Por José Odisio - CLG
Por José Odisio
Se va Soso, entra el Ogro. La derrota en el Clásico dejó nuevamente secuelas y la primera decisión de Astore fue cambiar el entrenador. Y está vez el presidente entendió que debía moverse rápido y convenció a Cristian Fabbiani, que no dudó en dar el «sí».
Astore camina en arenas movedizas y ya no puede permitirse fallar desde lo deportivo. Por eso desestimó lo que opinara el Mago Capria y fue por lo seguro. Soso no podía continuar, pero su sucesor debía tener algunos atributos que no siempre son los principales a la hora de elegir a un DT: tener vestuario, ser simple en su mensaje fuera y dentro de la cancha, y caerle bien al hincha.
El Ogro reúne esos requisitos. Y para los escépticos, si paso como DT de Riestra fue más que aceptable. Con menos plantel que Newell’s y sin tanta chapa, el entrenador sacó una buena cantidad de puntos y le complicó la vida a equipos como Boca, River o Racing con buenas decisiones tácticas. Y en el Parque hoy hace falta un DT de ese tipo, que sepa manejar un vestuario caído desde lo anímico y comience a sacar puntos.
Soso hizo todo mal. En pocos partidos se dió maña para desconcertar a un plantel al que no le sobra jerarquía, pero está para pelear mucho más que el fondo de la tabla. Hay responsabilidad de Capria y Astore por traerlo. Y la derrota en el Clásico es una sentencia para todos. Soso y Capria se irán ahora, al presidente le será difícil seguir después de diciembre (o junio si se adelantan las elecciones).
El hincha está enojado, preocupado, desesperanzado. Mezcla bronca con desazón. Y en el fondo está cansado de ilusionarse, volver a creer, y pegarse un porrazo tras otro. Y una vez más habrá respaldo a Fabbiani, porque no hay otro. Y se le agradece que quiera venir en este momento de crisis. No es el Tata, ni el Loco, pero el Ogro es lo mejor que hay disponible para intentar levantarse. Tómelo o déjelo.