Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
El Indec dio a conocer el miércoles a la tarde el dato de la inflación de mayo. Contra todos los pronósticos de consultoras y expertos en la materia, se produjo una desaceleración en el ritmo del índice general de precios con respecto a abril. El cuarto mes del año, había sorprendido con un 8,4% y, según las profecías de los sacerdotes de la city, este mes íbamos a estar entre un 8,5 y un 9%. Fue 7,8%, un número que duplica las expectativas que se había trazado Sergio Massa para esta altura del año (que esperaba “algo que empiece con 3” para abril), pero que representa la primera débil señal positiva del 2023. En efecto, desde el 5,1% de diciembre, la inflación no paraba de crecer mes a mes, y el dato de mayo cortó con esa tendencia. Tratar de adivinar cómo sigue la cosa, sería tarea de dioses, no de seres humanos. Poco para celebrar, cuando la inflación acumulada en el año ya llega al 42,2%, y la inflación anualizada alcanzó el 114,2 (sólo levemente por debajo del 115% que alcanzó en septiembre de 1991). Sin embargo, y en el medio de este gigantesco berenjenal, seguramente fue un pequeño respiro para un equipo económico que no mete un gol desde hace mucho tiempo. Sería mucho decir que se terminaron las especulaciones, que se acabó la espera en la Argentina. Si bien ya se conocieron las alianzas para las elecciones nacionales, todavía persistirá por un tiempo la tensión propia de un cierre de listas. Han bajado levemente los niveles de incertidumbre, pero todavía faltan unos días para los cierres de listas. Ahí se iniciará una carrera frenética de 50 días hasta las PASO, que tendrán lugar el 13 de agosto.
Otra raquítica, pero buena. En su última reunión, la Reserva Federal de los EEUU decidió no subir la tasa de interés de referencia, por lo que la mantuvo en el rango de entre un 5 y un 5,25%. El dato de la inflación interanual de mayo, un 4%, no sólo fue menor al registrado en abril, sino que estuvo por debajo de las proyecciones de los principales operadores de los mercados financieros. Luego de casi un año y medio de una agresiva política anti inflacionaria, esta pequeña pausa se vivió con cautela en los mercados. Siempre una moderación en la política monetaria norteamericana genera expectativas positivas alrededor del mundo. Por un lado porque mejora las expectativas de crecimiento de la mayor economía del mundo, y esto supone un incremento de la demanda de importaciones globales. Por otro lado porque le quita presión alcista al dólar, en un contexto global de fortalecimiento de la moneda norteamericana. En las próximas dos semanas se vienen definiciones de los otros principales bancos centrales del mundo. Es entonces cuando se verá si los programas monetarios restrictivos han logrado morigerar la inflación, y se abre un nuevo proceso de relajación monetaria mundial.
Como perlita, y para ir cerrando. En medio de aguas turbulentas, suelen aparecer los fantasmas del pasado. Esta vez le tocó a un viejo conocido de todos. Si, volvió Domingo Cavallo. El ex ministro de Economía de Menem y Fernando de la Rúa, reapareció en los medios para dejar algunos consejos acerca de algunas medidas macroeconómicas que, según su opinión, debería tener en carpeta el gobierno que viene. En el marco de la primera conferencia anual de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), Cavallo se mostró a favor de un programa de shock, descartando de plano cualquier forma de gradualismo. A continuación, sostuvo que es indispensable una liberalización total del mercado cambiario. Es decir, libertad absoluta para comprar y vender divisas. Paralelamente afirmó que esto debería redundar en una repatriación de capitales. Y acá sí, paremos la pelota. A esta altura uno no sabe si reírse o indignarse. Digo, ya no se trata de un problema ideológico, filosófico o teórico. La evidencia empírica dice que, cada vez que se liberó el mercado de cambios, el resultado (previsible, además) fue la apertura de un proceso de fuga de divisas criminar. Probablemente la memoria reciente nos remita de manera inmediata a experiencia vivida durante la gestión de Mauricio Macri, y está bien. Pero lo mismo sucedió durante el gobierno de Macri y lo mismo sucedió durante la Dictadura, bajo la dirección económica de José Alfredo Martínez de Hoz. Claro, en las tres versiones, la liberalización cambiaria convivió con un feroz endeudamiento externo (que era la fuente de divisas para la fuga), desregulación financiera y una apertura de la cuenta de capitales. Por eso, a no dejarse llevar por las voces de las sirenas. A veces conocer un poco de historia nos sirve para mantener viva la memoria, para no olvidar, y así no repetir los errores del pasado.