Por José Odisio
Por José Odisio
El 28 de diciembre del año pasado Newell’s le ganaba a Central Córdoba de Santiago del Estero en el Coloso por 3-1. Y casi como una señal del destino, ese “Día de los Inocentes” fue la última vez que la Lepra pudo ganar un partido. Pocos imaginaban estar más de tres meses sin ganar. Aunque Kudelka tambaleaba, una seguidilla de cinco victorias al hilo le daban respiro y ni los más pesimistas podían suponer 9 partidos posteriores sin sumar de a tres.
Burgos no es responsable de este presente deprimente. El Mono no fue quien preparó de manera paupérrima al grupo desde lo físico, ni quien le generó una inestabilidad propia de una racha sin ganar. En menos de dos semanas, el nuevo DT ajustó lo que pudo, con la idea primaria de dejar atrás la sensación de derrota, tratando de minimizar los errores defensivos y pidiendo una entrega incondicional detrás de su por ahora frase de cabecera: “Cada partido es una final”.
A la vista el equipo cambió. Es más compacto, menos arriesgado con la pelota en defensa y con mayor entrega. Pero le falta carisma, esa vistosidad en ofensiva que seduce a los hinchas sin importar los resultados. Pero el Mono entendió que lo primero era conseguir resultados, al fin y al cabo, el respeto de la historia leprosa que intentó Kudelka fue un fracaso rotundo.
No es fácil la tarea de Burgos. Y a medida que incrementa la intensidad de trabajo le aparecen problemas físicos en el plantel. Esta semana tuvo entre algodones a Cristian Lema y Franco Negri, pero al final perdió a Pablo Pérez, un titular que es fundamental para edificar su idea de juego. Son todas finales, pero la del miércoles por Copa Argentina ante Sarmiento tiene mayores consecuencias, a favor y en contra. Por eso Pérez no juega con Huracán.
El “Día de los Inocentes” quedó lejos. Y ya es hora de volver a ganar. Y el destino le puso a la Lepra otra fecha afín al catolicismo para intentar la recuperación. Esa que tal vez suceda en Pascuas, el día que se celebra la resurrección de Cristo. Tal vez coincida con la de Newell’s, algo que para muchos pasa a ser un milagro.