Por Enrique Genovar - CLG
Por Enrique Genovar
El que lo sacó del infierno y luego lo llevó a la gloria. Ese es Miguel Ángel Russo. El técnico que ahora dijo adiós y cerró su quinta etapa en club. La más exitosa por la obtención de la estrella, pero no menos importante que la anterior, cuando le devolvió la categoría a Central. Los procesos se terminan, las relaciones se desgatan y los resultados mandan, por ahí hay que buscar los motivos de su salida. Por suerte, su decisión no está atada a ningún problema de salud.
Su renuncia no fue ni será una más. Porque para aquellos que aún no peinan canas es el técnico más querido. Y para los que sí el cabello blanco es el más querido junto con Don Ángel. No es que el Patón no lo sea, pero el gran Edgardo está en otro lugar para quien escribe. Bauza salió campeón como jugador y entrenador, y eso es sólo de él.
De regreso hacia la salida de Russo hay que enumerar dónde estaba el equipo cuando lo agarró y donde lo llevó. Claro que este año los resultados le fueron esquivos y se sabe que los mismos no tienen piedad.
El técnico hizo lo que muy pocos hicieron en la historia de Central, lo sacó campeón. Y ese en ese logro tuvo muchísimo que ver, porque el plantel no fue preparado para salir campeón. Pero él y sus dirigidos lo lograron, lo consiguieron porque supo convencer a sus jugadores de lo que se trataba, tal es así que la gran mayoría fue campeón por primera vez de la mano de Miguel.
Russo se metió en el universo canalla para siempre tras el título. Pero sería de obtuso no resaltar lo de 2013. Ese año fue M.A.R el que sacó al club del infierno, el que le devolvió la categoría y terminó con ese sufrimiento que parecía seguir extendiéndose. Y tampoco hay que olvidarse que en 2009 hizo que Central no descendiera tras ganar la Promoción.
Fue tan grande lo que hizo que el dolor que tienen los canallas es proporcional a su grandeza. Pero como dijo él mismo el club es lo más importante. Russo quedará para siempre en los libros de historia del club y su nombre por más que ya hoy no está hace rato que está grabado a fuego en cada corazón de los hinchas auriazules.