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Opinión: «El dólar, los problemas argentinos y las elecciones»


Por Diego Añaños - CLG

Por Diego Añaños – CLG

Sí, ya sé el dólar pasó los $600. Ahora sólo falta que salga el Pampito a decir que ya lo había pronosticado hace más de un año atrása. Y no sólo eso, también va a decir que como hombre de la Democracia (democracia siempre con mayúsculas, claro), tuvo la prudencia de no lanzar al aire la cifra que le daban sus cálculos para no generar una corrida cambiaria que se llevara un gobierno puesto. No sé si los hechos van a ser precisamente así. Pero no tengo dudas de que Johnny Viale, Luis Majul o alguno de los impresentables personeros del partido opositor mediático, lo va a llevar al piso y le va a decir: “Roberto, al final tenías razón. Todos se burlaron de vos, y al final las cosas se fueron de madre”. Es un debate perdido. Decir que el dólar va a costar X con una inflación de más del 100% es como decir que va a llover (pero sin aclarar cuándo). Si vale esa gimnasia, yo digo que les apuesto U$S1.000.000 a que el dólar va a costar $900. Si me preguntan cuándo, hacen trampa. Pero proyectando un poco la inflación hasta le podemos arrimar una fecha. La cuestión es: ¿es verdaderamente relevante el precio del dólar? A ver, una respuesta sería que sí, que por supuesto que es relevante, porque determina el nivel de nuestra deuda, los márgenes de competitividad de nuestras exportaciones, el precio de nuestras importaciones, el nivel de los salarios internos, etc. Reformulo la pregunta: ¿el precio del dólar es lo fundamental? Y ahí sí, la respuesta es clara: por supuesto que no. No nos vamos a cansar de decirlo, porque como diche Mirtha, el público se renueva. El problema de la Argentina no es el dólar, el problema es la inflación.

Hay ríos de tinta escritos al respecto. Hay economistas que dicen que un crecimiento robusto de la economía sólo puede garantizarse cuando la inflación se estabiliza en valores cercanos a cero, digamos, por debajo del 3%. Otros que dicen que mientras no pase de un dígito, las consecuencias sobre el crecimiento de largo plazo son insignificantes. Incluso algunos llegan a decir que hasta un 25% es un ritmo consistente con un proceso de incremento sostenido del producto. Sin embargo, casi todos están de acuerdo con que cuando estamos en las tres cifras, la cosa se complica, y mucho. Seguramente es la deuda pendiente que se va a llevar Sergio Massa de su gestión como ministro de Economía. Y no va a ser el único. La inflación le viene dando sistemáticamente palizas a cada uno que se le paró enfrente. El único que la pudo contener fue Domingo Cavallo. Pero el precio que pagó el país por la estabilidad de precios fue el de una catástrofe social sin precedentes, por lo que la honestidad intelectual no permite colgarle esa medalla al cordobés. La conclusión es que, si bien es muy importante, no es la única estabilidad macroeconómica relevante, ni siquiera la más importante.

Tal vez no parezca tan relevante, pero en medio de un proceso eleccionario es estratégico poder distinguir claramente lo importante de lo fundamental. Y lo fundamental para Argentina es crecer. Crecer y crecer. Es cierto que también es importante distribuir, pero por más que tengamos la distribución del ingreso de Noruega, vamos a seguir distribuyendo poco. Y de algo podemos estar seguros: no se crece bajando la edad de imputabilidad, ni reprimiendo piquetes, ni bajando el gasto público, ni echando empleados del Estado, ni abriendo la economía. Con esto no quiero minimizar la importancia del orden. Pero el orden siempre fue una consecuencia del crecimiento y nunca, pero nunca, una causa. Los países que hoy son países ricos, crecieron desordenadamente, son inseguridad jurídica, con inflaciones altas, con déficit fiscal y con economías protegidas. Después de enriquecerse, se ordenaron y se estabilizaron. Por eso, no hay que dejarse engañar, la salida no pasa por eliminar el conflicto social, sino por tratar de eliminar sus causas.

Sin dudas que es un mal momento para hablar de estas cosas. La angustia que produce en la gente la inflación y las noticias vinculadas a la inseguridad (como la terrible muerte de Morena), no permiten sacar el foco de los acontecimientos y de la inmediatez para pensar por un momento en cuestiones de largo plazo. Y como si esto fuera poco, el partido mediático se ocupa de replicar de manera absolutamente impúdica todas y cada una de las malas noticias. Pero tenemos que tratar de hacer el esfuerzo de parar la pelota y reflexionar. Esto incluye la tarea de ayudar a los otros a tomarse un tiempo para analizar el voto con un poco más de detenimiento. Como venimos diciendo, hay algunos indicios que nos hacen pensar que en el mediano plazo la Argentina puede dar un golpe de timón e iniciar una larga fase de crecimiento autónomo y autosostenido. Pero los recursos naturales no garantizan per se el despegue. Si no se toman las decisiones políticas correctas, vamos a estar condenados a repetir un nuevo capítulo donde las ilusiones se frustran otra vez.