Por Diego Añaños
Por Diego Añaños
Alberto Fernández está en camino de estabilizar la nave para 2021. Al acuerdo con los tenedores de bonos bajo legislación extranjera, le siguió la aprobación del presupuesto nacional con una consistente mayoría. Las negociaciones con el FMI están avanzando en el sentido correcto, y sólo resta comenzar a cerrar los U$S2.000 millones con el Club de París para limpiar el panorama. Luego, como decíamos en una columna anterior, el presidente tendrá que demostrar hacia dónde quiere ir una vez que el camino se encuentre libre de la pesada herencia y sea él quién construye la agenda. Hasta ahora la agenda la han impuesto las circunstancias y el nuevo gobierno sólo ha podido reaccionar ante las adversidades. 2021 debería ser el año en el que la estrategia de Fernández pueda desplegarse en toda su magnitud.
Omar Perotti tuvo su victoria el día miércoles. El Senado de la provincia de Santa Fe aprobó por unanimidad el proyecto de presupuesto enviado por el Ejecutivo. Incluso las modificaciones que se le realizaron fueron consensuadas con la Casa Gris y con diputados de la oposición. Sólo se produjeron algunas diferencias al interior de un sector del PJ en uno de los 58 artículos, y es el que se refiere al Plan Incluir, que viene a reemplazar al Plan Abre. Los cuestionamientos vinieron a cuenta de que el plan se puso en vigencia mediante un decreto, sin tener en cuenta que ya existía una ley vigente para el programa iniciado durante la gestión del Frente Progresista. El expediente será ahora enviado a la Cámara de Diputados, donde el oficialismo tendrá que hamacarse para conseguir una mayoría que no tiene.
También fue presentado el presupuesto municipal en el Concejo de la ciudad de Rosario. Durante la mañana del miércoles, el secretario de Hacienda, Diego Gómez, expuso antes los ediles los principales lineamientos de la política económica de Pablo Javkin para 2021. Se contempla un aumento de 10% de la TGI a partir de abril, así como ampliar el presupuesto para áreas sensibles como Desarrollo Social y Salud. También se proyecta reducir el déficit de las cuentas municipales a la mitad.
Todos parecen dar por perdido el 2020 y tener puestas sus miras en la virtualmente segura recuperación del 2021. Sin embargo, nadie debería confiarse, no sólo la dinámica de la pandemia sigue siendo un enigma para todos los analistas, sino que la recuperación será sólo estadística. El daño recibido por la crisis sanitaria en la Argentina, se solapa con el desastre económico en el que sumió al país la gestión de Mauricio Macri, y llevará muchos años retornar a los números previos a 2016.
Venimos comentando los datos positivos en cuanto a la recuperación de la actividad económica y la recaudación. Esta semana se conocieron algunos datos que a primera vista parecen contradictorios. Por un lado se registró la segunda caída mensual consecutiva de las ventas en supermercados minoristas, sin embargo, las compras en autoservicios mayoristas crecieron casi 5%, acumulando 12 meses consecutivos de suba, de acuerdo a los datos difundidos ayer por el Indec. Sin embargo, en noviembre se registró una mejora en el índice que mide la confianza del consumidor. Según una encuesta realizada entre el 2 y el 13 de noviembre por Poliarquía para el Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella el Índice de Confianza del Consumidor subió un 5,2% con respecto a octubre, rompiendo con una racha de dos meses de caída consecutivos. Si bien, como decíamos hace un momento, los datos parecen a primera vista contradictorios, una lectura un poco más reflexiva nos muestra que no es así. Evidentemente los consumidores se están esforzando por no restringir su consumo, y la principal estrategia es hacer sus compras más racionales, por lo que los supermercados pierden clientela con los mayoristas.
Por otro lado, la flexibilización de la cuarentena (particularmente la reapertura de los centros comerciales en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), la habilitación de actividades consideradas no esenciales, así como la estabilización del mercado de cambios, contribuyeron a cambiar el humor social, y esto se refleja en el índice de confianza del consumidor.
El mundo también parece prepararse para lo que viene. El presidente electo de EE.UU., Joe Biden, ya comenzó a nombrar a sus principales colaboradores, y se espera que la semana que viene presente el resto de su equipo económico, luego de la virtualmente segura nominación de Janet Jellen al frente de la Secretaría del Tesoro. Jellen tendrá a su cargo sacar a la economía norteamericana de la situación derivada de la pandemia, luego de acumular 13 millones de desocupados y una recesión significativa. La economista, de formación keynesiana, no oculta su apoyo a las políticas de estímulo a los trabajadores, los hogares y las empresas. “Mientras la pandemia afecta todavía gravemente a la economía, necesitamos continuar con este extraordinario apoyo fiscal”, sostuvo en una entrevista concedida a Bloomberg TV en octubre pasado. Considerada una moderada, ha recibido el apoyo incluso del ala más conservadora del Partido Demócrata. Sin embargo no puede esperar la bienvenida Republicana. The Wall Street Journal, claramente identificado con los republicanos, caracterizó a la economista como una seguidora del precepto del dinero fácil “con un generoso gasto social financiado por el aumento de los impuestos”. Pero donde todas las miradas están posadas en la dinámica de la relación con China que propondrá Biden. Seguramente desaparecerán las bravuconadas de Donald Trump, pero nada hace pensar en que, más allá de las formas, EEUU renuncie mansamente a tratar de contener el avance global de la potencia asiática.