Por José Odisio
Falta una semana para que arranque el nuevo torneo. Casi sin que nadie se diera cuenta, en pocos días la pelota volverá a rodar en un certamen donde todos jugarán ante todos, con un título en juego, dos descensos y la chance de acceder a las Copas.
No es un receso normal. El ajuste de calendario por el Mundial, sumado a la desorganización del fútbol argentino fue un combo que sumó desprolijidad absoluta. El torneo va a arrancar con los equipos apenas reforzados, con futbolistas que se sumarán cuatro o cinco fechas más tarde porque sus contratos vencen con la Liga iniciada, y en Newell’s hay que sumar la escasez de cupos de extranjeros, con la posibilidad de sumar un sólo foráneo cuando en el receso anterior fue la mayor fuente de refuerzos, ya que llegaron cinco.
Posiblemente la Lepra debute sin jugar un amistoso previo. Es cierto que el parate no fue tan largo y la pretemporada tampoco endureció músculos y quitó pelota. Pero no tener ni siquiera un ensayo de preparación no es lo ideal. Mucho menos arrancar sin refuerzos (difícil que llegue uno esta semana). Y para peor, Sanguinetti suma lesionados, suspendidos e incluso un Arboleda citado a la selección colombiana.
Excusas al margen, la gran pregunta es: ¿cuál es el objetivo de Newell’s? O mucho mejor, ¿a qué puede aspirar la Lepra? Y es difícil hacer un pronóstico cuando no se conocen los nombres de refuerzos, ni tampoco si hay una venta. Hay expectativas, obvio. Sanguinetti hizo un buen trabajo, hay una base de equipo interesante, con futbolistas como Lema, Ditta, Méndez, Fernández, Pérez y alguno más que mostraron un nivel interesante, y juveniles que amagan con consolidarse (no todos). Pero para dar un salto de calidad falta justamente eso, algo más de calidad, de jerarquía. Ganar el Clásico siempre es una obligación, no debería ser la salvación de un semestre. Habría que aspirar a más. Y ahí está la chance de ingresar a una Copa, la Sudamericana de mínima, la Libertadores como algo posible si se mejora aún más.
Por ahí pasará el semestre leproso. Con la vara un poco más alta, conformarse con poco debería dejar de ser costumbre.