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Opinión: «Comienza la cuarta fase de un programa económico que ya fracasó»


Por Diego Añaños - CLG

Por Diego Añaños – CLG

Con la jura de los nuevos diputados, se cristalizó la nueva correlación de fuerzas en la Cámara Baja. El gobierno consiguió un triunfo estratégico y, en un doble movimiento de captación de talentos, se aseguró dos cosas: por un lado reunió con creces el tercio de legisladores necesario para ocluir cualquier intento opositor de llevar adelante un juicio político, y por el otro transformar al bloque de La Libertad Avanza en la primera minoría. El primer objetivo está logrado. Controlar más de un tercio en la Cámara le permite al oficialismo garantizar el sostenimiento de los vetos presidenciales y de los decretos emitidos por el Ejecutivo. Es decir, la gestión de Javier Milei se aseguró las condiciones mínimas de estabilidad política hasta el fin del mandato, al menos en el Congreso Nacional. Dicen que los buenos equipos de fútbol se arman desde atrás, y parece que la defensa está armada. El segundo objetivo, la cuarta fase del programa, requiere de la constitución de una mayoría legislativa que le permita al gobierno poder llevar adelante las reformas tributaria y laboral. Seguramente la cuestión requerirá de algo más de trabajo, pero todo hace pensar que finalmente tendrá éxito.

Habrá que ver, a partir de ese momento, cuál es el argumento del gobierno para explicar por qué la economía no despega. Porque no caben dudas de que este programa ya fracasó, y varias veces. Nunca nos vamos a cansar de recordar que Javier Milei condujo una campaña con la promesa de dolarizar, eliminar el Banco Central, eliminar las regulaciones cambiarias, eliminar el déficit fiscal y pulverizar la inflación. El único objetivo cumplido es el del déficit fiscal. Ahora, está claro que no se llevó a cabo mediante mecanismos virtuosos. Es decir, no se bajaron gastos innecesarios a la vez que se mejoraba la recaudación impositiva. El superávit se construyó negándoles las prestaciones a los discapacitados, licuando los salarios del sector público, frenando la obra pública, pisando las paritarias y dejando de pagar a los proveedores. Como dijimos alguna vez, es como bajar de peso cortándose las dos piernas. De los primeros objetivos ni noticias, y la inflación 2025 va a ser más alta que en el último año de Cristina Fernández de Kirchner. Lo destacable es que en 2015, y con esa inflación, la economía crecía más homogéneamente, las coberturas sociales y previsionales estaban garantizadas, los salarios era superiores, la pobreza más baja y el desempleo era menor. Detalles . . .

Y cuando decimos que este modelo fracasó, no sólo lo hacemos en referencia a las promesas incumplidas, sino porque tampoco fue capaz de ser autosustentable. Milei prometía en campaña que bastaba con un msj de WhatsApp para conseguir los U$S20.000 millones que necesitaba para dolarizar y finalmente estabilizar la economía argentina. A esta altura se complica hacer la cuenta precisa, pero entre el blanqueo, el acuerdo con el FMI, los créditos de los multilaterales, los REPOs y el swap con los EEUU (más la emisión de deuda en pesos, claro), el programa económico ya se fagocitó entre 4 y 5 veces esa cifra, y aún no termina de estabilizarse. De hecho ahora el gobierno está desesperado tratando de conseguir otro REPO por aproximadamente U$S5.000 millones más para cubrir los vencimientos de deuda de enero de 2026. Si, ya sé, me van a decir que Caputo había asegurado a mediados de año que esos dólares ya estaban asegurados, pero bueno, como dijo Mauricio, parece que “pasaron cosas”.

Exactamente en una semana, se cumplen un año y cuatro meses de la publicación del tweet de Manuel Adorni en el que afirmaba que la inflación era un tema del pasado. “Saluden a la inflación que se va”, publicó el ex vocero presidencial el 14 de agosto de 2025. Pues bien, no sólo que no se fue, sino que ya lleva seis meses de lenta pero consistente aceleración (probablemente sean siete cuando se conozca al dato de noviembre en menos de dos semanas). Pero no fue la única despedida del actual Jefe de Gabinete. El 5 de abril de 2024 y el 7 de enero de 2025 publicó el mismo tweet: “Saluden al riesgo país que se va”. Pero, claro, la Realidad se ocupó de acomodarle las ideas. Esto más allá del estilo chanchero y sobrador, el mismo que le usó el Toto cuando dijo “cómprá campeón”, que incluso puede resultarle muy gracioso a los simpatizantes de LLA. Hoy el Riesgo País se encuentra estacionado en la zona de los 600/650 puntos, y no hay swap, ni REPO, ni acuerdo de comercio con los EEUU que consiga que baje al menos a la zona de los 400/300 puntos, como para garantizar una tasa razonable que habilite el retorno al mercado voluntario de capitales. Como le dijo Marina Dal Poggetto a Milei: “zafaste porque apareció Bessent”. Está claro que la ayuda del gobierno norteamericano sólo sirvió para evitar el incendio, no para sentar las bases del crecimiento.

Para ir cerrando, nos vamos con otra de las frases célebres del Ejército Libertario. En abril del 2024, y en un encuentro organizado por la Fundación Libertad, Javier Milei aseguró que con el programa vigente la economía se iba a ir para arriba “como pedo de buzo”. Tampoco fue así. No sólo la economía argentina no creció aceleradamente, sino que el año pasado registró una contracción del 1,7%. Como consecuencia, y por una cuestión meramente estadística, el 2025 iba a registrar un crecimiento de la economía (dado que el punto de comparación del 24 era muy bajo, casi cualquier número iba a ser positivo). Recientemente, la OCDE publicó un informe en el que recortaba sus previsiones de crecimiento económico de la Argentina para este año y para el año que viene. Es decir, lejos de que el acuerdo con el FMI, el gigantesco rescate norteamericano y el triunfo electoral determinen una aceleración del nivel de actividad económica hacia adelante, las proyecciones muestran una clara tendencia al estancamiento (que de hecho no se transforma en una recesión por el empuje extraordinario de la intermediación financiera y las actividades extractivas). En conclusión, el mega endeudamiento sólo ha servido para mantener artificialmente a flote un programa fracasado, pero el país no ha avanzado ni un sólo casillero.