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Orgullo argentino: los 44 médicos que separaron siameses


Una operación que duró nueve horas y necesitó a tres equipos médicos para separar a dos hermanos unidos en la pelvis. CLG habló con uno de los profesionales que intervino en la cirugía

  • Por Belén Corvalán

Cuarenta y cuatro fueron los profesionales que, divididos en tres equipos médicos, trabajaron sin cesar durante las nueve horas que duró la cirugía en la que los dos bebes siameses, Gianluca y Santino, de tan solo nueve meses de vida, pudieron ser separados exitosamente gracias a la labor del equipo de la Fundación Hospitalaria.

En este caso el par de bebés estaba unido por la pelvis, es decir, tenían fusionados sus penes, y a su vez compartían una parte del aparato gastrointestinal bajo. En diálogo con CLG, el doctor Sergio Paikovsky, subdirector médico de Obstetricia y Ginecología de la institución que llevó adelante la intervención, respecto al futuro de los niños, explicó que ahora tendrán que hacer una rehabilitación traumatológica “pero nada severa”.

Paikovsy fue uno de los especialistas que diagramó la operatoria y logística previa a la intervención quirúrgica, para que esta pueda llevarse adelante. Una etapa que, según cuenta, duró alrededor de dos meses. “Una vez que los chicos nacieron hicimos todos los estudios pertinentes para ver si era posible la separación”, cuenta. Y aclara que no en todos los casos, se puede someter a los siameses a que sean separados, ya que depende de los órganos que compartan.

El médico explica: “Partimos de una malformación hipercompleja con dos chicos unidos, entonces todavía quedan cirugías por reconstruir, pero la expectativa que tienen es muy positiva”.

Este tipo de patologías “son pocas y extremadamente infrecuentes”, explica el doctor. Se estima que en Argentina nacen entre 4 y 8 pares de siameses por año, “lo que pasa es que muchos fallecen en la panza por malformaciones, entonces se podría resumir entre 3 y 4 anuales en el país”, enfatiza.

Así fue que, a partir de los estudios efectuados, se coordinó una reunión con el equipo de medicina legal y los especialistas que iban a intervenir para evaluar los riesgos y beneficios en caso de que se concrete la cirugía. “Todo eso se plasmó en un consentimiento informado que se les entregó a los padres para que lo puedan leer, y luego preguntarnos lo que quisieran para  sacarse las dudas. Nosotros estábamos convencidos de que los beneficios superaban los riesgos de la intervención, por eso se la proponíamos”, sostiene.

Asimismo, el médico cuenta que para el desarrollo exitoso de la cirugía también fue fundamental el apoyo de los padres, quienes desde el inicio se entregaron ciegamente al equipo médico. “Desde que llegaron siempre estuvieron tirando para el mismo lado con nosotros, nunca cuestionaron ninguna intervención, siempre con fe en nosotros y en la ciencia. De otra forma, no sé si hubiese sido posible”, destaca.

La preparación previa a la operación incluyó hasta una simulación de cirugía en quirófano con muñecos para ver si una vez que estaban los dos bebes operados podían mantenerse en el mismo espacio. “Armamos dos quirófanos en uno, para que no tengan que ser trasladados hacia otra sala con la asistencia respiratoria y las máquinas de anestesia”, explica respecto a la prueba realizada tres semanas antes de la cirugía.

Todo el procedimiento médico se dividió en veinte etapas y se llevó adelante con 44 profesionales de manera sucesiva entre tres equipos médicos: el de urología infantil, a cargo del Dr. Juan Pablo Corbetta; el de cirugía general, a cargo de la Dra. Luzia Toselli; y el de cirugía plástica, a cargo del Dr. Miguel Floria. “Primero se dio la separación y después el cierre de las cicatrices y los internos que había que hacer”, sintetiza.

Asimismo, el médico subraya que en el último tiempo ya se habían hecho intervenciones de este tipo, aunque remarcó que quizás “con esta fusión puntual, sí fue la primera en el país”. “No deja de ser un hecho muy importante, pero no fue la única en la Argentina”, agrega.

Cuando se le consulta sobre la sensación que sintió cuando finalizó con éxito la cirugía que duró nueve horas, la respuesta no podría ser otra: “Alegría”. “Se te hincha el pecho de una manera impresionante, pero son cinco minutos porque después suena el teléfono y te vas a salvar otra vida por ahí”, manifiesta.

Más allá de la relevancia mediática que cobró esta cirugía puntual por la complejidad que implicaba, Paikovsy destaca que la entrega de los médicos hacia los pacientes es permanente. “Nosotros somos médicos 24 horas, los 365 días del año. Es nuestra tarea en el mundo, es nuestro deber y así lo tomamos. Tratamos de dar bienestar a cada una de las personas que se nos cruzan en el camino, tenemos esa vocación de servicio”.

Para terminar, celebró el trabajo en equipo que preponderó entre todos los profesionales durante todas las etapas médicas para que el final sea el esperado. “Todos se desempeñaron sin ningún egoísmo y trabajaron en pos de esto. Lo único que nos importaba eran los dos chicos y la familia”, remarcó. Y cerró: “Es un orgullo hacia la institución que los profesionales que participaron sean todos médicos nuestros. No tuvimos que buscar a nadie de afuera, y eso a nosotros nos enorgullece”.