Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
Se acabaron las especulaciones: la inflación de diciembre fue de 2,7%, por lo que la inflación 2024 se ubicó en un 117,8%. Sin dudas una baja importante con respecto al 211,4% de 2023, pero seguramente muy por encima de los pronósticos más optimistas del núcleo duro libertario. Basta recordar que la referencia obligada para un programa de estabilización ortodoxo con ancla cambiaria es el Plan de Convertibilidad de Domingo Cavallo, que en seis meses planchó la inflación de una zona de alrededor del 30% a la zona del 1%. Igualmente, y como es habitual, desde el gobierno festejan. Si bien está por debajo del 3%, desde el oficialismo hubieran esperado un guarismo por debajo del 2,5%. No es, sin embargo un número que esté fuera de rango, hay que decirlo. Incluso desde el equipo económico pueden argumentar que la pequeña variación se debe más a cuestiones estacionales que a una aceleración inflacionaria. Si, en cambio puede interpretarse como un dato que mete ruido en el relato oficial luego de varios meses de caída sistemática en los registros de INDEC. Recordemos que en agosto la inflación fue de 4,2%, para luego bajar a 3,5% en septiembre, 2,7% en octubre y 2,4% en noviembre.
Conocido el dato, el gobierno anunció que reducirá el ritmo de devaluación del dólar oficial mayorista del 2% al que venía navegando desde comienzos de la gestión mileísta, a un 1% mensual. El anuncio causó sorpresa, fundamentalmente debido a dos razones. En primer lugar, el mismo Javier Milei había anunciado que se bajaría el ritmo de devaluaciones programadas (crawling peg) cuando la inflación se situara en un 2,5%, y efectivamente estuvo por encima de ese número. En segundo lugar, porque la decisión se toma en un contexto global donde las monedas de los países emergentes se están devaluando frente al dólar, por lo que atrasar el ritmo de devaluación en un contexto donde la inflación casi triplica el ritmo devaluatorio, revalúa indirectamente nuestra moneda, lo cual refuerza los problemas de competitividad que viene arrastrando nuestro país a raíz de la política cambiaria que lleva adelante Luis Caputo. Esto sin dudas generará una escalada en las tensiones ya existentes entre el gobierno y los sectores agropecuario e industrial, cuyos reclamos de una devaluación más profunda cada vez se hacen escuchar más.
Sin embargo no sólo los exportadores y los industriales sufren las consecuencias del programa económico libertario. Pese a los intentos de los funcionarios oficialistas de instalar la idea de una recuperación del poder adquisitivo de los ingresos, la pulverización de los salarios y las jubilaciones se expresa con toda crudeza en el fuerte deterioro del consumo. Dato mata relato. Efectivamente el 2024 se cerró con la mayor caída del consumo masivo desde la crisis del 2001, casi un 14% por debajo del año pasado. Los datos, elaborados por la consultora Scentia, muestran que la caída registró una leve desaceleración sobre fin de año (vale aclarar: se desaceleró la caída, no hubo una recuperación). El fuerte deterioro de las ventas no discriminó entre grandes superficies comerciales y los negocios de proximidad. Tampoco lo hizo entre las distintas canastas de productos, ya que en diciembre todos estuvieron en números rojos. Nada parece perturbar al gobierno, que como la Libertad, avanza sin prestar atención a los daños colaterales.
El juego de la gallina es un desafío en el que dos contrincantes son sometidos a una situación límite, que muchas veces llega incluso a la muerte, en el que el primero en abandonar la contienda es el que pierde. Por ejemplo, es habitual jugarlo con dos automóviles que avanzan en sentido contrario a gran velocidad, y con rumbo de colisión. El primer conductor en salirse de la línea de choque es el que pierde. Muchos recordarán la escena de Rebelde sin causa, la película estrenada en 1955 y protagonizada por James Dean, en la que un Juego de la Gallina tiene un desenlace fatal para uno de los participantes. Pero no sólo ocurre en la ficción. En 2016 dos jóvenes de 17 y 19 años murieron en la ciudad de Mercedes, departamento Soriano, en Uruguay, luego de que chocaran sus motos de baja cilindrada en el marco de un desafío. Peor aún, en 2019, Lexus Stagg, una mujer de 26 años, fue acusada de matar a su hijo de 3 años mientras jugaba a una versión del juego en el que sus tres hijos corrían hacia el vehículo en movimiento que ella conducía hacia ellos.
Javier Milei parece pensar la política como un Juego de la Gallina. La idea es avanzar hacia la colisión a toda velocidad y esperar que el adversario se salga del camino. Si no es así, siempre está dispuesto a rendirse. Lo ha hecho en más de una oportunidad, pero es mucho más notable en los casos de China y Brasil. Tensó la situación al extremo, para luego ir al pie. Ahora, cuando un coro integrado por virtualmente todos los economistas, el sector agroexportador, el sector industrial, e incluso el mismísimo FMI, le reclama una devaluación correctiva, no sólo no la pone en marcha, sino que acelera el ritmo de fortalecimiento del peso. Escapa a nuestra capacidad de análisis si tiene un plan o está rematadamente loco, pero está claro que bajo estas condiciones no sólo crecen las posibilidades de un choque de frente, sino que las consecuencias podrían ser fatales.