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Opinión: «La inflación no para y el mundo tiembla»


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Por Diego Añaños

Por Diego Añaños

El martes se dio a conocer la inflación del mes de febrero. Ya veníamos diciendo en las columnas que todas las proyecciones hablaban de algo con un 6 adelante, pero un 6,6% superó las expectativas, incluso las más pesimistas. De hecho, la Secretaría de Programación Económica venía trabajando con una hipótesis que se situaba entre el 5,8 y el 6,2%, de acuerdo al relevamiento que realiza periódicamente. Por otro lado el Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central (REM) de febrero arrojó una estimación promedio de 6,1% para el segundo mes del año, mientras que si sólo tomamos en cuenta las proyecciones de los diez mejores pronosticadores de corto plazo que participan del REM, la inflación estimada fue de un 6,2%. Nadie proyectaba una cifra por encima del 6,5%. Con el número del mes pasado, el acumulado interanual llegó al 102,5%, lo cual representa la variación anual más alta desde 1991, donde el aumento fue de 115%. Claramente, estamos en problemas. Desde el 7,4% de julio, y salvo el pequeño oasis de noviembre y diciembre, la inflación no bajó del 6% en la Argentina. No tengo intenciones de ponerme en la posición de profetizar fracasos, pero creo que ya queda más que claro que la promesa de Sergio Massa de llegar a abril con un tres por delante ya forma parte del arcón de los recuerdos. Es más, incluso el objetivo de cerrar el 2023 con una inflación del 60% planteada en la Ley de Presupuesto ya está claramente en cuestión.

Evidentemente las cosas no salieron como se planearon o, al menos, como se dijeron que se planearon. El combo conformado por un programa de congelamiento de precios, devaluación controlada, tasas de interés astronómicas, y restricciones a las importaciones y a los viajes al exterior, no fue suficiente para contener la estampida de precios, repito, al menos hasta el momento. La preguntas que se imponen son: se están utilizando los instrumentos
macroeconómicos apropiados para frenar la inflación??? Está Sergio Massa consiguiendo el acompañamiento de las grandes formadoras de precios de la Argentina? En resumen, y para no hacerla tan larga: falló la teoría económica o falló la política??? Probablemente las dos. Sólo el tiempo dirá si todavía se está a tiempo de torcer la historia. Visto en perspectiva, y desde mi humilde opinión, este es un gobierno que está de salida, en medio de un año electoral, con el que ningún agente social, político o económico tiene intenciones de dialogar. Todos parecen tener puesta su vista en diciembre, para sentarse a conversar con el que gane las elecciones, sea de la coalición que sea.

Si hay una promesa que el gobierno de Alberto Fernández cumplió es la que le hizo al Fondo Monetario Internacional. El del Frente de Todos tendrá el raro privilegio de ser el primero en décadas en cumplir con los compromisos anuales pactados con el organismo. Con la aprobación del cuarto trimestre del 2022, no sólo llega el muy bien felicitado con sello de palomita, sino que el FMI desembolsará los U$S5.200 millones pactados en el acuerdo.

Paralelamente, la delegación de negociadores argentinos consiguió que el Fondo reconociera el severo impacto que significará para la balanza de pagos de nuestro país la dura sequía que soporta el campo, y aceptó modificar la meta de acumulación de reservas para el año en curso.

Si bien el número final aún no fue publicado, se estima que se habilitará una reducción de alrededor de U$S2.000 millones para 2023. El cierre formal de las negociaciones será la semana próxima, cuando se reúna el Board del organismo para convalidar el Staff Level Agreement al que arribó la delegación argentina con el personal técnico del FMI.

Finalmente,y para ir cerrando, la crisis iniciada el viernes pasado por el cierre de las operaciones del Sillicon Valley Bank no parece haber terminado. Joe Biden pensó en desactivarla mediante un discurso antes de la apertura de los mercados, pero no tuvo éxito. Los niveles de volatilidad financiera del mundo en que vivimos hacen que, hasta la más mínima señal de alerta, genere una ola de pánico global. Hace algunas semanas comentábamos los problemas que atravesaba el Credit Suisse, y los temores que generaba en el ecosistema financiero internacional. El miércoles, el presidente del Banco Central saudí, principal accionista del Credit Suisse, afirmó al canal de Bloomberg que se tomó la decisión de no seguir aportando capital para financiar al banco suizo. El efecto fue inmediato. Las acciones cayeron
fuertemente y el temor se apoderó del sistema bancario europeo y de Wall Street, arrastrando a las cotizaciones alrededor del globo. Hoy la crisis no parece tener fondo, y como venimos afirmando, nadie debería hacerse el sorprendido, porque los que conducen los destinos del sistema financiero internacional son conscientes de que vivimos sobre un volcán a punto de entrar en erupción. Cuando los veo ensayar una fingida sorpresa ante lo aparentemente
inexplicable de los acontecimientos, me hacen acordar a aquella famosa escena de Casablanca en la que el capitán Renault irrumpe en el Rick´s Café y anuncia que todos deben abandonar el salón, porque será clausurado. Cuando se acercan a solicitarle una explicación contesta que está escandalizado porque acaba de enterarse de que en el lugar se realizaban apuestas. Acto seguido, se acerca un croupier, le entrega un sobre y le dice: “Sus ganancias, señor”.