Por José Odisio - CLG
Por José Odisio
Irregular, Desconcertante. De ánimo cambiante y físico en duda. Perdido en la cancha. Con jugadores apagados y un recambio sin luces. Newell’s transita un momento complicado. Tal vez desde lo numérico la victoria ante Platense y pasar de ronda en Copa Argentina maquilló un poco la realidad, pero el equipo de Larriera está en una zona gris donde parece involucionar, aunque el entrenador tenga un discurso menos dramático sobre el momento futbolístico.
La derrota ante Vélez podía estar en la lógica. Enfrentar de visitante al último subcampeón era un desafío complicado y perder no debería ser un drama -tampoco lo es-. El problema pasa por el funcionamiento. Porque el Fortín dio ventajas para que la Lepra se lleve algo más que nada, pero el equipo careció de ideas, no tuvo el empuje necesario y tampoco mostró picardía para al menos sumar algo en Liniers.
Ramírez hizo amonestar en 20 minutos a los dos zagueros rivales y dejaron de buscarlo cuando el partido pedía a gritos que Newell’s insistiera por ahí porque el Colo iba a tener ventaja o podía provocar una expulsión. Los internos no estuvieron ni cerca del área de Vélez, conformándose con cuidar su quintita. Banega no está en plenitud física y se nota en su juego, aunque meta dos centros perfectos que esta vez Ramírez no pudo aprovechar. La dupla Velázquez-Galvinovich lleva varios partidos con dudas, sin esa presencia que asustaba a rivales y se imponía en cada mano a mano. Panchito corre al revés y Larriera admite que hay un bajón en los extremos porque pretenden jugar con perfil cambiado, como si él no tuviera decisión sobre esta situación.
«El gran objetivo del semestre es mantenernos en el pelotón de arriba. Logramos clasificar en Copa Argentina y queremos, antes del receso, estar en zona de clasificación a Copas», confió Larriera. Pero para lograr ese objetivo, será necesario cambiar, o en realidad mejorar. Y para eso habrá que ser muy preciso con los refuerzos que lleguen en el receso. Porque el gran déficit de este equipo, más allá de cierto desorden que muestra en los últimos partidos, es la falta de recambio. Y eso desorienta incluso al entrenador.
Si llegan jugadores de jerarquía para apuntalar la defensa, fortalecer el mediocampo y tener otra opción de gol que no sea sólo Ramírez, entrar a una Copa o avanzar en la Copa Argentina es factible. Ahora depende de la dirigencia y de cómo Larriera administre los recursos que lleguen y salga de esta confusión.