Por José Odisio
Por José Odisio
Javier Sanguinetti es el técnico de Newell’s. Ni Heinze, ni Vojvoda, ni Beccacece, ni Larriera. El Archu fue el elegido por una razón fundamental: se animó a asumir este desafío.
Dirigir Newell’s no es sencillo para nadie. Hacerlo en un momento de reconstrucción futbolística menos. Pero Sanguinetti no dudó y ese es un punto que el hincha debería rescatar a la hora de la tolerancia inicial con los resultados. Porque no será fácil revertir la imagen de equipo tras un 2021 paupérrimo, de eso no hay dudas.
Ya está el DT, ahora faltan refuerzos. Y por lo visto se necesitan muchos. A Newell’s no le sobra plata, pero está a la vista la necesidad de traer jugadores de jerarquía para armar una base de equipo desmoronada. Está Pablo Pérez, quien con los retiros de Maxi y Nacho pasará a ser el referente. Y después aparecen Julián Fernández, tal vez Bíttolo, hay que ver qué pasa con Aguerre y Canale, y muchos pibes made in Bella Vista, algunos con más rodaje, otros apenas con un puñado de partidos. Parece poco para pensar en pelear arriba.
Un punto al que la dirigencia apuntó al elegir a Sanguinetti es la preparación física del plantel. Post pandemia Newell’s nunca pudo ser competitivo en este rubro. Y en un fútbol donde correr parece ser prioritario, el trabajo de los profes pasa a ser tan importante como el del propio Sanguinetti. Ya no habrá excusas de «viejitos» en el plantel. Por eso la pretemporada es fundamental, igual que la pronta llegada de refuerzos.
¿Era el técnico para este momento Sanguinetti? Tal vez las expectativas eran más altas. La vara inicial de búsqueda estuvo muy arriba y eso le pone dudas a entrenadores con menos chapa como Sanguinetti. Pero el Archu fue uno de los pocos que aceptó el desafío, que encontró motivaciones en sentarse en un banco caliente. Un lugar al que esta vez no aceptaron estar entrenadores con cepa rojinegra. Y eso le da valor a Sanguinetti. El hincha debe reconocerlo.