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Política y Economía

Oscar Cuartango: «El capital no tiene corazón, ni patria, ni sentimientos»


CLG dialogó con el ex ministro de Trabajo bonaerense, quien analizó los efectos de la cuarentena en el mundo laboral y opinó sobre el manejo de la crisis de Alberto Fernández

Por: Santiago Ceron

La inédita pandemia de coronavirus ha cambiado por completo el panorama de toda la sociedad, puntualmente del mundo laboral. El covid-19 vino acompañado de una profundización del teletrabajo o «home office», cambio que, según varios especialistas, llegó para quedarse. Sin embargo, todavía se desconocen en su totalidad los efectos que la pandemia tendrá en el trabajo.

Esta enfermedad no sólo está teniendo una influencia directa en la modalidad de trabajo, sino en el acceso al mismo. Las distintas cuarentenas que se han aplicado en cientos de países hicieron una prácticamente inevitable mella en la economía, lo que tarde o temprano se verá reflejado en una recesión. Si bien en Argentina los despidos quedaron prohibidos por 60 días y se aplicó la doble indemnización, la desocupación será un índice que estará bajo observación durante varios meses.

Por eso, en el marco de un 25 de Mayo atravesado por el coronavirus, CLG dialogó con Oscar Cuartango, ministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires entre 2007 y 2015. El ex funcionario dio su visión sobre las consecuencias de la pandemia en el trabajo y la economía, y opinó sobre las habilidades de Alberto Fernández al timón del país.

¿Qué va a pasar con los trabajadores cuando pase la pandemia?

– Los 210 años del nacimiento de nuestra nacionalidad nos encuentra en una situación inédita, no sólo a nivel local, sino a nivel mundial. Pareciera que nada va a ser igual que antes, especialmente para el mundo del trabajo. Por ejemplo, algunas formas de teletrabajo que estaban incipientes quedaron consolidadas, porque la pandemia fuerza a la población del mundo a permanecer en sus casas. El secretario general de Luz y Fuerza Rosario, Alberto Botto, escribió un artículo sobre el tema manifestando que el teletrabajo tendría que ser algo transitorio mientras dure la pandemia. Personalmente, comparto ese punto de vista, pero creo que no va a ser así, la única verdad es la realidad, y el teletrabajo, al igual que los adelantos tecnológicos, vinieron para quedarse.

En ese sentido, el planteo pasa por si nos paramos del lado de los muchos que tienen poco para beneficiarlos a ellos, o nos ponemos a favor de los pocos que tienen mucho para la acumulación de capitales cada vez más grandes. Obviamente, como peronista y militante me pongo del lado de los muchos que tienen poco. Apuesto para que este gobierno, que es peronista y que hasta ahora privilegió la vida por sobre los intereses económicos a pesar de las muchas presiones que existen, en la pospandemia también proteja los derechos de los trabajadores y se pare del lado de los muchos que tienen poco, y no del lado de los pocos que tienen mucho.

El teletrabajo es una modalidad que parece que quedará instalada, ¿los sindicatos deben intentar defender esta situación?

– Por supuesto. Y en la medida que se pueda, se debe retrotraer a su estado anterior. Si no se puede retrotraer, por lo menos se lo puede regular, para que sea o menos nocivo o más beneficioso para los trabajadores. Como primera aproximación al tema, se me ocurre el derecho a la desconexión, es una cuestión que ha surgido ahora con la crisis, porque sino la gente está permanentemente conectada y eso hace que la jornada de trabajo sea indefinida y se mezcle la vida familiar con la laboral. Por otro lado, creo que por lo menos hay que hacer un mix entre días presenciales y días de teletrabajo, porque eso permite manejarnos con solidaridad en relación a la sindicalización y a la defensa de los intereses; de lo contrario, en soledad, el hombre se vuelve individualista.

