Por José Odisio - CLG
Por José Odisio
Navas descompuesto y con ganas de irse. Benedetto lesionado y en el banco como ‘supuesto’ arquero suplente. Fernández Figueira sin la habilitación para jugar. Un error de Barlasina para quedar abajo rápido.
El viaje de Newell’s a Mendoza era una pesadilla. Todo parecía desmoronarse. Pocos de ilusionaban con robarse al menos un puntito. Pero Fabbiani le dio a este equipo un ADN, una identidad de juego que no hace falta explicar. Y cuando alguien tiene las ideas claras y está convencido de ellas, nada es imposible.
Newell’s ganó en Mendoza. No sólo eso, dio vuelta un partido luego de mucho tiempo. Y no es un triunfo más. Porque perder iba a traer una semana tormentosa, llena de rumores y desmentidas. Y el domingo el Coloso podía ser un hervidero.
Nada de eso sucedió. Hubo reacción, primero desde la entrega y el empuje, con Cuesta, Herrera, Martino y Cocoliso como líderes en este rubro. Y también apareció el fútbol, de los pies de Banega y Maroni. Newell’s puso la perilla en modo Fabbiani y todo fluyó. Y vino el empate de Cocoliso González, para sacarse la mufa y tener un premio a tanta entrega; y luego el segundo con un jugadón de Maroni (el rato que salió de la laguna) y una definición de Banega que llegó al área rival con convicción de delantero y capacidad aeróbica de un pibe.
Con poco recambio. Sin todos los refuerzos necesarios. Con la inseguridad sobre el futuro de Navas. Las pálidas no opacaron a Newell’s. Y este inicio ganador puede ser una victoria clave para fortalecerse de cara a lo que viene. Porque este equipo podía tambalear en Mendoza, y hubiera sido lógico que eso sucediera. Pero dio una muestra de carácter que pocos imaginaban. A excepción de Fabbiani, que una vez más demostró tener capacidad para pilotear las situaciones complicadas. Y sumó un triunfo más a su currículum de DT leproso. Y ya es cosa sería.