Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
El primer año de gestión de Javier Milei fue indudablemente exitoso, al menos si medimos el éxito con la vara libertaria (para la gran mayoría del pueblo argentino fue un desastre, eso es indiscutible). La baja del déficit y la inflación son claramente sus naves insignia. Sin embargo, no es para despreciar el despliegue magistral que llevaron adelante las legiones cibermediáticas del gobierno, ya que les permitió someter políticamente a toda la oposición. Hoy parece que nadie quiere asomar la cabeza en el debate público porque puede caer presa de los despiadados asesinos a sueldo de las redes sociales de La Libertad Avanza. El presidente ha insultado públicamente a periodistas y legisladores sin que nadie se atreva a responderle. Incluso ha amenazado en vivo y en directo a sus opositores sin que ningún fiscal de la República se atreva a enfrentarlo. Tal vez ustedes sean muy jóvenes para recordarlo, pero hasta hace menos de un año y medio atrás, fatigaban los estudios de televisión los protectores de los valores patrios, los republicanistas puritanos, los santos meadores de agua bendita. Hoy han desaparecido. Una de dos: o murieron todos repentinamente (Dios no lo permita), o se mudaron al sótano de su casa y no piensan salir a luchar por las instituciones de la democracia hasta que vuelva un gobierno peronista.
Pero no sólo en la Argentina Milei se ha sacado las ganas de decir lo que ha querido. Ya fueron dos los viajes al Foro de Davos en los que un raro personaje de un país perdido al sur de Sudamérica, ha ocupado el estrado para enseñarles a los inventores de la milanesa cómo se hace un rebozado. Pero claro, en un mundo donde el presidente del país más poderoso del mundo en un personaje como Donald Trump, la capacidad de asombro está totalmente desbordada, y nadie se va a detener a prestarle atención a la versión putativa del primer mandatario norteamericano. Una versión que sólo replica algunas excentricidades y la oposición a las agendas globales de cambio climático y de género. Porque hay algo que ya todos tienen claro: en materia económica Trump y Milei no pueden ser más alejados. Sólo los una, tal vez, el interés por garantizar los negocios de las empresas norteamericanas.
El año que pasó estuvo signado en buena medida por lo que el economista Martín Telechea llamó el Trilema de Milei. Ya lo comentamos en algún momento durante el 2024, pero como dice Mirtha Legrand, el público se renueva. A ver, durante al primer tramo de su gestión el presidente tenía tres objetivos fundamentales: bajar la inflación, acumular reservas y eliminar las regulaciones cambiarias. Dado que no es posible alcanzar los tres al mismo tiempo, en la primera fase del programa económico se privilegió la baja de la inflación y la acumulación de reservas. A raíz de las presiones de los principales agentes económicos y financieros, en una segunda fase se decidió avanzar con la flexibilización de algunas normas cambiarias. Sin embargo, para lograrlo, se sacrificó el objetivo de acumulación de reservas. De hecho los datos son categóricos: durante el segundo semestre el Banco Central acumuló un 90% menos de reservas que durante el primero. Las razones son varias (la normalización del pago de las importaciones, el proceso de apreciación cambiaria, la disputa por sostener el tipo de cambio, etc). Pero habría que citar como causa principal a la sangría de dólares que sufrió el país por la vía de la bicicleta financiera, incentivada y favorecida por el gobierno a través de su política de tasas de interés que estuvieron siempre muy por encima del ritmo de devaluación programado. Esto permitió durante el año pasado obtener ganancias en dólares de alrededor del 50%, una verdadera obscenidad. La reciente decisión de bajar levemente las tasas de interés, pero bajar a la mitad el ritmo de la devaluación oficial del peso, no hace más que garantizarle a los especuladores que la fiesta de la bicicleta está más viva que nunca.
El gobierno está cada día más embretado. Los resultados de la cosecha 2024 no sólo no reflejaron los volúmenes proyectados, sino que además se vieron fuertemente afectados por el deterioro de los precios internacionales. El anuncio reciente de la Reserva Federal de los EEUU de que en 2025 es probable que sólo haya dos recortes de tasa en vez de cuatro como se había establecido originalmente, no hacen más que forzar a la baja las expectativas de precios de los commodities para el año que comienza, lo cual no es una buena noticia para un gobierno que necesita los dólares como el agua en el desierto. El tan anunciado programa con el FMI sigue en veremos, ya que el organismo le reclama al gobierno que tome algunas decisiones que Milei no está dispuesto a tomar. Incluso si llegaran esos fondos (se habla de que Caputo exige aproximadamente U$S10.000), no serían suficientes para cumplir con el máximo sueño húmedo libertario: salir del cepo. Y no lo decimos nosotros, lo dijo el mismísimo Domingo Cavallo, que ha vuelto al ruedo como personero mediático de algunos grupos de poder económico en la Argentina.
Hoy, la dupla Milei-Caputo se han puesto más massistas que Massa. Como el fallido candidato a presidente, llevan adelante un programa de tres patas:
1. Rascar la olla (ver de dónde rascan un mando dentro del país).
2. Pasar la gorra (recorrer los foros internacionales pidiendo créditos).
3. Planear (tratar de que la estabilidad del momento los deposite competitivos en la antesala de las elecciones).
Seguramente en las próximas semanas intentarán con un nuevo blanqueo, algo más de bicicleta para mantener los dólares girando (por más que después se vayan), y algún crédito puente para zafar a la espera de la liquidación de la cosecha gruesa. Veremos que les depara la política, pero este programa económico ya tiene el boleto picado.