Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
Se va cerrando el año y todos comienzan a relajarse. El amague del gobierno nacional de convocar a sesiones extraordinarias, que incluyó el blooper del anuncio oficial por parte del vocero presidencial, fue perdiendo lentamente estado dentro de la agenda pública. Ya todos se van preparando para las fiestas y nadie espera grandes novedades antes de que el 2024 se vaya finalmente. En este contexto, no quedan dudas de que la noticia económica más importante de la semana, fue el crecimiento del 3,9% de la actividad, recogida y amplificada por los principales medios masivos nacionales y locales. Sin embargo, y como suele suceder, es necesario tomarse el tiempo para leer las estadísticas con algo más de detenimiento del que la locura de las redes sociales le imponen a la información. Vamos a tomarnos un tiempo para hacer algunas consideraciones.
En primer lugar es necesario aclarar a qué se refiere el dato publicado. Concretamente, dice que la economía argentina creció un 3,9% en la medición intertrimestral. Es decir, el dato muestra un crecimiento del producto en el tercer trimestre el año, pero comparado con el trimestre anterior del mismo año. Dos consideraciones. La primera: dado que el comportamiento de la economía argentina viene registrando una tendencia claramente recesiva en los trimestres anteriores, una mínima mejora aparece como un dato fuerte. Tan fuerte que llevó a un grosero error al mismo presidente (un hombre que, por cierto, sabe mucho de econometría). Javier Milei publicó en sus redes: «A los mandriles que hablaban de una L o una pipita de Nik (sic) muy tenue ¿Sabrán cuánto implica crecer al 3,9% trimestral en términos anuales?». La respuesta debería ser: “sin dudas crecer un 3,9% en términos anuales es una verdadera locura, pero es sólo un trimestre, Javier”. La segunda: como ya hemos aclarado en más de una oportunidad en estas columnas, la comparación intermensual o intertrimestral es un dato extremadamente parcial. La comparación metodológicamente correcta es la interanual. Ése es el dato relevante, y cuando miramos la comparación interanual, es decir, tercer trimestre de 2024 contra tercer trimestre de 2023, nos encontramos que la economía cayó un 2,1%.
En segundo lugar: la noticia, que refleja información oficial (porque la fuente es el Indec) desnuda lo que podría ser interpretado como una inexactitud o, en todo caso, una mentira: la recuperación, si la hubiera, porque es algo que aún está en discusión, no comenzó en abril/mayo, como sostenía hasta el día de hoy el gobierno y los economistas filo libertarios. Si los lectores han prestado atención a las opiniones del propio presidente, como de los analistas cercanos al gobierno consultados por los medios, hay una suerte de consenso alrededor de la idea de que el piso de la caída del producto se produjo en abril, para comenzar a mostrar una incipiente recuperación en mayo. En ese sentido se expresó Javier Milei a mediados de febrero de este año, pero también lo hicieron Fausto Spotorno a comienzos de junio y Juan Carlos de Pablo a comienzos de septiembre. Hasta el momento todos se equivocaron, si somos indulgentes, o mintieron abiertamente.
En tercer lugar. Si bien es cierto que el tercer trimestre (julio, agosto, septiembre) registró un mejoramiento relativo comparado con el segundo trimestre (abril, mayo, junio), es posible detectar que en el mes de septiembre esa recuperación se frenó, casi en seco. Paralelamente, los primeros datos de octubre mostraron una nueva caída. Particularmente, si focalizamos la atención en dos de las actividades testigo los datos son concluyentes: la actividad manufacturera cayó un 0,8% en la comparación intermensual (contra septiembre, el mes anterior) y un 4% en la medición interanual, mientras que la construcción cayó un 4% intermensual y un estrepitoso 24,5% en la interanual. En síntesis, el dato del tercer trimestre no es necesariamente un dato negativo, pero tampoco es para descorchar champagne. Hay que esperar futuras mediciones para determinar con algún grado mayor de certeza si la tendencia recesiva de la economía argentina ya se revirtió o vamos a tener que seguir esperando algunos meses más.
En cuarto lugar, el principal tractor del crecimiento fue el sector agropecuario. Esto nos lleva nuevamente al razonamiento anterior: la comparación con un 2023 con la peor sequía de los últimos 60 años, una de las peores de la historia económica nacional, produce algunas distorsiones estadísticas. Digamos, cualquier rendimiento anual va a parecer bueno, cuando el dato contra el cual se realiza la comparación es tan bajo. Pensemos que en el mes de mayo, el crecimiento interanual del sector fue de un 103,3%, guarismo que elevó los promedios del nivel de actividad económica de un modo fuera de lo normal, y llevó a la mayor parte de los economistas a soñar con el comienzo de la recuperación. No ocurrió. El septiembre, la liquidación de divisas creció significativamente, situándose más de un 20% por encima del mismo mes de 2023. Nuevamente, el empuje del sector agroexportador generó la sensación de un nuevo despegue (algo que se repetiría luego en octubre y noviembre, con números impresionantes). Sin embargo, volvemos a lo mismo: estamos comparando con un 2023 desasatroso. A ver, para verlo en términos más simples: si el 9 de nuestro equipo hizo 1 gol en todo 2023, y hace 2 goles en 2024, su capacidad goleadora se duplicó, creció un 100%, pero nadie duda de que dos goles por año es muy poco.
Para ir cerrando. Los datos duros marcan que la economía argentina lleva un acumulado de caída del 3% en los primeros nueve meses del año. Todos los pronósticos, tanto de los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial, ONU, etc) y de los analistas, sugieren que 2024 cerrará con un descenso del producto de 3,5%. Sin dudas es un número importante. Para tomar dimensión, pensemos que en el peor año de Mauricio Macri la caída del producto fue de 2,6%, y que en 2001 fue de 4,5%. Dicho esto, no es difícil imaginar un 2025 donde el producto se recupere, dado que el 2024 ha sido, indudablemente un año muy malo. Con suerte, y mucho viento a favor, la Argentina logrará recién en 2026, volver a los números del 2023. Al menos eso nos dicen las tendencias.