Por José Odisio - CLG
Por José Odisio – CLG
Los técnicos, en general, prefieren que los partidos de pretemporada se jueguen a puerta cerrada. Cuerpos cansados por la exigencia de los inicios de año, jugadores que no se toman el partido con toda la seriedad y escenarios imperfectos son motivos suficientes para bajarle el precio a este tipo de cotejos, que en general sirven para ir dándole rodaje a los equipos y probar tácticas para los entrenadores.
Por eso, el empate de Newell’s con River de Montevideo en el inicio del ciclo Larriera no debe tomarse con la relevancia que muchos suponen. Esta bien exigir una mejoría del equipo en juego y resultado respecto del proceso fallido de Heinze, pero pensar que Larriera iba a cambiar todo en un ensayo donde no hubo en cancha refuerzos y además faltaron algunos titulares, no tiene mucho sentido.
Sí se pueden sacar algunas conclusiones generales. Newell’s necesita tres o cuatro refuerzos titulares. Ever Banega va a tener que asumir el rol de conductor con la pelota y líder sin ella, algo que hoy el plantel no tiene. Ramírez deberá refrendar sus pergaminos con una buena marca de goles; y Franco Díaz y algún otro volante que llegue, serán piezas importantes para acompañar en el juego y proteger desde lo físico a Banega. Sin refuerzos es ilógico pensar en cambios profundos. Y este primer amistoso lo demostró.
Otro punto que está a la vista es la exigencia del hincha. Tras un año decepcionante, la gente quiere ver resultados inmediatos. Y con la Copa de la Liga a la vuelta de la esquina, Larriera deberá apresurar el acoplamiento de los refuerzos para no tener que esperar tres o cuatro fechas para obtener buenos resultados.
Newell’s tendrá un año donde habrá necesidad de resultados deportivos. Y Larriera es consciente de esta situación. Por eso su frase de cabecera gana relevancia. «Los zapallos se acomodan solos en el carro, cuanto más empedrado el camino, mejor se acomodan». Todo dicho.