Opinión

Pandemia y aislamiento: cómo será el “día después” para los adolescentes


Por Silvana Bono*

Nos acercamos al último trimestre del año, con casi 7 meses de aislamiento a causa de la pandemia, nos la pasamos readaptando nuestra rutina al año escolar, laboral y demás actividades. Cuando el año calendario ya transita sus últimos meses, sin darnos cuenta comenzamos a pensar en vacaciones y nos preguntamos qué será del 2021.

El encierro genera ansiedad, angustia y estrés. El adolescente sufre mucho; se siente no entendido, no comprendido. Y si bien ya de por sí vive encerrado (en su habitación, por ejemplo), en estos meses la angustia surge por no ver a sus amigos, no ir a la escuela o a la facultad; por perder sus vínculos, sumado a que la mayoría padece la convivencia con sus padres y familia.

Pensando en la apertura de la cuarentena, el miedo a salir de casa en los próximos tiempos, les preocupa y ocupa a los adolescentes de forma distinta al resto. No olvidemos que el sentimiento constante durante esta etapa es no encajar con nadie ni en ninguna parte. El refugio más buscado y elegido por ellos es estar con sus pares. La salida de casa para nuestros jóvenes es, en este punto, menos temerosa que para el resto de las edades. Saldrán corriendo a buscar a sus amigos y compañeros.

Habrá adolescentes con mucha ansiedad o no, otros quizás con baja autoestima o con gran necesidad de reconstruir vínculo con sus padres, que fue involuntariamente dañado por la «híper presencia» en más de ciento cincuenta días de convivencia. Otros estarán estresados y otros tantos con tristeza o alegría, por qué no, por la llegada del final de una cuarentena estricta. Otro mundo les espera, con lo bueno y lo malo nuevamente.

No hablamos de normalidad sino de volver a lo que estábamos habituados y acostumbrados.

Se espera que ese futuro que muchos ansían sea a corto plazo. Pero vendrá acompañado de muchos interrogantes, incertidumbre y preguntas sin respuestas. La manera de ir andando este camino que se nos presentó de repente va a depender de la capacidad que tenga cada uno de adaptarse a lo nuevo.

Los jóvenes cuentan con flexibilidad. Se adaptan fácilmente. Son enérgicos y tienen muchas ganas de reencontrarse con sus pares lo antes posible. Por otro lado, en general, se frustran rápidamente, están muy ansiosos y poco tolerantes. Por eso, es importante ir preparándolos sin apuro, a través de diálogos en familia, terapias, talleres de contención y prevención de situaciones poco felices, entre otras propuestas.

El foco estará en ayudarlos a esclarecer el miedo a ese ‘no sé qué’ como a veces manifiestan, teniéndoles paciencia y brindándoles en casa un refugio donde puedan expresarse y canalizar su angustia y estrés.

* Médica psicoanalista (MN 88960) y fundadora de EnREDados Espacio Psi