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Pantanos de alimentos, el riesgo para la salud de vivir rodeado de comida rápida


Residir en áreas repletas de locales que ofrecen productos ultraprocesados aumenta las probabilidades de sufrir un ictus a partir de los 50 años

La alimentación es uno de los factores determinantes de la salud, por eso la comunidad científica advierte de los efectos nocivos de la comida rápida y los alimentos ultraprocesados desde hace años. Su consumo favorece la aparición de patologías como la diabetes, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y, por supuesto, la obesidad. Sin embargo, aunque se conozca toda esta información, evitar su consumo a veces no es tan sencillo, sobre todo para las personas que viven en zonas conocidas como “pantanos de alimentos”. Se trata de áreas en las que se concentra una gran cantidad de restaurantes de comida rápida y de tiendas de conveniencia, también conocidas como 24 horas.

El concepto de “pantano de alimentos” se acuñó hace más de una década y comenzó a estudiarse en Estados Unidos, pero ahora se da prácticamente en todo el mundo. Manuel Franco, profesor de epidemiología en la Universidad de Alcalá de Henares y en la Johns Hopkins, matiza que en el país norteamericano es mucho más habitual el concepto de desierto alimentario, zonas repletas de estos establecimientos, pero en las que además no hay opción de conseguir alimentos frescos. “En España, aunque haya un gran número de estos locales, también dispones de mercados y tiendas para comprar productos saludables”, explica el experto.

Los primeros resultados de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Columbia (Nueva York) muestran que las personas que viven en zonas consideradas pantanos de alimentos tienen un riesgo mayor de sufrir un ictus a partir de los 50 años. Los investigadores, que han contado con los datos de más de 17.800 personas, hallaron que muchas de ellas vivían en zonas en las que el número de locales que vendían alimentos no saludables era seis veces superior a la cantidad de tiendas con productos frescos. “Vivir en estos lugares condiciona mucho la dieta”, comenta Dixon Yang, autor principal del texto, y añade que este fenómeno aumenta enormemente las probabilidades de consumir comida rápida y ultraprocesados.

El consumo de estos alimentos puede provocar arterioesclerosis, cuenta Andrés Íñiguez, presidente de la Fundación Española del Corazón. Se trata de una afección en la que las grasas y el colesterol se acumulan en las arterias y en sus paredes, lo que puede bloquear el flujo sanguíneo y desembocar en una enfermedad isquémica del corazón, que impide que este órgano reciba la sangre necesaria para funcionar correctamente.

Vivir en ‘pantanos de alimentos’ condiciona mucho la dieta y aumenta enormemente las posibilidades de consumir comida rápida

Dixon Yang, investigador de la Universidad de Columbia

En 2021 murieron nueve millones y medio de personas en el mundo a causa de esta patología, según una revisión de estudios publicada en la revista del Colegio Americano de Cardiología. Ese mismo año, en España, la enfermedad isquémica del corazón y las enfermedades cerebrovasculares fueron las principales causas de muerte, únicamente superadas por la covid, según el INE.

Para Valentín Fuster, director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), los pantanos de comida son una pieza más en el puzle de la obesidad, que cada vez tiene una prevalencia mayor a nivel mundial e influye directamente en el desarrollo de las cardiopatías. En 2021, 3,7 millones del total de muertes en el mundo se atribuyeron a esta patología, detalla Fuster en la revista del Colegio Americano de Cardiología. Una encuesta realizada en 2021 por la Fundación Española del corazón, mostró que casi el 17% de la población española sufre obesidad y casi el 34% sobrepeso.

Los tres expertos españoles coinciden en que una parte del problema se debe al rápido ritmo de vida de la sociedad. “Ahora el que come bien es el que tiene tiempo para cocinar”, asegura Manuel Franco, que afirma que la industria alimentaria se enfoca cada vez más en ofrecer productos preparados a la gente para que no tenga que preocuparse de utilizar una sartén.

Cuanto peor sea tu dieta, más riesgo tienes de desarrollar enfermedades y de morir por ellas

Manuel Franco, profesor de epidemiología en la Universidad de Alcalá de Henares y en la Johns Hopkins de EEUU

Aunque la dieta mediterránea siempre ha sido un ejemplo de alimentación saludable y sostenible, en España ya ha comenzado a ser minoritaria y hay una mayor tendencia a consumir productos ultraprocesados, expone el epidemiólogo, que también cree que falta mucha concienciación. “Cuanto peor sea tu dieta, más riesgo tienes de desarrollar enfermedades y de morir por ellas”, determina Franco, y añade que, en esta cuestión, “estamos muy verdes”.

Andrés Íñiguez, de la Fundación Española del Corazón, explica que el primer paso es concienciar a la población del impacto negativo de las cardiopatías: “Lo que la sociedad se juega es que haya una mayor carga de enfermedad cardiovascular”, apunta. Para Franco, hay que entender la importancia de la alimentación hoy en día: “Poder comprar y cocinar se relaciona con comer mejor”.

Una cuestión de dinero

El equipo de Franco publicó en 2019 una investigación sobre la cantidad de establecimientos de venta de comida basura que se encontraban a 400 metros de los centros escolares de la ciudad de Madrid. Los colegios en áreas de economía alta tenían un 40% menos de estos locales en sus alrededores que los de barrios con ingresos medios y estos, a su vez, tenían un 60% menos que los centros situados en las zonas de ingresos bajos. “Realmente esas personas [con bajos ingresos] viven en un lugar mucho menos salubre”, amplía el experto.

El epidemiólogo habla de una situación estructural de inseguridad alimentaria. Según la FAO, este fenómeno se produce cuando una persona no tiene acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y para llevar una vida activa y saludable. En España esto afecta a casi dos millones y medio de hogares (lo que supone más de seis millones de personas) y, de esas casas, el 5,2% sufre una inseguridad alimentaria moderada o grave.

Yang reconoce también el peso del factor socioeconómico y que muchos de estos pantanos de alimentos coinciden con “áreas más pobres y menos acomodadas”. El investigador admite que, aunque recomienda a sus pacientes seguir una dieta y unos hábitos de vida más saludables, no todos pueden adquirir productos frescos y ese “es un riesgo más difícil de eliminar”, concluye.

Fuente: El Pais