Por José Odisio
Por José Odisio
Cada partido es un nuevo desafío. Saber el resultado de antemano es imposible. Y ese es uno de los puntos más atractivos del fútbol. Nadie gana con la chapa, no hay pronóstico previo certero, las estadísticas previas carecen de valor, y el hincha sabe que va a vivir 90 minutos de adrenalina pura, que puede estar acompañado de nervios, enojos, alegrías, broncas, y tal vez festejos.
Frente a estos desafíos, el Newell’s de Sanguinetti presenta algunas certezas que al menos permite sorprenderse menos. La Lepra es un equipo muy bien preparado en lo físico, difícilmente le ganen corriendo. Tiene una idea de juego, que sus jugadores compraron y tratan de llevar a cabo en cancha. Y hay futbolistas que tiene cierta regularidad, como Lema, Ditta, Julián Fernández e incluso Méndez. Después está Juanchón, un nueve que deja todo, difícil de reprochar aunque no patee un tiro al arco. Y si está en una buena noche, puede marcar diferencia.
Sin dudas la parte más inestable, y a la vez el factor sorpresa que puede cambiar el curso de un partido son los juveniles. Y en este Newell»s cada vez tienen más lugar. Sordo, Panchito, Flecha Luciano, Sforza, Balzi, Portillo, Genaro Rossi, Funez y varios más pasaron a ser parte importante del equipo. Entienden que Sanguinetti les dio un lugar, una chance que antes esperaban sin éxito. Y tratan de aprovecharla. Y ahí puede estar el valor más importante de este Newell’s, incluso por encima de refuerzos que son necesarios y demoran en llegar. Los pibes son protagonistas, y depende de ellos para saber si luego de 90 minutos habrá tristeza o alegría. Aunque hay una certeza, tal vez la única, con Sanguinetti al menos el hincha tiene ilusión.