Por ejemplo, la Asociación Judicial Bonaerense hizo un convenio que plantea que el teletrabajo se realiza sólo por el período que dure la cuarentena, que el sindicato puede tener acceso a los contactos para comunicarse con sus afiliados y para controlar que se cumpla la jornada de trabajo. Define que el trabajo sea online, pero monitoreado por el sindicato. También plantea que el teletrabajo es voluntario, tanto para entrar a esa modalidad como para salir. Por otro lado, tampoco se puede omitir por qué el trabajador tiene que poner su computadora a disposición del empleador, sino que se le tendría que proveer el aparato. Son reflexiones sueltas que luego se tendrían que bosquejar en una reglamentación.

El gobierno argentino ha tomado medidas para prevenir despidos, pero si la economía cae es muy difícil evitarlos, ¿qué cree que sucederá con la desocupación?

– Es una situación que venía siendo estudiada por la OIT en una comisión especial que formó en 2017. Se habla, por ejemplo, de una renta universal, de reducir la jornada de trabajo, de reducir la semana de trabajo; cada vez va hacer falta menos gente para producir más cosas, allí nos lleva el progreso y el desarrollo de la tecnología. Lo que sucede es que si no hay consumidores, ¿a quiénes le van a vender lo que producen? En ese esquema se tiene que proteger a las familias, brindarles asistencia económica, y el trabajo digno sería lo ideal.

Me indigna que haya empresarios que no quieran pagar los sueldos, porque han mancomunado enormes ganancias en estos cuatro años y a los primeros indicios de crisis se resisten a pagar, como es el caso de Paolo Rocca con Techint o el mundo financiero, que es el gran ganador del período de Macri. Lo de Paolo Rocca no me sorprendió, pero igual me indignó. El capital no tiene corazón, ni patria, ni sentimientos. Me indignó porque fueron los grandes beneficiados de cuatro años de actividad en la cual los trabajadores perdieron poder adquisitivo y derechos.

¿Qué opina sobre el manejo de Alberto Fernández ante la crisis del coronavirus?

– Es excelente. Obviamente hay gente que la está pasando muy mal, primero porque ya la estaban pasando mal antes, pero ahora se potenció. El plomero, el electricista, el mozo de un bar; ellos se han quedado sin ingresos. El auxilio del Estado es un gran esfuerzo porque ayuda a muchísimas personas, pero es insuficiente. En el marco de una crisis global tenemos una situación de privilegio en lo que hace a cantidad de infectados y a mortandad. Esperemos que se siga así. El mundo va a estar en crisis y las economías van a estar resentidas, no creo que haya otro camino que la cuarentena para enfrentar esto. Estoy dentro del grupo de vulnerables por mi edad. No se puede hacer como Trump en Estados Unidos o Bolsonaro en Brasil, que miran para otro lado. En Estados Unidos ya hubo más de 100.000 muertos, cuando la Guerra de Vietnam arrojó unos 50.000. Es una enfermedad desconocida.

Muchos advierten que la pandemia traerá una mayor concentración de riqueza y que se profundizará la inequidad con los países más ricos, ¿es así?

– Está por verse. Lamentablemente el capitalismo apunta a eso: la teoría del derrame no se cumple, siempre se consigue un recipiente más grande. Creo que tiene que haber una fuerte intervención del Estado. Scalabrini Ortíz decía que ‘si no se legisla’, y yo agrego que si no se gobierna, ‘explícitamente para los débiles, se lo hace implícitamente para los poderosos’. Creo que Macri durante sus cuatro años en el poder gobernó, no implícita, sino explícitamente para los poderosos. Esa es la situación en la que nos encontramos, más allá de la pandemia: teníamos una gran precariedad económica, una gran precariedad laboral y una gran pobreza, factores que la pandemia no hizo más que agravarlos.

Hace unas semanas usted expuso en el Foro para el Día Después y en los próximos días lo hará Alberto Botto, ¿en qué consiste?

– Es un foro donde se invitan a distintos dirigentes sindicales, abogados laboralistas y empresarios para que hablen sobre el día después de la pandemia. Tenemos que contemplar las distintas situaciones que se presenten en defensa irrestricta de los derechos de los trabajadores. Intentamos estar preparados. Leí la nota de Alberto Botto sobre el teletrabajo, me parece un gran dirigente y una persona que piensa con sentido común.