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Opinión Leprosa: «Del deseo a la realidad»


Por José Odisio

Por José Odisio

Gabriel Heinze toma decisiones, como todo DT. Sus fundamentos no los expone, como todo DT. Pero sabe que cada movimiento que hace será medido inexorablemente por los resultados, como con cualquier entrenador. Asume ese riesgo y afronta consecuencias.

El hincha de Newell’s, en su gran mayoría, lo respeta. Aunque hay cierta intolerancia que se manifiesta a veces en redes sociales, el bar virtual de otras épocas. Allí se cuestiona porque pone suplentes con Sarniento; si no pone a algún juvenil que el hincha no vio ni en un partido de reserva pero le dijeron que es bueno; si incluye a Mosquera por encima de Méndez, incluso cuando el colombiano la rompe y anota un gol. Hay cierta tendencia intolerante en redes sociales que además busca justificar el cuestionamiento a partir de la personalidad del Gringo, para algunos emparentada con la soberbia, aunque la realidad pasa por otro lado.

De todas maneras, el fútbol se mide por resultados. Aunque no siempre deberían ser los que suceden dentro de la cancha. Allí, donde la vara crece en exigencia, Heinze tiene a Newell’s como el mejor equipo de la Sudamericana tras cuatro fechas, aunque sus detractores aseguran que Newell’s no jugó con nadie. Y en la Liga el equipo está décimo, en puestos de Copa, aunque agarrado como puede a esa clasificación a partir de una gran campaña en el Coloso y una floja producción fuera de casa.

¿Se le debería exigir más? El hincha siempre aspira a ser campeón. Está en su génesis. Pero ese deseo casi nunca coincide con la realidad del plantel. El último Newell’s campeón fue el Tata de Martino, que compensó la falta de presupuesto con sentido de pertenencia. Tener a Maxi, Scocco, Bernardi, Pablo Pérez, Guzmán, Mateo y el propio Heinze con el Tata en el banco fue una locura irrepetible. Comparar esos nombres con cualquier Newell’s posterior expone la realidad.

Así y todo, no es utópico soñar con un Newell’s que pelee por quedarse con la Sudamericana. Ahí apunta Heinze, aunque algunos hinchas se enojen.