Análisis
Opinión

Opinión: «El dólar soja y la visita a China: las vedettes de la semana económica»


Por Diego Añaños - CLG

Por Diego Añaños – CLG

Algunos dicen que no hay nada más lindo que ganar un partido sobre la hora, por medio gol, de penal, como sea. Otros dicen que lo mejor es ganar un partido imposible, como aquel recordado encuentro entre Argentina y Brasil en el Mundial Italia 90, con un golazo de Caniggia. Seguramente se van a acordar a Diego dejando parados a Alemao y a Dunga en la mitad de la cancha, llevándose la marca de los cuatro defensores (pausen el video un segundo después de largar la asistencia y no lo van a poder creer) y metiéndolo un pase BE SHE SA a Claudio Pol, para que revuelque en el piso a Taffarel y defina con un magistral pase a la red. Todavía tengo en la memoria la figura del arquero arrodillado y dos defensores que terminan, literalmente, dentro del arco. Iban 81´del segundo tiempo y fueron probablemente de los peores partidos de la Selección en un mundial. Según cuenta la leyenda, cuando fueron al descanso luego de un primer tiempo en el que Brasil tendría que haberse ido ganando al menos por dos o tres goles, Bilardo no dijo nada. Se sentó y no abrió la boca, punto. Cuando estaban subiendo la escalera para entrar a disputar los segundos cuarenta y cinco minutos, el DT, que subía primero, se dio vuelta y les dijo a los jugadores: “Si se la siguen dando a los de amarillo, vamos a perder”. Esa fue toda la charla técnica. Eso y a la cancha. Nos faltaba sufrir casi cuarenta minutos más para darle paso el estallido. Busquen fotos o videos, Caniggia tuvo, por algunos minutos, la sonrisa más hermosa que pude ver en un partido de fútbol.

Hoy el gobierno está como la selección en aquel partido. Superado, frustrado, sin respuestas. Las pelotas pasan todas al lado del palo, besando el travesaño, cualquier contraataque es medio gol. Pero a veces en la política, como en el fútbol, entra una. La pelota se iba al lateral, le pega en la espalda a un defensor y entra. Y el miércoles entró una. Sobre la hora, casi sobre el cierre del Programa de Incremento Exportador, cuando se cerraba la ventana para liquidar dólares a $300, los exportadores metieron quinta y liquidaron por más de U$S1.052 millones en la rueda, una cifra récord. El Banco Central adquirió la totalidad de las divisas liquidadas pero revendió U$S601 millones, por lo que consiguió retener U$S451 millones, la cifra más alta de compra neta en lo que va del año. El mes de mayo cierra, entonces, con un saldo neto positivo de U$S850 millones. En síntesis, y cuando se está empezando a realizar la evaluación del programa, podemos decir que el gobierno ya logró el primer objetivo, y es superar los U$S5.000 millones de liquidaciones. Sin embargo, el objetivo fundamental era adquirir esas divisas para fortalecer las magras reservas del Banco Central. Y ahí las cosas no anduvieron para nada bien, ya que sólo logró compras netas cercanas a los U$S1.500 millones, es decir, no logró retener ni siquiera del 30% de lo adquirido, menos de la mitad de los porcentajes de compra de las dos primeras versiones.

El motivo es claro, el mercado cambiario está al rojo vivo, y el Central se ve obligado de manera permanente a vender divisas para calmar los ánimos. De hecho la intervención en cambiaria le ha significado un saldo negativo en lo que va del 2023 de más de U$S2.000 millones (2065 para ser más exactos). El saldo positivo del mes de mayo es claramente una pequeña bocanada de aire en medio de una escasez de divisas franciscana. La importante recuperación de las liquidaciones en el marco del Programa de Incremento Exportador, le permitió al gobierno descansar, aunque sea unas horas, de la presión insoportable que viene soportando el Banco Central sobre sus reservas.

Mientras tanto, continúa la gira de Sergio Massa en China. El ministro ya dio por fallido al intento de que el Banco de Desarrollo de los BRICS modificara su artículo 7 para habilitar el acceso de la Argentina al fondo de contingencia destinado a aportar financiamiento para crisis cambiarias. Por lo pronto, Massa se trae de oriente: una ampliación del swap de monedas de U$S5.000 millones (duplicando lo U$S5.000 ya disponibles), un paquete de financiamiento de U$S1.000 millones para las obras de represa del Río Santa Cruz, y el compromiso del gobierno chino de apoyar el ingreso de la Argentina al BRICS. Además, se espera que pronto anuncie la puesta en marcha de un sistema de comercio exterior que permitirá que las empresas chinas realicen inversiones en la Argentina en yuanes.

Alberto Fernández, por su parte, siguió las peripecias del viaje de la comitiva Argentina en China desde Brasil. Desde el país hermano, y luego de una reunión con Lula Da Silva, confirmó el avance en las conversaciones para que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Banades) financie las exportaciones de tubos y láminas de acero brasileños para la segunda etapa de las obras del gasoducto Néstor Kircher. Si bien aún no se conoce la cifra exacta, se especula con que el monto de la financiación rondaría los U$S600 millones.