Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
Como comentábamos la semana pasada, la agenda en la Argentina está determinada por los lineamientos que parten de los principales medios masivos hegemónicos. Hasta hace dos o tres semanas atrás, los noticieros transmitían el caso Loan 24 horas los 7 días de la semana. Luego, la centralidad informativa fue capturada por las elecciones en Venezuela. Lamentablemente para el pequeño correntino y su familia, el caso perdió interés periodístico y desapareció virtualmente de las pantallas, ahogado por la novela mediática caribeña. Pero también se diluyó. Hoy pocos parecen recordar a Chavez, Maduro y las elecciones venezolanas, porque el affaire Alberto Fernández-Fabiola Yáñez ocupa las pantallas y las columnas, sin dejar espacio para otros asuntos. Obviamente, el gobierno festeja por lo bajo, porque mientras la crisis económica asola a los argentinos, otros asuntos se llevan la marca, distrayendo la atención del gran público hacia cuestiones absolutamente menores. Y aclaro, porque seguramente ya comenzarán los comentarios enardecidos: la violencia de género me parece un espanto, y debe ser castigada. Pero en todo caso es una cuestión privada, que debe resolverse en la Justicia, y no en los tribunales mediáticos.
Evidentemente, tanto los medios de comunicación, como buena parte de la oposición dialoguista están en una encerrona política. Por un lado se dedican a esmerilar permanentemente al gobierno, pero por el otro, deben mantener la guardia alta, porque sienten que acecha siempre la opción peronista. Claro, en un mundo tan profundamente polarizado, las posiciones intermedias terminan perdiendo fuerza frente al poder de los extremos. En ese contexto, reparten trompadas a diestra y siniestra, sin terminar de clarificar un adversario.
Esto se debe fundamentalmente a que el PRO no termina de encontrar un espacio de confort dentro del ecosistema político argentino. La vuelta de Mauricio Macri al ruedo, con una puesta en escena que pretendió significar un relanzamiento del partido, todavía no tuvo ningún efecto visible. Sin embargo, es evidente que hay un trato que no se termina de cerrar entre el ex presidente y el líder libertario. Dicen los que están cerca que Milei finge un interés falso por las opiniones de Mauricio, incluso aceptando los llamados y las visitas del líder del PRO. Pero a la hora de decidir, no escucha ninguno de los consejos y juega su propio juego. Esto enfurece a Macri, no por orgullo, sino porque, claramente, lo está dejando afuera de los negocios. Y ahí Mauricio va a la guerra. El segundo informe de la Fundación Pensar, presidida por María Eugenia Vidal, publicado a comienzos de esta semana, machaca sobre las deficiencias de la gestión libertaria. Si bien parte reconociendo la caída de la inflación y el manejo de las cuentas fiscales, advierte sobre el fuerte deterioro que está sufriendo la economía real.
Para ser sinceros, el paper no miente. Los datos son inocultables, y se prodigan casi diariamente. El último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina refleja con contundencia la profundidad de la crisis: en el primer trimestre de 2024 la pobreza alcanzó el 54,9%, mientras que la indigencia se situó en el 20,3%. Es decir, más de la mitad de los argentinos hoy son pobres y uno de cada cinco es indigente. Y no caben dudas de que estos números, son adjudicables plenamente a la administración de Javier Milei y sus decisiones de política económica. De hecho los datos duplican los registrados durante la presidencia del principal referente del actual presidente: Carlos Saúl Menem. El freno de la actividad económica, no sólo puede visualizarse en el aumento de la pobreza o la caída del empleo (tanto el registrado como el informal), sino que se refleja también en la recaudación tributaria. En los seis primeros meses de gestión de LLA, más de 600.000 personas dejaron de aportar a la Seguridad Social. El dato proviene de fuentes oficiales, concretamente de un informe elaborado por la Subsecretaría de Seguridad Social, y muestra que se perdieron exactamente 612.139 aportantes, entre trabajadores en relación de dependencia y trabajadores independientes. Esto tiene como consecuencia, obviamente, una caída de la recaudación en términos reales.
Para ir cerrando, dos datos para tener en cuenta: el primero es que el Banco Central sigue registrando pérdida constante de sus reservas, por lo cual su exposición aumenta casi diariamente. Por el otro: los precios de las exportaciones argentinas cayeron casi un 8% en el primer semestre, tocando mínimos desde 2020. Si bien los precios de las importaciones también cayeron, lo hicieron en menor medida, por lo cual se deterioraron los términos de intercambio. En síntesis, la sangría de dólares no merma y el ingreso se restringe, por lo que todas las apuestas del gobierno se centran en variables que ya están fuera de su control. Es decir, todo va a mejorar si la FED baja las tasas. Todo va a andar mejor si gana Donald Trump y el nuevo presidente presiona al FMI para que abra la canilla del financiamiento para la Argentina. Sin embargo, la Reserva Federal parece impasible ante las volatilidades externas y sólo posa su atención en la inflación y el crecimiento. Y por otro lado, nada asegura que el republicano pueda doblegar a Kamala Harris. Demasiado riesgo para mi gusto, no les voy a mentir.