Opinión

Opinión: «El cierre de la agencia Télam es un verdadero despropósito»


Por Carlos Alberto Duclos - CLG

Por Carlos Alberto Duclos – CLG

En su mensaje ante la Asamblea Legislativa, el presidente Javier Milei anunció, como se sabe, el cierre de la ya casi histórica agencia de noticias estatal Télam. El primer mandatario adujo para concretar tal medida que «ha sido utilizada durante las ultimas décadas como agencia de propaganda kirchnerista».

Lo cierto es que cerrar una institución pensada para prestar un servicio indispensable a la comunidad, especialmente del interior del país en materia informativa por una posible parcial mirada política o ideológica, es un despropósito. Es algo así como cerrar un parlamento porque sus integrantes son vagos, o comprometidos ideológicamente, o por otros asuntos contrarios al bien ciudadano; o cerrar un Poder Judicial porque sus jueces son parciales. No son las instituciones, ni sus trabajadores (en este caso) los responsables de posibles irregularidades, sino quienes las conducen.
En el caso de Télam bastaría con designar directores que bajen una línea editorial clara para solucionar el posible problema. Y puesto que el actual es un Gobierno que hace alarde de “libertad”, tal línea editorial no debería ser otra que aquella que comprenda la libertad de expresión, la imparcialidad y la equidad como norte.

Télam presta un servicio inapreciable al periodismo del interior, y sus contenidos, por otra parte, no son solo políticos o económicos: cultura, salud, ciencia, policiales, noticias del mundo, y otros temas, son posibles encontrar en su famosa “cablera” por los medios y periodistas que están suscriptos. En un país carente de suficientes agencias de noticias, su cierre es un despropósito, pareciera que alentado más por cuestiones políticas o de otra índole que por razones valederas.

El cierre, por supuesto, beneficiará a los medios de comunicación hegemónicos y a algunos comunicadores que de periodismo saben poco y de mensajes y operaciones políticas (que van en favor de unos u otros espacios) demasiado.
Lamentablemente, desde hace tiempo en Argentina, el periodismo más o menos equitativo en sus posturas políticas y en su enfoque informativo, es una especie en extinción. Se da esto especialmente en aquellos medios privados que tienen llegada masiva.

Es verdad que hay que poner fin a las inclinaciones políticas e ideológicas en los medios estatales, pero el cierre no es una salida propicia y se constituye en una acción que va a perjudicar a cientos de medios del interior del país. Sin contar, por supuesto, el destino lamentable e incierto de muchas familias. Triste.

Tal vez el Presidente en este asunto tan importante no haya sido debidamente asesorado. No es por allí la cosa, no es por el cierre de las instituciones que se resuelven los problemas. Por allí solo se trata de una medida vana, infructuosa, perjudicial, un verdadero despropósito.

Por otra parte, y para finalizar, Milei no debería dejar de considerar que si de veras la agencia estatal ha sido un reducto de militantes o simpatizantes políticos o comprometidos ideológicamente (en este caso kirchneristas según él), ello no fue obstáculo alguno para que triunfara en las elecciones. Y es simple: gran parte de la ciudadanía ha madurado y ya no se deja manipular ni por izquierdas, centros, y derechas, ni por ninguna institución ni medios de comunicación, solo reacciona conforme toca a la realidad. Ello no quiere decir que esta sociedad, o parte de ella, al evaluar qué cosa le resulta mejor para enfrentar a la adversidad no se equivoque. Ha sucedido y seguirá sucediendo pues forma parte de la condición humana.