Por Diego Añaños
Por Diego Añaños
Finalmente, y una semana antes de lo previsto, llegó la misión del FMI a la Argentina. La comitiva, encabezada por Luis Cubeddu y Julie Kozack, ya cuenta con toda la información recabada en la staff visit realizada en octubre, y se apresta a comenzar la verdadera negociación. Si bien es cierto que los funcionarios del organismo ya se conocen las caras con los miembros del equipo económico argentino (no sólo las caras, sino también las respectivas posiciones), no será en estas dos semanas en que se arribe a un acuerdo. Seguramente la misión volverá a Washington con una propuesta concreta por parte de los negociadores argentinos, que será analizada por la burocracia del organismo y por los funcionarios políticos para volver a sentarse a la mesa. Según todas las versiones, la Argentina intentará cerrar un programa de Facilidades Extendidas, para saldar la deuda de más de U$S45.000 millones, más U$S3.000 millones de intereses devengados.
En su página web, el Fondo detalla que: “Cuando un país se enfrenta a graves problemas de balanza de pagos a mediano plazo debido a deficiencias estructurales que tardarán tiempo en resolverse, el FMI puede brindar asistencia a través del Servicio Ampliado”. Estos acuerdos se caracterizan por la participación en un programa y períodos de reembolso más largos. Es decir, a diferencia del Stand By firmado durante la gestión de Mauricio Macri, el programa de Facilidades Extendidas contempla un período de repago del capital en cuotas entre el año cuatro y medio y el año 10.
Sin embargo, lo verdaderamente relevante es que normalmente viene atado a un conjunto de requerimientos de Reformas Estructurales en lo previsional, lo tributario y en la legislación laboral. La Argentina y el FMI sólo firmaron dos acuerdos de Facilidades Extendidas, ambos durante la presidencia de Carlos Menem. El primero fue el 31 de marzo de 1992, durante la gestión de Domingo Cavallo como Ministro de Economía, por un monto de aproximadamente U$S5.500 millones. El segundo, el 4 de febrero de 1998, durante la gestión de Roque Fernández al frente del Ministerio de Economía por unos U$S2.800 que nunca fueron desembolsados.
Sin embargo, Martín Guzmán tiene en su cabeza un programa que no se ajusta a las tradiciones del Fondo. Está pensando en un acuerdo que no implique un ajuste estructural. Es cierto que existen razones ideológicas para tratar de evitarlo, pero el argumento más fuerte en contra de las políticas tradicionales tiene que ver con su probada ineficacia.
“Jamás funcionó en nuestro país”, sostienen los funcionarios del área económica, a la vez que niegan que se haya hablado del tema durante la visita anterior de los funcionarios del organismo.
Guzmán persiste en el objetivo elegido al inicio de su gestión: tranquilizar la economía y frenar la caída. Hay varias señales emitidas desde la conducción económica y su claro destinatario es el Fondo (la nueva propuesta de movilidad jubilatoria que el oficialismo llevará al Congreso, descongelamiento de las tarifas de luz y gas y de la medicina prepaga para 2021, dólares oficiales domados, recuperación de reservas, de la actividad económica y de la recaudación fiscal, etc). No quedan dudas de que será una negociación muy difícil. Donde algunos analistas ponen hoy su atención es en el profundo vínculo de amistad que sostiene el Papa Francisco, con Joe Biden, un católico practicante y devoto. Ambos fueron activos participantes en el diseño de la agenda global de Barack Obama. Muchos sugieren que, ante un empantanamiento de las negociaciones con el FMI, la palabra del Santo Padre, que parece ser santa también para Biden, ofice de bálsamo que permita allanar el camino para un acuerdo beneficioso para nuestro país.
Imaginando un escenario en el que se resuelva favorablemente el default con el FMI, el equipo económico deberá encarar inmediatamente la deuda remanente de más de U$S2.000 millones con el Club de París, en lo que será el último capítulo del proceso de normalización financiera de los compromisos que tiene asumidos el país en moneda extranjera. Esto le permitiría aliviar la carga de los compromisos de deuda hasta 2025, de modo de garantizar la capacidad de repago por la vía genuina del crecimiento económico.
Durante la semana que pasó aparecieron los especuladores de siempre. Creo que era Menem el que hablaba de las “casualidades permanentes”, y no encuentro mejor modo de definirlo. Fue una semana prácticamente sin oferentes, en un mercado pequeño, y con algunos agentes que, sospechosamente, salieron a comprar fuerte. El dólar blue, en realidad el dólar ilegal, el de las cuevas, registró durante estos cinco días de rueda su mayor avance nominal en casi dos meses, llegando a los $172. Caramba, dirán algunos, justo la semana en que se inician las conversaciones con la misión del Fondo. Y sí, así fue. Otro apriete de los sospechosos de siempre que, con poca plata y en un rato, te ponen los titulares de los diarios.