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Pablo Fernández, el regreso que ilusiona a todo el básquet rosarino


El experimentado jugador vestirá la camiseta de Sportivo América en la Liga Argentina. Tiene el récord de partidos jugados en la divisional y está en plena vigencia

Por: David Ferrara 

La relación de los equipos rosarinos con la Liga Nacional de Básquet es de amores y odios. Es inconstante, de romance tierno y fugaz a veces, de explosivo y apasionado affaire en otras ocasiones, pero también de rompimientos dolorosos, divorcios conflictivos y de largas temporadas de soledad y distanciamiento. No llegó aún ese amor que vence a todo, ese matrimonio para toda la vida que trabaja en sus diferencias para potenciarse en pos del crecimiento familiar.

El más novel de estos intentos es el de Sportivo América, que anunció con alegría que disputará su tercera temporada consecutiva en la Liga Argentina, segunda categoría del básquet nacional. Luego de un par de años de adaptación y mejora en infraestructura, el Verde apuesta a dar un salto de jerarquía para competir por llegar a playoffs, su objetivo de base para la campaña que se viene y que tiene la ilusión de vivir su salto inicial en octubre pero todavía sin confirmación por la lógica incertidumbre que trae aparejada la pandemia.

Y quizás el mayor indicio de esta búsqueda de mejoría sea el fichaje de un jugador representativo de la categoría, un experimentado de la lucha por los ascensos en el amplio mapa del básquet argentino, pero también un rosarino que debió sufrir el desarraigo de no tener equipo local en el cual desarrollarse. Pablo Fernández supo construir una carrera magnífica lejos de casa, conoció la gloria en lugares tan distantes como Formosa o Río Gallegos, pero su corazón siempre estuvo acá, en los recovecos de Provincial, con sus amigos de siempre.

Las decisiones más difíciles a veces son las más sencillas y todo se fue encadenando para que el alero de 37 años vuelva a la ciudad. “En las últimas temporadas tuve algunas charlas con Hugo Luna (entrenador y presidente del club) en las que me contó el proyecto que tenía para el club y para desarrollar el básquet profesional en Rosario. Y observé que se iba cumpliendo lo que me explicaba, por lo que cuando se dio la oferta a través de mi representante, la analicé y en esta ocasión se pudo concretar”, contó Pablo, dueño del récord de partidos jugados en la segunda división nacional con 559 encuentros a los largo de 16 campañas.

“Si bien la determinación iba a depender de las ofertas que tuviera, hubo un valor especial en que la propuesta sea de Rosario, con la chance de estar cerca de los afectos y de las amistades en esta situación tan particular que estamos viviendo”, relató el alero de fina mano y muy buena lectura de juego.

Con su pareja Vero y su hijo Tizi radicados desde principio de año en la ciudad, hacer las valijas y tomar la ruta una vez más sería mucho más difícil para la dinámica familiar, pero Pablo deja en claro que no vuelve sólo por eso, sino que va detrás de un desafío superador: “Me tocó muchas veces estar en equipos que fueron protagonistas de la lucha por el campeonato y esta vez es un lindo desafío, ya que por ejemplo buscaremos llegar por primera vez a playoffs y estar lo más arriba posible. Después depende de varios factores, porque recién vamos a poder saber para qué estamos cuando se complete el equipo y luego ver cómo rinde a la hora de jugar”.

El rosarino está vigente, pleno desde lo físico y refrendando en cada partido su carácter de referente de la divisional, por lo que no le teme a lo que viene como jugador “franquicia” del equipo y tampoco piensa en el retiro: “Tengo 37 años y puedo cumplir con todo lo que me piden los entrenadores; miro para los costados y veo jugadores de mayor edad en las diferentes categorías. Veo también que estoy en buen nivel y que la vida del deportista se extendió. Pero no puedo pronosticar, porque hay que ser precavido con las lesiones, los contratos, las necesidades de la familia. Es muy difícil proyectar así que voy torneo a torneo”.

Y sueña en grande para el básquet pos pandemia: “Me ilusiona jugar para un equipo de la ciudad, poder estar con la familia y los amigos en la cancha. Me pasó pero siempre siendo visitante. Mis amigos me cuentan las ganas que tienen de poder ir a verme jugar”.

