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Opinión: «La suerte está echada»


Por Diego Añaños – CLG

Llega la asunción de Javier Milei y las especulaciones vuelan. Todo parece indicar que, de no mediar una catástrofe, el lunes 11 de diciembre se enviará al Congreso un mega paquete de leyes. El mismo incluiría una reforma del Estado (que supone una reducción del número de ministerios de 18 a 9, y un recorte significativo en secretarías y direcciones), la preparación del terreno normativo para futuras privatizaciones, medidas desregulatorias (económicas, financieras, comerciales y cambiarias), e incluso un capítulo aparte destinado a eliminar las PASO.

Todos los nombres que resuenan detrás del diseño de las reformas nos traen el amargo aroma del menemismo. Según trascendió, el arquitecto, el ghost writer del libertario no es otro que Federico Sturzenegger, que inició su carrera en la función pública fungiendo como Economista Jefe de YPF entre 1995 y 1998, período en el cual se sentaron las bases para su privatización. En la nómina también aparece Armando Guibert, ex Subsecretario de Reforma y Modernización durante la gestión del riojano, y uno de los cerebros del ajuste del Estado. Por supuesto también se destacan Roque Fernández, ex ministro de Economía; Darío Epstein, ex director de la Comisión Nacional de Valores entre 1992 y 1994 y figura importante en el proceso de privatizaciones del sector siderúrgico, telefonía, gas e YPF. Siempre lo dijo, y jamás lo ocultó: Javier Milei considera a Carlos Menem como el mejor presidente de la historia Argentina, por lo que a nadie debería asombrar que convoque para formar sus equipos de trabajo a los funcionarios que fueron parte de aquel proyecto. Basta con recordar que tanto Carlos Corach como Alberto Kohan, dos de las grandes espadas menemistas, reconocieron en el presidente electo a un destacado discípulo del hombre de las patillas.

Sin embargo, parece que sin el peronismo no se puede, pero con el menemismo no alcanza. Por lo tanto, también se abren espacios para la incorporación de figuras resonantes del macrismo, como Patricia Bullrich, Luis Caputo, Santiago Bausili, Gustavo Morón, Jorge Faurie. Pero no sólo de pan vive el hombre, por lo que el entorno de Mauricio Macri también le acercó financiamiento para la campaña. Un grupo de empresarios encabezados por Sebastián Braun (primo de Marcos Peña y principal aportante privado del libertario), y que suma a Cristiano Ratazzi, Gonzalo Tanoira y por ahí sigue la lista, acompañan económicamente a LLA. Las redes macristas se adentran mucho más profundamente en las entrañas de LLA y van desde la lista que comparte el ex presidente con Andrés Ibarra para las próximas elecciones en Boca, hasta jueces y fiscales futbolistas y jugadores de paddle y tenis.

Y no nos olvidemos del radicalismo. El centenario partido cuenta con un número importante de diputados (35) y de senadores (13) y seguramente hará pesar su fuerza a la hora de discutir. Es más, no debería sorprendernos que se transforme en el árbitro de las disputas en ambas cámaras. Y será el Congreso el terreno donde Milei y sus espadas deberán desplegar todas sus habilidades para la negociación, dado que sin una usina eficiente de leyes, cualquier proyecto del Ejecutivo tiene como destino el naufragio. A menos que, claro, el libertario decida tomar el camino antidemocrático y, al modo fujimorista, intente disolver las cámaras. Hoy no parece ser un escenario probable, pero siempre es bueno estar advertidos. Indudablemente queda mucho trabajo por delante, dado que todavía no queda clara la conformación de los bloques, ni de las comisiones, y mucho menos las autoridades, por lo que tendremos que darle tiempo a que se sustancie el proceso de definiciones. Esto es así, ya lo sabemos, el lunes comienzan su labor los legisladores, y empieza el mundial de garrocha. A ver, sabemos cómo empieza, pero no como termina. Tiempo al tiempo.

De lo que ya no quedan dudas es que el sueño libertario murió antes de nacer. A ver, si nos despojamos un poco de nuestros prejuicios, salta a la vista que Javier Milei está intentando retomar una estrategia que ensayó Néstor Kirchner, pero que dejó inconcluso. Es cierto que los actores son otros, y que el espectro político no es el mismo, pero es evidente que el presidente electo va por la recuperación del proyecto de la transversalidad. No ya una transversalidad que apunte a unificar el espectro progresista, sino una transversalidad que reúna todas las expresiones del centro a la derecha. Un frente incluso más amplio que la vieja Unión Democrática, ya que incorporaría a representantes del peronismo (Guillermo Francos, Schiaretti, Monzó, Pichetto, más el apoyo lateral de algún gobernador como el salteño Sáez, o algunos funcionarios del actual gobierno como Flavia Royón, que de Energía pasará a Minería, o el mismo Daniel Scioli). Probablemente sea un frente circunstancial, no lo sabemos con certeza. Ya estamos grandes para pensar que cualquier cambio en el mapa político argentino llegó para quedarse definitivamente. Pero recordemos que cuatro años cada tanto le alcanzan y le sobran a los dueños de la Argentina para garantizar sus negocios a perpetuidad, para ellos, para sus hijos, y para los nietos de sus hijos.