Especialistas destacaron los cambios en instituciones públicas del país que avanzan en garantizar esas prácticas "sin intervenciones innecesarias"
Por Clara Olmos – Télam
Pese a que la violencia obstétrica persiste con cifras elevadas y que, en general, un parto respetado no es «accesible para todas las mujeres», especialistas consultadas por Télam destacaron los cambios en instituciones públicas del país que avanzan en garantizar esas prácticas «sin intervenciones innecesarias», con más opciones para acompañar las necesidades de las gestantes y mayor «apertura a sus decisiones».
«Lo que buscamos es que puedan transitar de una manera más empática el trabajo de parto, que las mujeres puedan recuperar su autonomía en este proceso tan íntimo», dijo Liliana Rondal, licenciada en obstetricia del hospital público porteño Teodoro Álvarez, donde lleva más de dos décadas como partera.
«Puede ser que tengamos el saber médico, pero es la mujer quien pone el cuerpo, no nosotros. Tenemos que explicar e informar y la mujer es quien tiene que decidir cómo quiere parir. Eso es algo que todavía falta mucho», agregó Rondal en diálogo con Télam.
La ley 25.929 de Parto Humanizado de 2004 establece el derecho al trato digno, a no ser maltratadas, humilladas, a la atención sanitaria de calidad, al derecho a estar acompañadas en todo el proceso y a decidir sobre las intervenciones con toda la información.
Sin bien esta práctica todavía «está lejos» de ser generalizada, cada vez más instituciones públicas y privadas «buscan adaptarse tanto con modificaciones de infraestructura como por la capacitación profesional», añadió.
Se trata, aseguró, de acompañar los partos respetando la fisiología y los tiempos de los mismos, evitar las «intervenciones innecesarias» y las imposiciones y, especialmente, «escuchar los deseos y necesidades» de las mujeres y personas gestantes.
En Moreno, provincia de Buenos Aires, la Maternidad Estela de Carlotto fue desde su creación, hace una década, una referencia del parto respetado.
Siguiendo las recomendaciones a nivel mundial, en ambas instituciones públicas se crearon las unidades de Trabajo de Parto y Recuperación (TPR), salas apropiadas para que puedan transitar «con tranquilidad e intimidad» el trabajo de parto, el parto en sí y la recuperación durante las primeras horas.
Laura Lorenzo, partera en esta maternidad bonaerense, detalló que las salas cuentan con espacio para moverse, baño con ducha, pelota de esferodinamia, banquito de parto, una tela para sostener y colchonetas, entre otros elementos «para favorecer la fisiología y para usar lo que se llama analgesia no farmacológica, alivios del dolor sin fármacos».
«Los partos no son sin intervención, sino con intervenciones mínimas, esto significa contar con todas las intervenciones conocidas en la obstetricia y utilizarlas sólo en la mujer que sea necesario», explicó Lorenzo.
Y continuó: «Que la mujer ocupe su lugar ‘protagónico’ en el parto significa que reciba lo que necesita y aquello que no requiere no va a ser beneficioso».
Al respecto, Rondal aseguró que esta modalidad está «descrita por la Organización Mundial de la Salud y la evidencia científica lo demuestra».
Las especialistas coincidieron, sin embargo, en que «no se da en todos los hospitales» porque garantizarlo «es complejo» tanto por las condiciones laborales del personal de salud como por las «lógicas de algunas instituciones».
«A veces tenemos entre 15 y 18 nacimientos en una guardia, se dificulta poder acompañar como quisiéramos», agregó.
En la provincia de Santa Fe, en tanto, la red de atención pública para personas gestantes que brinda el servicio de parto respetado se extiende en todo su territorio con maternidades reconocidas a nivel nacional y ubicadas en puntos estratégicos para garantizar el acceso.
Uno de ellos es el Hospital Iturraspe de la ciudad de Santa Fe, una institución que cuenta con cinco salas de TPR y que asiste partos de bajo y alto riesgo «en urgencia las 24 horas y todos los días del año».
«A lo largo de los años hemos ido creciendo y especializándonos, hoy contamos con espacios que nos permiten respetar la intimidad, proporcionar el acompañamiento desde antes del nacimiento, durante el trabajo de parto y el nacimiento», aseguró a Télam Milagros Cuenca, directora del hospital, que apunta a brinda «un abordaje integral».
Asimismo, destacó que dentro del paradigma del parto respetado el hospital «atiende comunidades originarias y busca respetar sus tradiciones para generar un bienestar emocional y físico que redunda en partos más humanos».
«Tenemos en cuenta a todas las culturas y tradiciones que se integran en un intercambio entre las instituciones y la comunidad», explicó Cuenca sobre las personas gestantes de estas comunidades, muchas veces vulneradas en sus partos.
En tanto, en el hospital público Roque Sáenz Peña, en Rosario, se asisten desde 2017 partos en el agua, al igual que en el hospital Ramón Carrillo, en la localidad mendocina de Las Heras.
En Mendoza capital, la Maternidad Misericordia de la Obra Social del Empleado Público también es una institución «categorizada» y que sigue los lineamientos de la Guía de Maternidad segura y centrada en la familia, que busca garantizar el respeto de «todos los derechos en proceso de nacimiento que transita la mujer».
Así lo explicó a Télam Flavia Yáñez, licenciada en obstetricia de la institución, quien destacó que el foco está en no considerar a una embarazada «como una persona enferma».
«Tratamos de que se encuentre informada en todas las acciones que hace el equipo de salud, que tenga el contacto piel con piel con el bebé, que la lactancia materna sea instalada lo más precozmente posible, que esté acompañada en todo el proceso», detalló Yáñez.
«No solo se respeta el derecho de la mujer, sino también para el bebé y su familia», agregó.