La marca de ser el jugador con mayor cantidad de partidos en la categoría (también es uno de los goleadores históricos del torneo) la logró el 2 de febrero ante Ameghino y desde allí comenzó a agigantar el récord, al que seguramente le quedan varios capítulos más. “Nunca pensé en llegar a ser el jugador con más partidos en la categoría. Me lo habían comentaban y pensé que no era cierto, pero me pasaron la tabla y era verdad. Ahí entendí las canas que me están saliendo”, bromeó quien dividió sus campañas entre Echagüe de Paraná, La Unión de Formosa, Alma de Esperanza, Alvear de Villa Ángela, Huracán de Trelew, Monte Hermoso, Hispano de Río Gallegos, Hindú de Resistencia y San Isidro de San Francisco.

“Del primer partido en el TNA (anterior denominación de la divisional) no me acuerdo mucho, pero sí recuerdo cómo fue mi llegada a la categoría. Fue en la temporada 2003/04, en la que se me empezó a salir el hombro de lugar y por eso en Central Entrerriano de Gualeguaychú me reemplazaron, por lo que trabajé para fortalecer la zona y tuve varias propuestas para pasar a la segunda categoría. Me decidí por Náutico Hacoaj, que estaba penúltimo. El mánager que manejó mi llegada fue Mario Scola, el padre de Luis. El entrenador era Carlos Ballesteros y los jugadores en su mayoría de Capital, más Donald Jones. Fue un torneo bárbaro, porque a pesar de que perdimos los dos primeros partidos después ganamos nueve seguidos, pasamos de pelear por no descender a jugar playoffs. Eran épocas en la que tenías que jugar muy bien para estar en los equipos de elite que peleaban por el ascenso”.

Cada vez que pudo aportó su granito de arena en Rosario. Se puso la camiseta de la ciudad para ser campeón provincial y se puso la de Santa Fe para ganar el Argentino. Pero también se ocupó de generar un tratamiento profesional en los seleccionados locales, elevando la vara, charlando con dirigentes, entendiendo la problemáticas y las virtudes del básquet de la ciudad.

Pablo Fernández repite que viene a jugar al básquet, pero su nombre moviliza a este deporte en la ciudad, genera expectativa y excede lo puramente deportivo. Su entusiasmo contagia y la ilusión se enciende. Hay otra vez amor entre Rosario y la Liga.

Las anteriores temporadas de América en la Liga Argentina

En su debut, en la División Centro Norte reunió 3 triunfos y sufrió 11 derrotas, mientras que luego en la Conferencia Norte terminó con récord de 4 y 22. El plantel contó a lo largo de la campaña con Nicolás Domínguez, Alejo Crotti, Julián Mendia, Kelvin Caraballo, Sean Morgan Jr., Andrés Meinero, Thiago Dubois, Álvaro Chervo, Gabriel Hospital, Mauro Gauna, Jhoyfer Díaz González, Torrance Johnson, Francisco Zuccali, Nicolás Lemes, Francis Córdoba, Juan Cruz Noguera, Mario Butler y Darius Leonard y Juan Bejar.

Ya en la segunda campaña, el nombre de Rosario Basket apuntó a dejar en claro que la plaza del Verde también era para la ciudad y el ingreso libre a la cancha fue otra muestra de la intención de brindar la posibilidad a todos de observar los partidos. Lamentablemente la pandemia dejó sin posibilidades a los elencos de luchar por los playoffs y el ascenso, y la temporada fue cancelada.

En la División Noreste los rosarinos terminaron con marca de 1 juego ganado y 11 perdidos, pero ya en la Conferencia Norte mejoró la versión con marca de 6 y 12.

El plantel nuevamente tuvo bastante movimiento y contó en la campaña con Matías Stival, Andrés Meinero, Federico Giarraffa, Francisco Zuccali, Leandro Chorvat, Thomas Cooper, John Thomas, Hans Feder Ponce, Julián Mendia, Nicolás Rufer, Mateo Ceñera, Santiago Palladino, Alen Mansilla, Franco Pallotti, Santiago Del Sastre, Deon Baker Jr. (no debutó) y Sharwyn McGee.

Los fichajes para esta campaña

Sportivo América, que probablemente utilice nuevamente la denominación Rosario Basket, confirmó además de a Pablo Fernández, al base santiagueño Víctor Cajal y al escolta Ignacio García De Rogatis.