Por José Odisio
Por José Odisio
Newell’s pasa exámenes semana a semana. Y aunque parezca una locura, hay hinchas que todavía discuten a Gabriel Heinze. En un fútbol argentino donde el resultado es el oxígeno de los entrenadores, en el Parque se exige además buen juego. Y en ese contexto, la utilización reiterada de la palabra «proyecto» en la boca del Gringo parece ponerlo alejado de la realidad. Pero no es así, el DT leproso es consciente de dónde está parado, aunque eso no le impide trazarse objetivos que desde afuera suenen utópicos.
Heinze tiene algunas ventajas. Es ídolo del club y eso le entrega crédito con los hinchas. Algunos dudan de sus ideas, lo consideran caprichoso, pero bancan igual. Otros lo apoyan por completo, incluso cuando los resultados no acompañan. En ese línea está la dirigencia, que confía ciegamemte en el DT y su proyecto. Y hay una pata más que sostiene cualquier idea: los jugadores.
Newell’s puede jugar bien o mal. A veces aburre con su tenencia exagerada de pelota. Otras sorprende por su verticalidad. De local impone condiciones; de visitante es más inestable. Pero hay algo que no negocia: la entrega. Por eso Heinze siempre llena de elogios a los jugadores. Entiende que hay una respuesta emocional incondicional. Y a partir de eso, construir proyectos es más fácil.
El hincha quiere resultados. Por eso es importante que el proceso del Gringo encuentre motivaciones para el afuera. Ser líder en el grupo de la Sudamericana ayuda y mucho. Ilusiona. Apuntala ideas. Y ser competitivo en la Liga es un buen complemento. El partido de Tigre fue un reflejo del momento. No se ganó, pero el equipo dio todo y mereció más. Y el hincha empezó a creer que el ciclo Heinze es más que tener a un DT querido y de mal caracter en el banco. Hay un proyecto, sin dudas.