Por José Odisio
Por José Odisio
Newell’s decepcionó, esa es la definición más concreta de este paso desafortunado por el torneo post pandemia. Quedar eliminado es una circunstancia, porque en un grupo tan complicado era posible. Lo más grave es la imagen que dio el equipo, y la poca reacción que hubo tanto de Kudelka como de los propios jugadores. Quedar eliminado provoca frustración, pero hacerlo jugando tan mal genera enojo en el hincha, que estaba con la ilusión en «modo on» y se chocó con una pared de frente. ¿Hay culpables? Tal vez no tenga sentido poner a alguien en el banquillo. Mucho menos si se tiene en cuenta la trascendencia de un torneo donde no se siente la rigurosidad de la obligación de los resultados y la mayoría de los equipos cumplen y punto. Pero tampoco se puede jugar mal, cometer errores tácticos, tener rendimientos individuales pobres y que pase inadvertido.
Newell’s tenía en mente utilizar este torneo como plataforma para la participación en la Copa Sudamericana, el principal objetivo de 2021. Y está claro que Kudelka se llevó más tarea para el futuro de la que imaginaba. Hay un letargo del equipo que fue muy evidente. La pandemia y un parate de ocho meses; el hecho de jugar sin público; la presencia de muchos futbolistas mayores; las lesiones; todo puede ser una justificativo para un equipo que se vio ralentizado en la mayoría de los partidos. Nadie imaginó que Newell’s iba a ser un equipo de corredores, no está en los genes de sus jugadores, pero el propio Kudelka admitió que notó “pasividad”, y ese es un punto a trabajar de inmediato.
Este bajo rendimiento de Newell’s no tiene relación con la salida de Lema. Obvio que el defensor era importante, en especial en el juego aéreo, y que la última línea perdió estabilidad con su salida. Pero los problemas de la Lepra no pasan por que le cabeceen en el área, sino más bien por un retroceso en cobertura flojo del mediocampo y una defensa mal parada. Para colmo se le lesionó Aguerre, para generar más inestabilidad.
Pablo Pérez, Palacios, Scocco y Gentiletti son jugadores que hoy quisiera tener cualquier equipo de Argentina. Ni hablar de Maxi, quien aporta mucho más que un pase o un gol. Pero su presencia en cancha debe ser con un equipo que juegue de una manera que esos jugadores se potencien, saber rodearlos. Y eso no sucedió, salvo ante Lanús, cuando Kudelka cambió el esquema.
Ahí está la parte que le corresponde al DT. Porque más allá de la demora en hacer cambios en los partidos –un punto que genera inquietud-, la culpa que se le puede endilgar a Kudelka es no proponer algo distinto, no potenciar a los jugadores que tiene. No quedarse en juego lindo y mi idea es atacar, pero terminar en una zona gris sin hacer nada.
Este torneo pasará sin que muchos lo registren. Los enojos se irán cuando llegue la pretemporada y arranque un 2021 con objetivos más serios por delante. Y ahí es donde la dirigencia y el técnico deben apuntalar lo que hoy tienen. Acertar con esos dos o tres refuerzos que faltan para que un plantel de mucha calidad no pase a ser un equipo cuestionado con ídolos maltratados.