Por Diego Añaños – CLG
Domingo de elecciones y con la expectativa en crecimiento. Todos tienen la percepción de que los resultados finales marcarán lo que queda de la gestión de Javier Milei, y creo que tienen razón. Sin embargo, desde el 7 de septiembre, luego de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, cambió radicalmente lo que se define este 26 de octubre. Hasta hace no muy poco tiempo, el gobierno se planteaba como objetivo de máxima multiplicar el número de diputados y senadores, de modo tal de alcanzar con votos propios (o con una pequeña ayuda de los amigos) el quórum propio en ambas cámaras. No hace falta explicar que ya nadie cree que eso sea posible, ni en el más febril sueño húmedo del más termocéfalo de los libertarios. Hoy la meta es más realista: reunir un tercio de los legisladores en cada cámara (nuevamente, con votos propios o una pequeña ayuda de los amigos), con el único fin de poder garantizar sostener los vetos presidenciales que, seguramente, se vendrán en camionadas hasta el fin del mandato. Y esto no sólo lo dicen los analistas. En un gesto de sinceramiento poco habitual en la política, fue el presidente el que sostuvo el mismo argumento ante la prensa. En síntesis, lo que se juega este domingo es si Javier Milei podrá surfear los dos años que restan detrás de una robusta barricada legislativa, o si las Cámaras conseguirán hacerse de la iniciativa política hasta 2027. Lo que va quedando muy claro, que cualquier intento de gobernar ya naufragó. Sólo se trata de vivir, cantaba Fito Páez, pero para una gestión que está al borde de la muerte (lo dice Donald Trump, no lo digo yo), hoy más que vivir, se trata de sobrevivir.
Como venimos comentando en nuestras últimas columnas, el gigantesco paquete de ayuda del gobierno norteamericano sólo alcanzó para frenar coyunturalmente el colapso financiero y cambiario en la Argentina, y no mucho más. El dólar continúa subiendo, el Riesgo País no cede, y los papeles argentinos operan dispares pero en un contexto de una gran volatilidad (los bonos siguen cayendo y las acciones por momentos se recuperan). El posterior anuncio de la llegada de un importante préstamo de otros U$S20.000 millones de un grupo de entidades financieras destinados a recomprar deuda argentina tampoco calmó la incertidumbre financiera. Para colmo de males, la inestabilidad política pre electoral despertó la desconfianza de los inversores y tanto la JP Morgan, la Goldman Sachs, el Bank of America y el Citigroup, exigieron nuevas garantías al gobierno argentino y al Tesoro norteamericano para avanzar con la operación. Sin un respaldo explícito en activos, reservas o la cobertura de Washington, el dinero no va a aparecer sobre la mesa.
La otra cuestión a tener en cuenta, es que en los EEUU las cosas se le están complicando a Donald Trump. Esta semana se cumplieron 24 días del cierre del gobierno, ante la falta de acuerdo entre demócratas y republicanos con respecto al presupuesto nacional. A esta altura ya es el segundo goverment shutdown más largo de la historia norteamericana. Como dato de color, digamos que el más extenso se produjo en 2018 y duró exactamente 35 días, bajo la primer presidencia de Trump. El senado, que cuenta con mayoría republicana (53/47), no pudo resolver la discusión luego de once intentos y cada día que pasa aumenta más la incertidumbre. Actualmente, alrededor de 2.300.000 agentes de la administración pública no están recibiendo su paga y un serie de servicios federales comienzan a resentirse (programas de asistencia alimentaria, parques nacionales, inspecciones de alimentos, entrega de los cheques de seguridad social y Medicare, la Administración Nacional de Seguridad Nuclear y la Administración Federal de Aviación, con la consecuente escasez de controladores aéreos y retrasos en los vuelos). No parece ser un buen momento para soltarle U$S20.000 millones a un estrafalario líder populista del fin del mundo.
Como si todo esto fuera poco, la última semana antes de las elecciones no viene trayendo buenas noticias para Javier Milei, y todo parece complicarse cada día que pasa. En primer lugar, se multiplican las movilizaciones reclamando el cumplimiento de la Ley de Discapacidad a lo largo de todo el país. El martes la Asociación de Profesionales y Técnicos del Hospital Garrahan, acompañados por trabajadores de otros sectores del efector, realizaron un paro de 24 hs con el fin de visibilizar el incumplimiento de la Ley de Emergencia Pediátrica sancionada por el Congreso Nacional. Paralelamente, el miércoles, el plenario de Rectores y Rectoras del Consejo Interuniversitario Nacional decidió recurrir a la Justicia, ante la decisión del gobierno nacional de promulgar la Ley de Financiamiento Universitario pero suspender su aplicación. Además, y antes de que empiece la caza de brujas el lunes 27, empezaron las renuncias. El primero Gerardo Werthein, blanco de las críticas de Santiado Caputo dentro del Gabinete, (y el segundo canciller que se carga el Gordo Dan desde las redes sociales, después de Diana Mondino). Luego Mariano Cúneo Libarona, que pegó un portazo y se retiró ofendido, más allá del tono agradecido de su renuncia. Las tensiones dentro del Gabinete se hicieron insostenibles y no fue posible sostener a los ministros hasta el lunes posterior a las elecciones. Finalmente, la interna con el PRO parece aumentar de temperatura, y le retiraron 1000 fiscales a LLA en La Matanza a cinco días de las elecciones. En síntesis, no es nuestro estilo hacer pronósticos, pero tanto el recorrido de los últimos 21 meses, como todos acontecimientos recientes hacen pensar que sería muy raro que este domingo el gobierno haga una gran elección. Igualmente, más allá de cualquier análisis, y como decía El General: “La única verdad es la realidad”, y serán las urnas las que determinen cómo sigue la cosa para las Fuerzas del Cielo.
