Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
La gestión de Javier Milei ya se ha vuelto previsible. En un primer momento sorprendió a propios y extraños, pero desde hace un tiempo ya todos le tomaron la patente. El presidente es un despiadado con los débiles, pero muestra un sometimiento rayano con la humillación frente a los fuertes. Sólo basta repasar las últimas imágenes de su encuentro con Elon Musk para comprobarlo. Nadie podrá decir sin temor a equivocarse que es un traidor pero, como decía El General, es un hombre de sucesivas lealtades. Si no, vayan y pregúntenle a Volodimir Zelensky, (o a Mauricio Macri, que lo tienen más cerca). Es también un hombre de firmes convicciones, pero cambiantes. Hoy puede defender el libre mercado y mañana puede fijar el valor del tipo de cambio. Algunos dirán que es un mentiroso, otros dirán que se ha dado a sí mismo la capacidad de cambiar. En todo caso, y si nos ponemos serios, es un pragmático hecho y derecho. Pero si hay algo que marcó este primer año de gobierno es la estrategia de siempre redoblar la apuesta. Ante todo se avanza con el principio vandammiano de “retroceder nunca, rendirse jamás”. Luego, si es preciso, retrocedemos (o nos rendimos).
La designación por decreto de los dos jueces de la Corte Suprema, Ariel Lijo y Manuel García Mansilla, muestra a la claras que Milei está convencido de que no hay mejor defensa que un buen ataque. A cuatro días de la apertura de Sesiones Ordinarias del Congreso de la Nación, y amparándose en el artículo 99 inciso 19 de la Constitución Nacional, el presidente decidió nuevamente gritar el vale cuatro. El mencionado inciso habilita al Ejecutivo a cubrir las vacantes que requieran del acuerdo del Senado durante el receso por medio de nombramientos en comisión, que expirarán la fin de la próxima legislatura. Como decíamos antes, en pocos días se abre el año legislativo. Era necesario desafiar a toda la oposición con un decretazo? Evidentemente para Milei sí.
El espíritu de la Constitución Nacional no contempla las designaciones caprichosas, y apunta a que los miembros del Tribunal Supremo surjan de un proceso de acuerdo entre el oficialismo y la oposición, entre el Ejecutivo y el Legislativo (no siempre son la misma cosa). Claro, el presidente ya sabe que le será imposible reunir los 2/3 de los votos en el Senado para ratificar las postulaciones, por lo que optó por el ataque. Un nuevo frente de batalla se abre para el gobierno. No sólo el peronismo ha adelantado que no acompañará los pliegos, sino que también el presidente del bloque de senadores del PRO, Alfredo De Angeli sostuvo que la mayoría de sus compañeros votarán en contra. Por otra parte, los miembros de la Corte Suprema advirtieron que no le tomarán juramento a Lijo hasta que no renuncie a su cargo como juez federal, por lo que la licencia solicitada podría no ser suficiente. Y para cerrar, la Cámara de Comercio de los EEUU (AmCham) afirmó que la designación de jueces por decreto demora la recuperación de la transparencia y representa un riesgo potencial para la seguridad jurídica. Todos los semáforos en rojo, pero Milei acelera.
No parece ser casualidad, entonces, que el gobierno abra permanentemente focos de conflicto. La reciente adquisición de Telefónica por parte de Telecom (que es parte del Grupo Clarín), motivó un comunicado oficial anunciando que el caso será puesto bajo la mira del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) y la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia. Según el mismo, se analizará si la compra no constituye una maniobra monopólica, ya que la operación deja el 70% de los servicios de telecomunicaciones en manos de un solo grupo. Dado que existen sospechas que la compra podría ir en contra de la libre competencia y atentaría contra el proceso desinflacionario, se dispone abrir una investigación al respecto. Bien sabido es que el gobierno tiene una disputa con el Grupo Clarín, y no parece ser la decisión una ofrenda de paz. Desde La Libertad Avanza están convencidos de que el giro de las comunicaciones no tiene vuelta atrás, y están dispuestos a desafiar el sistema de medios tradicionales desde la trinchera de las redes sociales. Como toda apuesta fuerte, así como hay mucho por ganar, también hay mucho por perder.
Si bien el 2024 tuvo sus contratiempos para el gobierno, terminó cerrando con un resultado mejor de lo esperado. No sólo la inflación pudo ser contenida, sino que además la caída del producto del 1,8%, no sólo estuvo por debajo de las estimaciones de los analistas privados, que lo situaban entre un 2 un 2,5%, sino que fue cerca de la mitad de la proyectada por el FMI, que pronosticó una caída del 3,5%. Sin embargo, el 2025 no parece traer buenas noticias. Hoy las mediciones de la inflación están siendo duramente cuestionadas, dado que el INDEC no ha realizado los ajustes metodológicos necesarios a los que se había comprometido con el FMI. Por otro lado las señales que provienen del frente externo no son positivas. En primer lugar, porque la guerra comercial que Donald Trump le propone al mundo implica necesariamente un escenario global más hostil. En segundo lugar, y como consecuencia de lo dicho, la economía norteamericana evidenció un frenazo en las últimas semanas no previsto luego de la explosión de entusiasmo luego de la victoria de Trump el año pasado. Paralelamente, las expectativas de inflación se dispararon en los EEUU. Finalmente, y según estimaciones privadas, este año habrá un faltante de aproximadamente U$S13.000 millones para equilibrar el balance del Banco Central, ya que la lucha para sostener el tipo de cambio, la mayor apertura comercial, la recuperación económica en algunos sectores y el déficit de la balanza turística, han desestabilizado la cuenta corriente de la entidad. Es decir, un acuerdo con algún organismo multilateral de crédito (y todas las apuestas apuntan al FMI), será indispensable sólo para garantizar que cierren las cuentas del Banco Central. Y sólo eso. Sería interesante que Luis Caputo, el Maradona de las Finanzas, como lo llamaba Macri, nos explique cómo piensa abrir el cepo en esas condiciones.