Por Diego Añaños
Seguramente julio de 2022 será recordado por muchos de nosotros como un período extremadamente turbulento, poblado de incertidumbres varias. Desde la renuncia de Martín Guzmán a comienzos del mes, hasta la decisión de mover fuerte el tablero y llevar a Sergio Massa a una posición de poder en el Gabinete Nacional (pasando por la designación de Batakis y su pronta eyección), no llegaron a pasar cuatro semanas. Sin embargo sucedieron muchas cosas. Habitualmente medimos el tiempo por las horas, los días, los meses o los años que van pasando. Si bien existen percepciones subjetivas del tiempo, hay algunos acuerdos. Media hora es poco tiempo para un romance, pero mucho tiempo para hacer un huevo duro. También sabemos que percibimos el paso del tiempo de modos diversos dependiendo de la situación: si estamos aburridos las horas parecen no pasar nunca, y si estamos pasando un buen momento, parece que el tiempo se nos va de las manos. Pero claro, el transcurso, que es de lo que estamos hablando, es sólo una de las dimensiones del tiempo. También existe la dimensión de la intensidad, esto es la acumulación de sucesos relevantes en un apretado período de tiempo. Y si de algo estuvo preñado el mes que estamos terminando, fue de intensidad.
Es posible que más de uno sugiera que lo ocurrido en las últimas semanas fue muy desprolijo, y probablemente tenga razón. La cuestión es que es muy difícil de procesar una crisis prolijamente. Sino, está claro, no sería una crisis. Una crisis deviene casi siempre de un acontecimiento inesperado, y si la situación previa ya es complicada, más profunda será. La renuncia de Martín Guzmán, si bien fue relativamente prolija (se hizo un sábado, por ejemplo), sorprendió al gobierno, que seguramente no la esperaba. Paralelamente, a las tensiones propias que venía registrando la coalición gobernante se le agregaron rápidamente las maniobras desestabilizadoras de los medios opositores. Incluso algunos medios internacionales, como el periódico británico Financial Times (muy afecto a participar de operaciones mediáticas en contra de la Argentina), se sumaron al esmerilado vernáculo. En los últimos días, incluso el presidente del BID, Mauricio Claver Carone, se despachó con fuertes críticas a la Argentina, poniendo en duda la remisión de un crédito de U$S500.000.000 que había sido ya aprobado por el organismo. Como frutilla del postre, la corrida cambiaria en el mercado del dólar paralelo, le permitió a los principales medios, generar un clima de catástrofe, echando nafta al fuego de la angustia popular.
Luego de febriles negociaciones, el gobierno decidió un conjunto de movimientos al interior del funcionariado para tratar de relanzar la gestión. Está claro que la designación de Sergio Massa al frente de la cartera de Economía es el más importante de esos cambios. En Página 12 se dio un interesante cruce de opiniones entre Mario Wainfeld, que considera que se ha creado un súper ministerio (que ahora incluye no sólo Economía, sino también Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca), y Alfredo Zaiat, que afirma que nada tiene de súper, ya que lo único que se hizo fue recuperar los tradicionales atributos para el diseño de una política económica integral (recordemos que Industria, ahora Desarrollo Productivo, Agricultura y Turismo, fueron desprendimientos de la tradicional cartera de Economía). Sin embargo, e independientemente de otras consideraciones, la designación representa una imponente victoria política para el tigrense que, como todos sabemos, tiene firmes aspiraciones presidenciales desde hace mucho tiempo.
Las primeras reacciones de los mercados fueron positivas. Subieron las acciones, bajó el riesgo país, y bajó el dólar blue. Incluso algunos gobernadores, y hasta el propio Claver Carone, saludaron la designación con beneplácito. Sin lugar a dudas, un poco de calma en medio de tantas turbulencias no viene mal, pero claro, si los mercados están contentos, los que van a sufrir son los trabajadores. Además se refuerza la sospecha de que lo que se viene es más del ajuste anunciado oportunamente por Batakis. Sin embargo, y a pesar del respiro, vale destacar que todavía persiste la incertidumbre. Siempre hay que tener presente que, más importante que los nombres, son las decisiones que se toman. Dado que Sergio Massa ha tenido una conducta política tan resbaladiza en los últimos años, es difícil saber con precisión cuál es su proyecto. Según aseguró a los principales medios el actual presidente de la Cámara de Diputados y futuro ministro de Economía, el miércoles se anunciarán un conjunto de medidas. Probablemente en ese momento tendremos algo más de claridad. Por ahora son sólo preguntas.