Por José Odisio - CLG
Por José Odisio
Newell’s está en reconstrucción, eso está a la vista. Fabbiani ya demostró que puede poner en cancha una idea de juego, aunque a muchos no le guste, pero en estos tres partidos sucedieron situaciones que aún no permiten ver la mano del entrenador, incluso se pueden cuestionar errores tácticos que en su primera parte en el banco leproso no se veían.
La salida de Keylor Navas fue un problema. Y si bien ya llegó Espínola y cumplió, las secuelas seguirán un par de partidos más. Sorprende que Fernández Figueira y Gaspar Iñíguez, un jugador reclamado por el Ogro, en tres partidos no hayan sumado minutos. O falló el DT al confiar en ellos o la parte física demoró más de lo pensado a la hora de ponerlos en cancha. Y son dos opciones menos de recambio, y dos refuerzos que por ahora no están a la altura de formar parte de ese rubro.
En la misma nómina se puede incluir a Fabián Noguera, jugador que llegó para implementar la linea de tres que más convence al técnico leproso. Y eso también saca de cancha a Mosquera, quien llegó para jugar como carrilero en un esquema 3-4-2-1, no de ocho ni de cuatro, aunque parezca lo mismo.
Y hay algo peor, el mejor refuerzo del mercado, ese por el que se hizo un esfuerzo económico, Darío Benedetto, quien estuvo lesionado y recién debutará en la cuarta fecha. Newell’s lo necesita para mejorar su faz ofensiva, ruega por sus goles, confía en que recupere su nivel, reza por ponerlo en cancha. Por ahora más deseos que realidad.
En este contexto, sin Jacob ni Navas, dos de las figuras del ciclo Fabbiani, y sin refuerzos en cancha (salvó el partido de Espínola y un rato de Orozco y Mosquera), recuperar la forma no es tan sencillo para el equipo de Fabbiani. Para juzgarlo habrá que esperar unos partidos más, al menos los dos próximos, antes de jugar el Clásico o del choque de Copa Argentina con Atlético Tucumán, dos partidos que aparecen como exámenes claves del semestre.
A Newell’s le cuesta arrancar. Y una de las causas es que no pudo poner a los refuerzos en cancha. Eso depende de Fabbiani, que ya demostró saber acomodar las cosas en medio de la crisis, pero por ahora le cuesta darle una nueva vuelta de rosca a la Lepra. Está a tiempo.
