Por José Odisio - CLG
Por José Odisio – CLG
Banega sí, Banega no. Desde hace un tiempo la presencia de Ever en el equipo es una lotería. Entre lesiones musculares y extras, el mediocampista falta más de lo que juega, y los hinchas empiezan a cansarse o, lo que es peor, consideran que estas ausencias tienen que ver con otra situación y sugieren todo tipo de teorías, en muchos casos transgrediendo el espacio personal del futbolista.
No hay dudas que Banega es importante para el equipo. Su presencia garantiza un mejor trato de la pelota y es un jugador que puede destrabar un partido con un pase o un centro bien ejecutado. Newell’s no tiene otro jugador de esas características y cuando no está, lo siente.
También está claro que Ever físicamente deja muchas dudas. Después de aquel lejano inicio del ciclo Larriera con seis partidos al hilo como titular, a partir de la expulsión frente a Estudiantes previa al Clásico, su continuidad en cancha nunca pudo pasar de más de tres partidos. Para peor, en la pretemporada de invierno no pudo trabajar a pleno por un problema muscular y eso lo dejó entre algodones, muy frágil físicamente. Por eso no debería extrañar que cuando se exige dos o tres partidos, el cuerpo le manda señales de parar. Y Newell’s lo padece.
A esta altura mucho no se puede hacer. Lunari prefiere no forzar su regreso, aunque sabe que lo necesita. Y así pasan los partidos y se dejan puntos en el camino que tal vez con Banega en cancha no serían tantos.
Aún queda un tramo de torneo y Banega puede darle a Newell’s un poco de presencia para intentar alcanzar ese lugar en la Copa Sudamericana. Si logra algo de continuidad, el equipo se verá mejor y el hincha dejará por un rato de especular sobre la vida personal del futbolista. Ever decide, y está en juego su futuro en el Parque y el cariño de la gente.