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Opinión: «La casta tiene miedo. ¿Hasta cuándo?»


Por Diego Añaños - CLG

Por Diego Añaños – CLG

Si alguno tiene el cable a mano, por favor, que desenchufe la calesita. Nos están volviendo tan locos corriendo en zigzag, que no somos capaces de concentrarnos en el debate relevante. No estoy culpando a nadie, de hecho se entiende que cunda la desorientación, y por momentos da la impresión de que es deliberado. Un gobierno que desde que asumió no ha hecho más que fogonear la confusión, yendo y viniendo sobre sus mismas palabras. Ni Alberto Fernández se atrevió a tanto. Javier Milei asumió prometiendo el fin de la casta, pero se rodeó de casta para gobernar. Aseguró que iba a dolarizar y a eliminar el Banco Central, pero no estamos ni lejos de que eso ocurra. También prometió que el ajuste lo iba a pagar la Política, pero lo están pagando los laburantes. Declaró que prefería cortarse un brazo antes que aumentar un impuesto, sin embargo lo hizo. Dijo que en su gobierno la fijación de precios iba a estar en manos de los mercados, pero fijó el tipo de cambio, las tasas de interés de referencia y el salario mínimo vital y móvil (y ahora acaba de convocar a los docentes para establecer las retribuciones testigo del sector). Echó al ministro Ferraro, pero Ferraro sigue en funciones. Juró que no iba a negociar ni una coma de la Ley Ómnibus, pero la mandó al Congreso con 300 artículos menos. Echó al titular de la Anses, Osvaldo Giordano, pero el cordobés siguió en su oficina. Ahora lo sustituyó. Una locura.

Milei es un caso raro. Es una figura disruptiva, acompañada de un dispositivo comunicacional de última generación, pero con ideas antiguas y un programa conservador. A ver, el diseño de redes sociales, obra de Fernando Cerimedo, es brillante, de eso no hay dudas. Sin embargo, se apoya en el viejo mantra de once principios de la comunicación diseñado por Joseph Göebbels, el ministro de Propaganda de Adolf Hitler. Los que no lo leyeron, les sugiero que lo busquen en redes, es de fácil acceso, y van a entender de lo que hablo. Por otro lado, las ideas de la Escuela Austríaca, a las que dice responder el presidente, tienen sus orígenes en un libro escrito por Carl Menger hace más de 150 años. Es decir, 65 años antes de que Keynes publicara la “Teoría General del empleo, el interés y el dinero”. Finalmente, el programa de gobierno es una repetida versión de las decenas de programas de ajuste conservador que vivió la argentina desde la década del 50 en adelante. Es decir, si a todo este lío le sacamos Twiter, TikTok e Instagram, estamos atrasando un siglo, ni más ni menos. La pregunta es: hasta cuándo va a poder gobernar por redes???

Lo cierto es hoy Javier Milei está muy complicado. Lo único que le juega a favor es que La Casta tiene miedo, aunque no tal vez en el sentido en el que él lo plantea. Con su famosa frase, el presidente quería significar que la política tradicional tenía miedo de perder sus privilegios. Sinceramente, no lo creo. La Casta tiene miedo de parecer golpista, ahí está la cuestión. Si, ni más ni menos, le tiene miedo al qué dirán. No se atreve a tomar las decisiones más obvias, porque sabe que esas decisiones se llevan un gobierno puesto. Y no es, como sugieren por ahí los pocos periodistas que aún lo defienden (como Jony Viale o Luis Majul), porque el kirchnerismo esté en modo helicóptero. Milei compró el aparato, lo puso en condiciones e hizo el curso de piloto, osea/digamos (como le gusta decir), nadie hizo tanto como él para salir eyectado de la Casa Rosada. Es más, va a seguir presionando al sistema político, porque sabe que, al margen del apoyo de los bloques del PRO (que no le alcanzan para hacer NADA en el Congreso), la oposición no kirchnerista está dispuesta a cortarse un brazo antes de quedar pegada a la figura de Cristina Fernández de Kirchner. Si, dije a cortarse un brazo, igual que Milei. Attenti al lupo.

Buena parte del periodismo vibra en la misma frecuencia. Trabaja incansablemente en la destrucción definitiva del kirchnerismo, por lo que no ataca frontalmente al gobierno, pero es evidente que se le está haciendo muy cuesta arriba sostenerlo. En los últimos días, comienzan a aparecer voces dentro de la corporación mediática que ensayan críticas contra al gobierno. Y este es un hecho sobre el que es posible proponer al menos dos hipótesis. La primera: tal vez la inminencia de la crisis hace que lentamente le vayan soltando la mano al presidente, porque como dice el dicho: “te acompaño hasta la puerta del cementerio, pero en la tumba no me meto”. La segunda sugiere que podríamos pensar que los poderes fácticos están esmerilando la figura de Milei para empujarlo a una alianza con Mauricio Macri que está preparando su vuelta triunfal a la política. Es una posibilidad, pero sinceramente no sé si el ex presidente está interesado, a menos que consiga que el libertario le entregue las riendas de su gobierno al jefe político del PRO. Realmente, ¿lo ven a Milei resignando el Poder? Yo personalmente no.

Lo cierto es que los tiempos apremian. Mientras que el gobierno se ufana de la recuperación de las reservas del Banco Central, los superávits gemelos y la estabilidad cambiaria, la economía real circula por otro carril. El poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones se deteriora a una velocidad pocas veces vista. La caída del consumo es alarmante, y algunos ya afirman que el deterioro es aún mayor que en 2001. Los empresarios advierten que el frenazo en la actividad económica, está impulsando las decisiones de suspender trabajadores en el cortísimo plazo, pero que no muy lejos en el tiempo comenzarán los despidos. Mientras tanto, el presidente insulta a todo aquel que no se somete a sus designios, por lo que la posibilidad de que una alianza legislativa le dé gobernabilidad, se aleja cada día. Todo parece indicar que la suerte está echada, a menos que Milei capitule, algo poco probable. En la situación actual sólo falta el niño que, como en el cuento de Andersen, diga: “El Rey está desnudo”.