.
Sin embargo, no están libres de polémica ya que supuestamente pueden caer en arbitrariedades e imponer valores conservadores a los vecinos.
Con la autoridad que le daba su condición de maestro, Castillo fue líder rondero. Y le gustó la política, aunque en niveles mínimos.
Militante del partido de centroderecha Perú Posible, del expresidente Alejandro Toledo, se postuló a la alcaldía de Tacabamba, sin éxito. Regresó entonces a las aulas, con los niños, y parecía que allí seguiría para siempre.
Pero en 2017 su vida dio un giro: un grupo radical del magisterio inició una huelga que se prolongó por meses.
Por circunstancias diversas, aquel profesor cajamarquino que nada tenía de radical terminó al frente. Se convirtió por unas semanas en un personaje mediático, impulsado además por el partido de derecha Fuerza Popular, de Keiko Fujimori, que usó el movimiento para desestabilizar al Gobierno liberal de Pedro Pablo Kuczynski.
Pero la huelga pasó y Castillo regresó al anonimato, hasta que el líder del partido de izquierda Perú Libre (PL), Vladimir Cerrón, al ver que no podía ser candidato presidencial por estar condenado por corrupción, le ofreció la posta por ese colectivo, autodefinido como marxista-leninista.
El hombre que rara vez se saca su enorme sombrero cajamarquino típico pasó inadvertido durante gran parte de la campaña. El periodista Marco Sifuentes le preguntó en una entrevista que a quién apoyaría en segunda vuelta y le respondió que él estaría en ese balotaje.
El entrevistador le pidió seriedad -«Pero si usted tiene el 0,001 en las encuestas», dijo- y Castillo replicó solo con una sonrisa socarrona que se hizo meme.
A falta de una semana para aquella primera vuelta electoral de abril, el postulante por PL no aparecía en ninguna apuesta. Pero entonces se produjo uno de esos fenómenos propios de Perú.
Los Andes le dieron su apoyo y pasó a la ronda definitiva frente a Keiko. Ante el nuevo escenario, muchos pronosticaron una fácil victoria para la hija del ex presidente Alberto Fujimori, pese a los anticuerpos que genera.
Pero el profesor ganó en medio de una batalla desigual, en que se invirtió una cantidad no precisada pero millonaria de dinero para presentarlo como la cara de una ofensiva del «comunismo» mundial para tomar Perú y no irse nunca.
En Lima el mensaje tuvo éxito y la ciudad se fue con Fujimori. Pero los Andes y en menor medida la selva se la jugaron por un líder que luce muy parecido a quienes votaron por él. No solo fueron vencidas las diferentes expresiones de derecha y centro, sino también grupos tradicionales de izquierda a los que muchos describen como «aburguesados».
Además, los intentos de presentar la elección como fraudulenta fracasaron al no adjuntarse ninguna prueba creíble. Por el contrario, el proceso fue elogiado por la Organización de Estados Americanos (OEA), por Estados Unidos, la Unión Europea y la comunidad internacional, aunque unos más pronto que otros.
Una de las cosas que más resaltan los adversarios de Castillo es su supuesta falta de preparación. En diversas entrevistas se mostró perdido y poco claro en sus respuestas, y alguna vez cargó contra instituciones que todo el arco partidario considera necesarias, como el Tribunal Constitucional o la Defensoría del Pueblo, aunque luego se rectificó.
Conservador en cuestiones sociales, católico pero cercano a iglesias evangélicas dogmáticas, Castillo es contrario al enfoque de género, política con que se busca extirpar desde el colegio a las diferencias de oportunidades entre hombre y mujeres y a la estigmatización de la homosexualidad.
También se ha mostrado contrario a ampliar las causales para el aborto legal, que en Perú solo se puede practicar cuando peligra la vida de la madre.
Hermético, poco dado al contacto con la prensa, impreciso en las respuestas, muchas veces hostil y tímido, «inteligente y carismático» según su rival Hernando de Soto, y «amable, sencillo honesto, tranquilo, con sentido del humor» según el saliente mandatario Francisco Sagasti, Castillo tendrá que ir aclarando sus misterios desde mañana.