Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
El presidente habló en la semana ante lo más granado de empresariado vernáculo en el cierre del Council de las Américas, y fue el Milei de siempre, confrontativo e hiperbólico. Durante su discurso llegó incluso a plantear el asombro del mundo capitalista ante lo que, según él, consideran el “milagro argentino”. Envalentonado por lo que percibe como los éxitos de su gestión, no sólo reivindicó la tarea de los ministros Caputo y Sturzenegger, a los que calificó de “colosos”, sino que además le metió presión a los empresarios. Sostuvo que un gobierno sólo puede crear el ambiente propicio para que las inversiones florezcan, pero que ahí termina su responsabilidad. Invertir es responsabilidad de los dueños del capital, “vamos, háganlo”, concluyó. Paralelamente, no ahorró ataques hacia la gestión de Alberto Fernández, a la que catalogó como verdadera responsable del desastre económico actual. Milei no sólo condena al kircherismo, sino que además está convencido de que las cosas están mejorando. Según sus propias palabras, la inflación está bajando de acuerdo a lo previsto y ya comienzan a verse los primeros brotes verdes en la economía. Sin embargo, queda la pregunta flotando: si la actividad económica se está recuperando, por qué apura a los empresarios para que inviertan?
Pero claro, nadie puede culparlo, porque Milei mira el mundo con los ojos del amor. La inconmensurablemente berreta novela montada desde los principales medios de comunicación, en la que Yuyito y Javier unen sus destinos, es un cucharón de miel intragable. Un capítulo de outlet de los olvidables 90s. Duró poco la pasión con Fátima, y hubo que salir de urgencia a conseguir una candidata lo suficientemente desprovista de cualquier tipo de límites éticos, como para prestarse a tamaña payasada. El romance, montado sobre una montaña de lugares comunes, una novela impropia de Alberto Migré o Nené Cascallar (disculpen el anacronismo, pero me tenté), se selló con un beso público (otro clishé), el martes a la noche durante la presentación del proyecto de Ley de Juicios por Jurado. Amalia González es un actriz profesional, y está dispuesta a no traicionar el legado de Gerardo Sofovich. Interpreta su papel con una seriedad que asombra, sin fisuras. Él parece entregado, fascinado con una mujer que seguramente alimentó sus más íntimas fantasías adolescentes. Como dice un querido amigo pescador, no hay nada más boludo que un grandote enamorado.
Horas más tarde del discurso del presidente en el Council de las Américas se conoció el dato de la inflación de julio, que se situó en un 4%. Si lo pensamos en términos futbolísticos, podemos decir que hubo un empate. Un mal dato para el gobierno si se considera que el vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning, había adelantado hace exactamente un mes ante inversores internacionales en Wall Street, que la inflación de julio sería del 3,7%. La diferencia es muy pequeña, pero no le permitió al equipo económico atravesar la barrera psicológica del 4%, aquella que se había propuesto atravesar Sergio Massa a comienzos de 2023. Un gran dato para el gobierno, por otro lado, si se tiene en cuenta que la inflación de CABA se había acelerado del 4,8% al 5,1%, y normalmente los guarismos nacionales copian la tendencia (no la cifra) que se observa en la ciudad de Buenos Aires. Podrímos agregar también que es un gran dato si consideramos que los hechos coinciden con el discurso oficial, que sostiene que la baja de la inflación es un fenómeno que llegó para quedarse.
No hay dudas de que desde las huestes libertarias se festejó el número efusivamente. Ramiro Marra posteó en X “La inflación más baja del año”, mientras que Manuel Adorni publicó en su cuenta: “Saluden a la inflación que se va”. Y no es para menos, el gobierno tiene en el descenso del nivel de precios su batalla principal. Sin embargo, se vienen dos meses absolutamente definitorios para el programa económico. El 4% parece ser un piso difícil de perforar. Lo venimos diciendo en nuestras columnas y ayer volvió sobre el tema el economista radical Martín Tetaz, que posteó en X: “Luego de haber bajado sistemáticamente hasta el mes de mayo, la inflación lleva tres meses en torno del 4% mensual (60% anualizado)”. En ese sentido, destacó que el amesetamiento del índice general de precios es un hecho que, además, se corresponde con una fuerte caída de depósitos a plazo y un notable salto del riesgo país, que no parece dar señales de descenso en el corto plazo.
Para ir cerrando. Desde EEUU llegan señales contradictorias para el gobierno. Por un lado, se conoció que no sólo la inflación de julio atravesó el piso del 3% anual por primera vez en 3 años, para situarse en un 2,9%, sino que también la inflación núcleo se situó en su nivel más bajo desde abril de 2021. Esto podría impulsar a la Reserva Federal a recortar las tasas de interés en su próxima reunión de septiembre, lo cual abarataría el costo del financiamiento. Una buena noticia para los consumidores y empresarios norteamericanos, pero también para los países emergentes sedientos de crédito como la Argentina. Al mismo tiempo, esto también fortalece la gestión de Joe Biden que, apoyado en los datos conocidos, sostuvo: “Les dije que íbamos a tener un aterrizaje suave”. Y un Biden fortalecido, fortalece a su vez la imagen del partido Demócrata, lo que se traduce inmediatamente en un impulso a la candidatura de Kamala Harris. Y esto último, claramente, no estaba en los planes de Javier Milei que había jugado todas sus fichas a un pleno: la victoria de Donald Trump, y su apoyo para obtener un nuevo crédito del FMI.