Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
La penúltima semana del rally electoral rumbo a la primera vuelta no hizo más que profundizar las tendencias que se observando. Las declaraciones de los candidatos libertario y cambiemitas continúan tomando temperatura, mientras que Sergio Massa trata de centrar su campaña en la gestión. El dólar blue, que se venía mostrando nervioso, volvió a picar y atravesó la barrera psicológica de los $1.000. Nada demasiado relevante en términos porcentuales, pero con un gran peso simbólico en un electorado argentino que siempre tiene un ojo en el mercado paralelo. El gobierno, que cuenta hoy con pocas herramientas para dar esa pelea, realizó algunos allanamientos de gran visibilidad mediática y consiguió bajarle $30 a la cotización. Algunos lo celebraron como una victoria, pero en realidad tuvo mucho más de montaje mediático que de medida económica. Además, sólo movió la cotización un raquítico 3% hacia abajo, lo cual deja sabor a poco en medio de la guerra cambiaria que vienen planteando los especuladores para esmerilar al oficialismo.
Massa venía advirtiendo desde el comienzo de la semana que no iba a tolerar la corrida, signada claramente por la competencia electoral. Sostuvo que había lugar para aquellos “que especulan con el ahorro de la gente y los que sobre los arbitrajes generan ganancias ilegales extraordinarias”, para concluir afirmando que “tienen que ir presos”. El ministro siente que en esta mano se juega la suerte de la partida, y no puede permitir que desde los mercados le sigan ganando la primera. En ese sentido, y en el tramo más fuerte de la conferencia de prensa dijo: “Desde la política hay que ponerles el límite a los irresponsables, y con el poder del Estado hay que ponerle límite a los delincuentes que juegan con el patrimonio y el ahorro de la gente. Y yo puedo ganar o perder una elección, porque eso es secundario, pero tengan la plena seguridad que de acá al 10 de diciembre me voy a ocupar de ver a esos 4 ó 5 pícaros en cana. Y se los digo para que después no empecemos porque se ataca al mercado, las libertades . . . Hasta que no los vea presos, no paro”.
Paralelamente, y más allá de las declaraciones mediáticas de Massa y de los procedimientos en las cuevas, el propio Alberto Fernández tomó la decisión de denunciar penalmente a Javier Milei y otros integrantes de La Libertad Avanza, por las declaraciones vertidas públicamente y que, según el presidente, incentivaron la corrida cambiaria. La presentación se realizó en el juzgado a cargo de la Dra. María Servini y el fiscal Franco Picardi, y la figura citada fue la de “intimidación pública”. Los acusados son, el líder libertario, Ramiro Marra (candidato a Jefe de Gobierno en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), y Agustín Romo (candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires). En la denuncia constan los reiterados llamados de los candidatos de La Libertad Avanza a huir del peso y refugiarse en el dólar, por lo que el presidente concluye que la corrida tiene su origen en las declaraciones de los libertarios, dada la responsabilidad institucional que les cabe por la trascendencia pública de sus dichos y acciones.
Es probable, como suele ocurrir, que muchos argentinos comiencen a percibir que algo anda muy mal debido a la corrida cambiaria. Como decíamos antes, el valor del dólar representa una señal poderosísima dentro del sistema económico nacional, y los agentes económicos suelen ajustar sus expectativas y estados de ánimo a las oscilaciones del tipo de cambio. Lo cierto es que las cosas no han cambiado sustancialmente. La Argentina ya tenía los problemas que tiene hoy hace dos o tres semanas: una inflación desatada, altos niveles de pobreza, casi la mitad de sus trabajadores con algún grado de vulneración de derechos, una balanza comercial con grandes problemas para general un superávit suficientemente significativo como para financiar el desarrollo de largo plazo, etc. Es cierto, sin dudas de que una corrida cambiaria no mejora las cosas (incluso las complica), pero el 2023 ya venía complicado por una multiplicidad de razones que hemos venido. Por eso, a tratar de conservar la calma, porque el cierre de año no va a ser un oasis, pero las perspectivas para el 2024 parecen mejorar. Todo dependerá claro, y como siempre, de que sepa el pueblo votar bien.