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Opinión

Opinión: «Sanción a las prepagas: ¿golpe de timón o severidad selectiva?»


Por Diego Añaños – CLG

A medida que mayo se acerca, los tiempos del gobierno se acortan aceleradamente. La convocatoria a firmar el gran pacto nacional es para el mes que viene, y la Ley Ómnibus todavía está en veremos. Todas las señales hacen pensar que las febriles gestiones a contrarreloj encabezadas por el Ministro del Interior, Guillermo Francos, van encaminadas a conseguir un triunfo legislativo, pero todavía permanecen las dudas y nada está juzgado. A pesar de llegar desmantelada y sin el impulso ni la potencia del mega proyecto original de más de 600 artículos, un éxito en el Congreso, le abriría las puertas al gobierno de una entrada triunfal a Córdoba para tener la foto que está buscando, la de todas las provincias reunidas rubricando el Pacto de Mayo. Los números de la inflación de los últimos meses, le permiten a LLA presentar credenciales de gestión, ya que el sendero descendente del nivel de precios es el principal estandarte que puede mostrar Javier Milei. Por ahora le basta, aunque no le sobra, para sostener el acompañamiento de la ciudadanía. Sin embargo, goles son amores, y la fidelidad no es eterna: algunos sondeos en la provincia de Buenos Aires ya muestran un lento, pero progresivo deterioro de la imagen de la gestión, lo cual mete presión al equipo libertario: “hay que meter goles, o se nos viene la noche”, se dicen entre ellos.

A nadie le quedan dudas de que el presidente no tiene ningún prurito en abandonar sus principios en pos de garantizar la gobernabilidad. Así como desapareció el proyecto dolarizador o la eliminación del Banco Central, nuestro Copperfield pampeano está dispuesto a borrar con el codo cada cosa que escribió con la mano. En síntesis, no va a dudar en seguir arrancando carteles (gritando “Afuera!!!”), por más que esté quemando las naves y abandonando sus promesas electorales. Muchos recordarán que durante la campaña, Javier Milei tildó a Lula de “comunista y corrupto”. Pues bien, acaba de enviar a Diana Mondino con una carta, que fue entregada en manos de su par brasileño, Mauro Vieira, en un intento de restablecer las relaciones entre ambos países. En fin, y resumiendo: “Problemas con los comunistas y los corruptos, afuera!!!”.

No hay dudas de que pasar de candidato a presidente le costó varios meses, pero va aprendiendo el hombre. La blableta libertaria duró poco, y rápidamente se vistió de maquiavélico, moviendo las piezas pragmáticamente. De ese modo, pisó el tipo de cambio, le puso techo a las paritarias, y ahora le quiere poner los puntos a las pre-pagas. Algunos pensarán que es una contradicción en los términos que Milei se meta a controlar precios (y tendría razón): si se afirma que el libre juego de la oferta y la demanda representa el mecanismo perfecto para la asignación eficiente de los recursos sociales, ningún agente externo (en este caso el Estado), debería intervenir, porque sólo introduciría distorsiones en los mercados. Pues bien, “Mano invisible, fuera!!!!”, podríamos decir.

A ver, pensemos lo que pensemos del presidente y sus ideas, en esta le podemos dar la derecha. En estructuras de mercado oligopólicas, esto es, cuando existen pocas y grandes empresas proveedoras de un bien o servicio, lo más habitual es que estas empresas establezcan acuerdos bajo cuerda para establecer los precios, las condiciones de venta y el volumen de la oferta. Es una verdad de Perogrullo que, en términos de acción colectiva, es mucho más simple acordar cursos de acción entre un pequeño grupo de oferentes que poner de acuerdo a millones de demandantes. Es precisamente la figura de colusión (coludir es acordar), la que utilizar el gobierno para acusar a las empresas de medicina prepaga a través de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, a partir de la denuncia efectuada oportunamente por dos legisladores de la Coalición Cívica, Hernán Reyes y Juan Manuel López. El dato de color es que la denuncia estaba cajoneada hace meses, y el gobierno la resucita para enfrentar a las empresas cuyos aumentos, vistos desde el punto de vista que se los quiera analizar, son indudablemente obscenos y fuera de rango. Digamos, osea, en esta Milei tiene razón.

Para ir cerrando. LLA acaba de entrar en terreno cenagoso. La denuncia contra las empresas de medicina prepaga pone sobre la mesa del debate público las maniobras que realizan a diario los oferentes en estructuras de mercado oligopólicas. Una vez que se inicia la cacería de violadores de la competencia, va ser difícil de detener. Inmediatamente deberían caer en la mira del gobierno, las telefónicas, las proveedoras de internet y cable, las empresas de servicios financieros, las alimenticias, las de cuidado personal y perfumería, las de productos de limpieza, los grandes supermercados, etc. En síntesis, si Milei no se hace el distraído, debería declararle la guerra a las principales empresas formadoras de precios en la Argentina. Sería asumir un gran riesgo quedarse a medio camino en un acto de severidad selectiva. Si bien en términos filosóficos lo ubicaría en las antípodas de sus ideas libertarias, sería consistente con su objetivo de bajar la inflación. ¿Creen que se animará?